Humor
Los caídos del 78
05
Nov
2015
14:26
Cacique, tecnócrata y acosador sexual, este tipo lo tiene todo
Por Rastas en el Congreso

Vicente Sanz, una historia de fantasmas

Por Palomitas en los ojos

Como en esas películas en las que una familia feliz construye su hogar sobre un cementerio indio y su vida acaba convertida en un infierno, la sede de la antigua Radio Te­levisión valenciana, Canal 9, parece situada sobre algunas coordenadas malditas. Y sus instalaciones, un día modernas y punteras, ahora son una madeja de pasillos y platós donde aparecen los fantasmas del pasado ideológico valenciano: las miles de romerías que ya no son retransmitidas, las reinas de las fiestas que lloran sin ser grabadas, el lado izquierdo de Zaplana, el regionalismo feliz de las (escasas) series propias y esos políticos oscuros como una tormenta de granizo que acabaron con la abundancia del país.

Los vigilantes de seguridad aseguran que de todas esas presencias la peor es la del antiguo secretario general de RTVV, Vicente Sanz, un cacique pepero de libro, un ingeniero agrónomo que entró en una Alianza Popular necesitada de tecnócratas demócratas como él y que fue el autor de la frase que corona su escudo de armas –“Yo estoy en política para forrarme”– sacada de unas grabaciones sobre mordidas y arañazos al erario público que acabarán con su carrera política en 1995. Sin embargo, el compadre Zaplana le tenía reservado otro puesto: el de jefe de personal de una televisión autonómica que por aquel entonces empezaba a hincharse con personal enchufado y a deshincharse con subcontratas públicas y por concurso a amiguetes ideológicos, que vistos los resultados electorales del PP de aquellos años, debían de ser legión.

Pero Sanz, como todo revenant que vuelve para aterrorizarnos, había cometido un crimen no purgado: el del acoso y la violencia sexual a una serie de trabajadoras de las que tres se atrevieron a denunciar. La periodista Mariola Cubells, que siguió de cerca el caso, nos habla de cómo elegía a las víctimas, de cómo las sometía a acoso laboral y vital (llamadas, mensajes), cómo erosionaba su voluntad y cómo en su despacho las acosaba sexualmente. Nos habla también del modo en el que este delito discurría delante de los ojos de unos trabajadores y mandos intermedios que, sin embargo, no lo vieron, o como se demostró, cuando se denunció internamente a la directora, Lola Johnson, no se actuó. Ni que decir tiene que las tres denunciantes fueron sacrificadas en el ERE que se llevó Canal 9 cuando implosionó de mal rollo como si fuera la casa Usher.

Sanz, que este mes se declaró culpable pero evitó la cárcel tras un acuerdo con las víctimas, nos produce una doble arcada porque suma al señoritismo político el machismo atávico, ése que cierra acuerdos políticos en casas de putas y que piensa que el territorio es suyo y dentro del territorio, las mujeres. Más que acosador enfermo, hijo sano del patriarcado, tuvo tanto poder que convirtió un servicio público en su propia revista pornográfica pero hoy pasea su polla fantasmal por un edificio abandonado donde se amontonan los decorados de una Valencia Feliz.

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Rastas en el Congreso

Blog en clave de humor, sátira y parodia sobre los caídos del Régimen del 78, con especial atención a políticos, banqueros y grandes personalidades de la escopeta nacional.

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