Saberes
Análisis y propuestas para una transformación democrática
06
Nov
2014
17:08
El poder del miedo
Por Fundación de los Comunes

Foto de Maria Elena

 

Hace algunas semanas una tormenta arrasó los mercados financieros. Este artículo de Christian Marazzi nos permite indagar y comprender lo que está sucediendo. ¿Nos acercamos al "estancamiento permanente"?

La semana pasada estuvo marcada por la turbulencias violentas en los mercados financieros, especialmente en Europa: fuga de capitales de Grecia e Italia, aumento de la prima de riesgo, fuertes desplomes de las bolsas de valores. ¿Qué ha sucedido? En efecto, desde hace varios meses Europa y sus PIIGS parecían fuera de peligro, Draghi avanzaba, aunque lentamente, hacia políticas monetarias tímidamente expansivas, mientras Francia e Italia reclamaban más autonomía en las decisiones presupuestarias. Los acontecimientos de la semana pasada nos recuerdan, sin embargo, que la catástrofe no se ha resuelto, más bien al contrario, y que las fórmulas de "austeridad expansiva" se ven continuamente amenazadas por los grandes inversores. Dinamo Press tiene la suerte de poder proponer una reflexión sobre estos hechos, poco o nada comentados en los movimientos, a partir de un artículo de Christian Marazzi. Gracias a Marazzi y a su editorial podemos comprender no tanto y no solo la naturaleza del ataque financiero, como los escenarios que se abren (el "estancamiento permanente"); entender lo crucial para relanzar un conflicto a la altura de los tiempos.

 

Según Naomi Klein, desde los primeros experimentos en el Chile de Pinochet, un sello distintivo del modo de funcionar del capitalismo neoliberal, y del sector financiero en particular, siempre ha sido la generación de shocks a partir de acontecimientos contingentes, generando situaciones dentro de las cuales poder imponer su propia lógica sin depender de consensos populares, ni de procedimientos democráticos. Privatizaciones, recortes del gasto público y liberalización de salarios no hubiesen sido políticamente posibles sin haber recurrido a una "estrategia del desastre" en la cual el acontecimiento desencadenante se crea ad hoc. Esta tesis "de la conspiración" de Klein ha sido criticada, revelando procesos de des-democratización mucho más sutiles y endógenos, procesos desarrollados dentro de un marco jurídico específico, en los cuales la democracia se vacía de sustancia sin necesidad de perder su forma. De acuerdo con esta línea de razonamiento (Laval y Dardot, por ejemplo), la gubernamentalidad neoliberal forma parte de un régimen regulador global que, en nombre de la libertad y a partir de los márgenes de acción de los individuos, orienta de un modo completamente nuevo sus comportamientos, opciones y prácticas, modificando "corazón y alma".

Lo sucedido entre el 12 y 17 de octubre parece confirmar la tesis de Klein, sin desmerecer por ello la teoría de "la coacción silenciosa" intrínseca al devenir empresa del Estado y de la producción de una "subjetividad contable y financiera" de foucaltiana memoria. En dos días, miércoles y jueves, la bolsa de Atenas perdió un 12 por ciento, para luego remontar. El resultado neto de estas oscilaciones fue que los tipos de interés de los bonos del Estado a diez años superaron el umbral del 7 por ciento, recuperando los niveles de marzo de 2012, y que los fondos extranjeros volvieron a abandonar Grecia. Lo que disparó el miedo de los mercados internacionales fue la declaración del primer ministro Antonis Samaras, según el cual Grecia podría salir antes de lo previsto del programa de ayuda y reformas desde arriba de la Troika ("Estamos cambiando nuestra economía estructuralmente, hemos recuperado el crecimiento, somos capaces de atraer mucha más inversión que antes”). Teniendo en cuenta que, en sí misma, esta declaración no tiene nada de excepcional (Portugal e Irlanda, por ejemplo, salen del memorando de la Troika sin causar choques de esta magnitud), la explicación del shock provocado por los mercados financieros debe buscarse en otra parte. Y ese lugar es la política: Syriza, de Alexis Tsipras, puede ganar las (posibles) elecciones anticipadas proponiendo la rebelión contra la Troika. La desestabilización de los mercados, que puede arrastrarse hasta febrero con un peligroso efecto dominó, está destinada a favorecer a Samaras y, como ya sucediera en 2011, define el escenario en el que los países que no quieren actuar de forma drástica sobre la deuda (en primer lugar Italia y Francia), o se someten o rompen el frágil y cada vez más precario compromiso con Alemania. En este segundo escenario, toda la estrategia monetaria del BCE de Draghi para hacer frente a la cada vez más probable deflación (expansión cuantitativa, la compra de bonos del Estado y de bonos de titulización (asset-backed securities), corre el riesgo, a su vez, de volver a posponerse o incluso a frustrarse, en cuyo caso quedaría sellada la victoria de la línea ordoliberal del Bundesbank. De esta forma, se matarían dos pájaros de un tiro: se evitaría correr riesgos políticos en Grecia y, al mismo tiempo, se pondría a raya a Italia y a Francia, eliminando cualquier margen de maniobra local.

Sin embargo, hay otra consecuencia que se desprende de las oscilaciones en los mercados de valores, sobre todo de los mercados financieros, respecto a la cual el ataque a Grecia representa un "acontecimiento contingente". En comparación con hace dos años, cuando la deuda de la eurozona era el blanco de ataque, lo que ponen de manifiesto las fluctuaciones que han afectado a todas las bolsas es la constatación por parte de los inversores internacionales de que el escenario de una depresión con muy bajas tasas de inflación para los próximos veinte años es ahora más que probable. El problema ya no es la solvencia de un miembro de la zona euro, sino el "estancamiento permanente". El desempleo cada vez más elevado, los salarios nominales y reales estancados, las deudas que se mantienen en términos reales, la disminución de los servicios y la inversión pública, la caída del precio del petróleo con los efectos devastadores en la economía rusa, todas estas "señales" convergen hacia el estancamiento secular. En una situación como esta, un aumento en el coste del dinero es extremadamente peligroso.

Desde comienzos de enero se esperaba un aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro como resultado final de la política de expansión cuantitativa, es decir, de la creación de liquidez por parte de la Reserva Federal. Con la desaparición, prevista para finales de octubre, de las adquisiciones mensuales de bonos del Estado y de bonos de titulización (asset-backed securities) de la Reserva federal estadounidense, su precio hubiera tenido que disminuir y por consiguiente el rendimiento (que es inversamente proporcional al precio) hubiera tenido que aumentar, empujando hacia arriba el resto de los tipos de interés. Por el contrario, a causa de deslizamientos bursátiles, los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos han disminuido, poniéndose, aunque por unas horas, por debajo del 2 por ciento (en comparación con el 3,02 por ciento de principios de enero). Se trata de un resultado bastante significativo, ya que, sea cual sea su explicación (por ejemplo, los rendimientos reales estadounidenses superiores a los europeos que atraen capitales de todo el mundo en busca de seguridad), se pone de manifiesto que los mercados financieros quieren que los bancos centrales, empezando por el estadounidense, continúen manteniendo bajas las tasas de interés. Tanto es así que ahora se espera una subida de tipos no antes de... marzo de 2016. Una predicción que cuenta con el apoyo de dos miembros prominentes de la Reserva Federal y del Banco de Inglaterra, que el viernes se apresuraron a declarar que, en un contexto de crecimiento débil, de disminución de la producción industrial (en Alemania, pero también en los países emergentes) y del volumen del comercio mundial, de los precios de las materias primas, de la situación del empleo (también en los EE.UU., donde la creación de nuevos puestos de trabajo queda más que contrarrestada por el número de desempleados desmoralizados), sería deseable que la Reserva federal continuase con su programa de expansión cuantitativa.

Esto demuestra que los mercados financieros solo pueden seguir funcionando a condición de que el Estado intervenga y continúe interviniendo activamente para sostenerlos con medidas de política monetaria no convencional, aunque la eficacia de la creación y provisión de liquidez para salir del "estancamiento permanente" dista de haber sido demostrada. De hecho, la liquidez creada por los bancos centrales no "gotea" en la economía real, sino que permanece dentro de los circuitos financieros alimentando una espiral autoreferencial sobre el valor de los activos financieros.

 

Christian Marazzi
Traducción de Fundación de los Comunes
Versión original: http://www.dinamopress.it/editoriali/the-power-of-fear

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