Artículo escrito por Ana Martínez Serrano, integrante del Grupo de Estudios Juan Díaz del Moral, militante del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as y miembro de su dirección nacional y en Jaén. Es estudiante de Derecho en la Universidad de Jaén y forma parte de la candidatura municipalista Jaén en Común y de Podemos Andalucía.
Blas Infante sufría viendo Nuestra Andalucía entregada a profesionales de la política, a esas personas que hacían de su cretina vanidad e interés, una profesión exclusiva y excluyente. Personas que hablaban de conflictos entre ideas y realidades. Sus realidades eran los intereses creados y las nuestras eran los dolores creados por dichos intereses.
Un mal endémico de un pueblo que ha sido testigo, de que a partir, de la manipulación de una de sus luchas más dignas, se ha construido un régimen de una casta política. El PSOE ha constituido un proyecto de partido-país que lleva 36 años haciendo de Andalucía su coto de caza particular.
Pero, lejos de ser una práctica única del PSOE, han sido varios los sujetos políticos que han utilizado nuestra tierra y sus males, como simple territorio de conquista, deshumanizando y relegando Andalucía a un papel subalterno.
En la última semana hemos visto como desde la dirección estatal de Podemos han aprovechado la celebración institucional del 28 de Febrero y el homenaje organizado a José Luis Serrano, para recorrer distintos pueblos de Andalucía hablando de plurinacionalidad, con la guasa de autodenominarse diputados nacionales, de España, claro está.
Íñigo Errejón volvió a dejar claro en Granada que significa situarse en la centralidad del tablero. Una centralidad geográfica y epistemológica que relega lo andaluz a la marginalidad. Él ha sido uno de los configuradores de un partido político que tiene la paradoja, por decirlo suavemente, de hablar de derecho a decidir de los pueblos y de plurinacionalidad y, a la misma vez, negar a Podemos Andalucía decidir qué modelo de organización quiere.
Reconoce la diversidad nacional existente aunque en el marco de la unidad del Estado. Supedita las prácticas y decisiones de los pueblos a la estrategia estatal, diseñada desde la lógica de Madrid.
Con mucha razón acusó al PSOE de trileros, de tener escondidas sus cartas en las negociaciones para la formación de nuevo gobierno estatal.
No se puede pactar en una sala una cosa y en la otra la contraria. No se puede jugar con las personas, tomarlas por tontas. Tampoco se puede jugar con Andalucía. Somos más que simples números, somos mucho más que 8 millones de posibles votantes.
Utiliza a Andalucía como ejemplo la lucha por la autonomía como modelo territorial de unidad y no de separación.
No te han contado bien la historia, el 4 de diciembre de 1977 y el triunfo en el referéndum del 28 de febrero fue el resultado del rechazo del pueblo andaluz a la opresión política y la alienación cultural que el modo de producción capitalista y el centralismo español han impuesto, y, a su vez, una afirmación de su capacidad como pueblo de transformar dicha situación. El 4 de diciembre de 1977 Andalucía se ganó su condición de sujeto político propio.
Estamos hartas de promesas vacías, de declaraciones huecas y de lecciones desde lógicas que invisibilizan “lo andaluz”, un pensar y actuar desde nuestra cultura dinámica, mestiza y llena de valores solidarios y transformadores. Es más que evidente que necesitamos transformaciones profundas, que respondan a la realidad de una tierra subdesarrollada y dependiente económicamente pero no transformaciones y lógicas que respondan a simple intereses electoralistas.
Es imposible transformar la realidad solo desde las instituciones, hay que reforzar los movimientos sociales como espacios de intercambio y construcción alternativa frente a un `pensamiento único. Solo así transformaremos las relaciones de poder.
No se vence sin vencer en las batallas de las ideas. Es necesario la descolonización del conocimiento y la descolonización de las instituciones administradoras del mismo. Pensar desde Andalucía, desde una posición anticapitalista, desde la armonía con los territorios y con la tierra.
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Pensar la tierra es un espacio abierto de reflexión, debate y análisis del contexto de las luchas sociales rurales y los movimientos de transformación desde el campo en Andalucía. Pensando desde el sur, junto al resto de luchas y pueblos que entienden sur como rumbo de emancipación. Construyendo nuestra Andalucía desde sus luchas, sus latidos y sus sueños de tierra y libertad, sabiendo que hay ya un mundo que nace a cada paso de un pueblo que camina.
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