Culturas
Comentarios de un estilita
09
Oct
2013
18:14
La apoteosis de la transparencia
Por Gonzalo Abril

Como enseñaba Deleuze en su Curso sobre Foucault, cuyo primer tomo se ha publicado recientemente en castellano, es estúpido decir que los políticos mienten. La derecha dice exactamente lo que hace, con un cinismo radical. A nadie se le oculta, prosigue Deleuze, que, si gobierna, los jóvenes un poco morenos sufrirán controles de identidad, que la patronal podrá despedir sin que el Ministerio de Trabajo se inmiscuya, etc. Eran los 80 y la única excepción, el único caso de ocultamiento que el filósofo admitía, eran las prácticas corruptas, el robo de dinero. Hoy, y precisamente porque Deleuze diagnosticó correctamente la tendencia a la transparencia en el ejercicio del poder político, tampoco la corrupción, por larga, sistemática y dispendiosa que haya sido, se le oculta a nadie. ¿De veras alguien se ha soprendido del llamado caso Bárcenas o del caso Urdangarin? ¿A alguien le alcanzó por sorpresa la implosión de la economía del ladrillo o el colapso del castillo de naipes de las finanzas que la había provocado?

Y entonces acaeció el discurso de Ana Botella ante el COI para certificar el triunfo definitivo de la transparencia. Lo peor no era el inglés de la acaldesa no electa. En la burla unánime del inglés de Botella se delata cierto papanatismo hispánico muy vigilante de la paja en el ojo ajeno. Lo peor eran el tono y el gesto, crispados y profundamente descreídos. Propios de un mal comercial, de un mal estudiante que se ha empollado la lección sin entender nada. Lo peor era el contenido banal y estereotipado de un elogio de Madrid sin más antecedente que el folclorismo franquista. ¿Verdaderamente alguien se había creído que estamos en la época en que Píndaro componía sus cantos epinicios en honor de los atletas victoriosos? Si la jugada de Madrid 2020 se hubiera logrado, el epinicio sólo habría podido tener la rara forma poética de una gráfica de resultados. Incluso el lucro cesante, lo que han dejado de ganar, lo han declarado abiertamente.

¿Dónde está el engaño? Apoteosis de la transparencia. Inconsciente político a la intemperie.

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Gonzalo Abril

Gonzalo Abril es el seudónimo literario de Paulino el Estilita, un anacoreta que se mandó mudar a lo alto de una columna después de ver cierta película de Buñuel, de estudiar el Libro de Job y de caer en la cuenta de que llevaba ya mucho tiempo habitando en medio de un desierto, el desierto de lo real. No vive aislado ni atrapado en red social alguna. Se mantiene en contacto con otros hermanos estilitas, como Wenceslas el Severo, su único lector conocido, que frecuentemente discrepa de sus opiniones. Se mantiene también, en el sentido alimenticio, de pura lechuga. Sobra decir que aborrece el mundo del que, por ello mismo, se considera contemporáneo.

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