18
Nov
2013
12:18
Sumak Kawsay o la política de vivir felices
Por Fundación de los Comunes

Con el título genérico de Sumak Kawsay, buen vivir, publicaremos en lo sucesivo y regularmente una serie de artículos en la que este primer texto, hace las veces de presentación.

Imagen de floksociety.org

 

I. Sumak Kawsay, o la política de vivir felices

Un fantasma recorre América Latina, moviéndose entre movimientos sociales y constituciones programáticas. Es el fantasma del sumak kawsay, principio de reciprocidad entre seres vivientes, con y en la naturaleza, propio de las culturas indígenas. Traducido en Ecuador como buen vivir, el uso de la locución se refiere a una concepción política del vivir social en relación no solamente a la naturaleza, sino más en general al vivir juntos, en común, la vida en plenitud, es decir, como queda definido en la Constitución de Ecuador del 2008

 

> Art. 14. Se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay.
> Art. 275. El Buen Vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades, y de la convivencia armónica con la naturaleza.

 

Sin embargo kawsay es un verbo y en el mundo anglosajón se prefiere la traducción to live well a good living, para evitar subjetivar el vivir y mantener la fuerza activa de la forma verbal (de acuerdo, en cualquier caso, con la Constitución Política del Estado de Bolivia de 2009, donde sumak qamaña es traducido como vivir bien). A nivel semántico, además, no es tan sencillo cerrar sumak en una única traducción: puede significar tanto “bueno”, como “bien” o “bello”. 

La traducción en sí misma se vuelve entonces un espacio abierto más que una línea entre dos significantes [3]. Y quizá este espacio abierto entre sumak kawsay, sumak qamaña, la buona vita, el buen vivir, la bellezza del vivere, la vida en plenitud nos devuelve un territorio político propicio, donde muchas de las palabras que usamos para imaginar una vida social alter-capitalista pueden encontrar un espacio en el cual hablarse y también escucharse: sumak kawsay, convivium, commons, sumak qamaña, commonfare, comune.

El sumak kawsay, proponemos desde el proyecto de investigación de Democracias en Revolución, nos permite habitar este debate sobre cómo hacer el común y como vivir bien y juntas. Y nos permite hacerlo asumiendo la heterogeneidad política como terreno constituyente de una práctica colectiva en la cual los conceptos y las maneras de hacer se compongan sin jerarquías preconcebidas.

En este sentido, la función de esta primera contribución es definir los márgenes flexibles de un espacio de debate en torno al sumak kawsay, con la idea de que tanto una serie de sugerencias y problemáticas, que surgen hoy en día en América Latina y que pueden ser útiles para pensar también la acción política en el espacio europeo de la crisis, como el deseo de vivir bien, puedan ayudarnos a descubrir una nueva complejidad de las prácticas y los conceptos al objeto de construir un altrove -un otro-lugar-, materialísticamente, feliz.

Por esto este blog Asaltar los cielos, de la Fundación de los Comunes, y las páginas web de eipcp.net y de EuroNomade, así como la página de Democracias en Revolución serán un espacio polimorfo de debates heterogéneos, que intentaremos volver permeables.
 

El sumak kawsay como altrove

Se trata, de hecho, de pensar la relación entre deseo e imaginación política no de acuerdo al paradigma de la utopía, sino según la dimensión del altrove -otro lugar-, que supone un continuo desplazamiento de y desde el determinismo de lo real.

Sumak kawsay significa construir a través del propio vivir una otredad del espacio. Un altrove respecto a la manera en que el cotidiano es estructurado. Un altrove como lugar donde habitar desde ya. Un altrove como territorio por producir y no como tierra por descubrir -lo cual es, demasiadas veces, sinónimo de conquistar.

Dicho al mismo tiempo desde Quito y en Europa (¡santas tecnologías!), el sumak kawsay es desde un primer análisis un altrove respecto a la Europa de la crisis. La dimensión del sumak kawsay como práctica constituyente en América Latina más allá de lo público y de lo privado es tanto la afirmación de un proyecto anti-neoliberal inscrita en la complejidad del cuadro macro-regional de los últimos veinte años, como una fuerza crítica respecto a la tradición moderna y social-democrática del welfare keynesiano euro-atlántico, donde el bien común está siempre sujeto a la autoridad racional del Estado. 

En este sentido es útil recordar la historicidad reciente de América Latina, que ha llevado a la afirmación de este concepto como principio constitucional tanto en Ecuador como en Bolivia. Aunque hundan sus raíces en las culturas indígenas anteriores a la Conquista, sumak kawsay y sumak qamaña han encontrado nueva linfa en el resurgir de los movimientos latinoamericanos a partir de las Marchas del Quinto Centenario de la Conquista, pasando por el levantamiento indígena mexicano de 1994, las sublevaciones de Quito de 1999, las guerras del agua y del gas en Bolivia entre 2000 y 2003, así como las victorias electorales de las fuerzas democráticas y populares en todo el continente a partir de 1997 y, de nuevo, los movimientos que siguen configurando el espacio político latinoamericano como espacio abierto, conflictual, vivo y democrático.

Ese altrove vivo, abierto y conflictual no mora, por tanto, en la utopía, sino en la continua tensión inmanente entre lo que es y lo que puede ser, aquí y ahora. Existe un hilo rojo que liga las distintas experiencias y es, creemos, una dimensión continuamente prefigurativa y performativa de la política radical latinoamericana; ya sea en sus términos instituyentes, desde los piqueteros de 2001 a la Copa Confederaciones de Brasil de este verano, pasando por las juntas de buen gobierno zapatistas, las tomas de las fábricas argentinas o el protagonismo de los barrios populares en la nueva geografía del poder en Venezuela; o en sus términos constituyentes, como en las nuevas cartas constitucionales de Ecuador y Bolivia, o en el Plan Nacional del Buen Vivir para la República de Ecuador (2009-2013), y en las leyes de democratización de la información, así como en las de gestión democrática de los recursos naturales en todo el continente.

En otras palabras este hilo rojo es útil para imaginar el futuro porque está siempre en tensión: entre nuevas prácticas (prefigurativas) de la emancipación política -en oposición a la autoridad tecnocrática del desarrollo y al determinismo eurocéntrico del progreso- y una voluntad (performativa) de afirmación programática y pragmática de nuevos principios de organización para la vida social.

Esta tensión entre insurrecciones instituyentes y tentativas constituyentes es la base fundamental para que el debate sobre lo que es el sumak kawsay pueda ser abierto, plural y productivo (pese a los continuos y múltiples puntos de crisis en estos procesos, como por ejemplo, hace poco aquí en Ecuador, en cuestiones tan centrales como la libertad reproductiva -el aborto- y la cuestión extractiva -Yasuni-ITT-, así como sobre las maneras de concretar efectivamente los principios constitucionales). El sumak kawsay constituye de hecho un espacio de discusión donde ningún Poder puede presumir de una posición de autoridad que permita decir, de verdad, qué significa vivir bien.

Un espacio de debate plural, crucial para seguir teniendo confianza en -creer- que los laboratorios latinoamericanos están dando la vida a infraestructuras sociales radicalmente democráticas y duraderas, capaces de contribuir a la afirmación de un nuevo modo de organizar la vida, o mejor dicho, el vivir en común.

En otras palabras, el sumak kawsay nos permite definir un altrove conceptual respecto a la historia del pensamiento político europeo e imaginar la emancipación y los derechos en un espacio abierto y múltiple capaz de superar los límites de la historia moderna y antropocéntrica del Viejo Continente en crisis. En este sentido, tanto la crítica ecologista como la post y de/colonial latinoamericana emergen de forma extremadamente declarativa en el debate alrededor del sumak kawsay.

De hecho, los derechos del sumak kawsay no se basan exclusivamente en la dimensión individual del derecho civil europeo. O no solo. Se generan, precisamente, en la afirmación de que los derechos no son algo propio y exclusivo del "hombre" y de la humanidad, sino que constituyen, por el contrario, la posibilidad de un equilibrio entre la vida social humana y el vivir del mundo, más allá de las vidas individuales. Un punto de partida basado en un híbrido jurídico entre la cultura occidental del derecho y la definición andina de la naturaleza -pachamama- como portadora de derechos, que nos es útil para pensar la armonía no como una categoría banalmente naif (y cínicamente neoliberal) e individualizadora de la relación entre singularidad y naturaleza -y de la vida social, por ende, como mero subconjunto de una naturaleza puramente a disposición-, sino como una práctica política y siempre social que afirma la reciprocidad, la participación y la responsabilidad con el común, como raíces del buen vivir. 

Finalmente, este altrove no está fuera del mundo capitalista. Al contrario, discutir y construir el buen vivir en el cotidiano de la crisis europea, así como en el debate complejo y contradictorio de América Latina, significa construir en lo real a possible hold upon the functioning of capitalism. Una posibilidad de apuntar al capitalismo que señala la incompatibilidad estructural, el antagonismo constituyente, entre sumak kasway, como producción y reproducción de un altrove, y la reproducción ampliada propia del capital. Se trata en primer lugar de comprender que la relación entre vivir y capital es una relación de producción y, por ende, de explotación. Romper esta relación de explotación y reapropiarse de los mecanismos de reproducción social es siempre, y desde adentro, una relación de insubordinación y conflicto. Aquí es donde nos situamos al empezar este espacio de debate:
 

> Ahora, si es verdad que la producción posfordista se apodera de la vida, es decir, del conjunto de facultades específicamente humanas, es bastante obvio que la insubordinación se determine en función de este mismo hecho. A la vida incluida en la producción flexible se contrapone la instancia de una buona vita. Y la búsqueda de la buona vita es justamente el tema de la ética. (Virno)
 

Buscando encontrar una solución a la relación entre producción y vida, el sumak kawsay señala un elemento importante poniendo no solo la vida, sino el vivir como comportamiento social, más allá del individuo y de la humanidad, en el centro del problema. Se trata, quizá, de repensar (nuestra) vida como expresión singular de un vivir en armonía; de imaginar una manera de vivir juntas y bien, es decir, de producir una belleza del vivir juntas.

Se trata al fin y al cabo de escapar a la dirección homolingüe del capital y entender, como propone Gareth Brown, la importancia crucial de la lucha contra el cercamiento de la imaginación, que intenta cerrar palabras y proyectos dentro de confines identitarios, para garantizar una distancia de seguridad entre todas aquellas palabras que nos permiten imaginar la felicidad.

Sumak kawsay, vivir felices. Intentamos traducirlo de esta manera. Y en este sentido, lo que nos proponemos en esta sección es poblar con voces y palabras, historias y prácticas, este territorio conceptual.
 

Para conocer felizmente. Sumak yachay.

 

Francesco Salvini

 

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