02
Jun
2014
12:13
#EfecteCanVies
Por Fundación de los Comunes

Foto de Xavi Lleida

 

La crisis política es un terremoto

 

En estos días estamos viendo la crisis de la política en estado puro. No solamente es una evidencia, sino un terremoto social. Para empezar, en un momento de máxima visibilidad mundial de Barcelona a causa de la celebración del Primavera Sound, con su correspondiente proliferación en las redes sociales, la ciudad gobernada por CIU decide hacer el movimiento menos estratégico posible para sus intereses: desalojar por la fuerza un espacio social de máxima importancia como Can Vies. Se trata, para quien no lo sepa, de un centro social donde varias generaciones activistas han tenido su primera experiencia militante en los 17 años de historia que lleva funcionando, además de un espacio intergeneracional que cuenta con una legitimidad enorme a nivel barrial y metropolitano, que es la que ha permitido, mediante un trabajo largo de presión política, la permanencia del espacio en su ubicación después de muchos años de amenaza de desalojo.La minusvaloración del consistorio con respecto a la comunidad de Can Vies ha tenido un efecto boomerang que se ha traducido, de momento, en varios días consecutivos de movilizaciones y disturbios desde el pasado 26 de marzo, en ideas y ganas para llevar a cabo muchas más acciones en lo sucesivo.

La imagen de ciudad festivalera cosmopolita de conciertos y gente alegre bailando, la principal baza del marketing metropolitano de estos días, ha sido interrumpida por las llamas. Dicho en otras palabras, al #PrimaveraSound14 le ha salido un #PrimaveraSants14 que está haciendo circular una imagen de crisis que el gobierno local quiere evitar a toda costa para que el show pueda continuar.

Otro error del poder, enorme, tiene tono de provocación. Mientras las excavadoras están rascando las paredes y demoliendo el edificio, Xavier Trias lanza un tweet diciendo que está dispuesto a dialogar si cesa la violencia. El día anterior los mossos habían roto los cristales del setmanari La Directa, agredido a periodistas y destrozado la oreja de una persona. Así, como respuesta a la movilización. Poco más que añadir. Quizá solamente que el último titular “negociaré con Can Vies todo y a cualquier hora” tiene que ver con la frase desesperada de un jefe de empresa, el alcalde, que ve como le están saboteando la producción a base de enfrentamientos. Una producción que es de imágenes publicitarias de paz social que no se sostienen en una realidad marcada por unos índices de paro enormes, bajos salarios y unos recortes que afectan al bienestar de la mayoría.

En tercer lugar, Barcelona está ensayando una nueva fórmula de gobernanza de los espacios sociales que miramos con atención. Can Batlló (Sants–La Bordeta), la Flor de Maig (Poble Nou) y Segle XX (Barceloneta), son espacios que han obtenido recientemente compromisos del Ajuntament en relación a la compra de los inmuebles y su cesión de uso a la comunidad. Por contra, Can Vies y la Carbonería han sido desalojados por la fuerza. La diferencia entre el primer grupo y el segundo es el reconocimiento del consistorio de un interlocutor válido en las negociaciones, un movimiento vecinal que viene de lejos y en el que el ayuntamiento confía. Por el contrario, cuando desde el poder se lee que la comunidad de gestión del inmueble es una comunidad “okupa”, la respuesta es implacable e inapelable, como si no hubiera nada más que hablar. En esta estrategia de “divide y vencerás” reside el tercer error: un centro social nunca es solamente una comunidad que gestiona un espacio, sino un nodo de una red o tejido de afinidades políticas y afectos. En este sentido, la respuesta de Can Batlló, que ha roto todo vínculo con el Ajuntament hasta la solución del conflicto, ha sido ejemplar.

En este marco de la nueva gobernanza de los buenos y los malos, de reconocimiento del interlocutor, el ayuntamiento de CIU ha puesto en práctica el llamado Pla Buits, es decir, la cesión desde arriba de solares vacíos a colectivos y entidades para que allí se desarrolle su actividad. Se trata de un contra sentido que espacios consolidados y legítimos como Can Vies se vayan abajo, mientras el alcalde sale alegremente en televisión declarando ser amante de la autogestión.

En estos días, además de la crisis de la política se manifiesta la crisis de legitimidad de los medios de comunicación. Después de que Montull y Millet hayan salido muy airosos, con condenas mínimas, de toda la estafa del Cas Palau y tras una sentencia judicial que está muy por debajo de la dimensión del crimen, parece, sin embargo, que en medios como La Vanguardia o cualquier otro del grupo Godó (financiado descaradamente por CIU) el valor de una protesta se mide en función del precio del contenedor quemado, mientras se pasa de puntillas por la gravedad de la situación estructural de corrupción. Muchos son los contenedores que cabría comprar con el dinero del Palau y con el de los salarios millonarios de los directivos de TMB, empresa municipal propietaria del inmueble de Can Vies, que, por cierto, no para de aumentar el precio del billete, año tras año, de manera totalmente injustificada.

Por otra parte, parece que la policía catalana está poniendo en práctica un nuevas técnicas de intimidación y coerción. Tal y como demuestra este vídeo, la noche del sábado al domingo los mossos d’esquadra obligaron a más de 200 personas a hacerse fotos con ropa negra y pasamontañas, sin presencia de abogados ni orden judicial, y en plena calle. La Coordinadora Catalana para la Prevención de la Tortura ya ha denunciado la vulneración que este hecho supone para los derechos fundamentales. La dimisión, el pasado lunes, del Director General de la Policía, Manel Prat, no se ha traducido en una gestión del conflicto menos desproporcionada a la que viene siendo habitual.

Ante todo esto, se han multiplicado las muestras de solidaridad con Can Vies en muchos lugares de Catalunya y del Estado. También ha sido convocada una jornada de reconstrucción del centro social este sábado a las 10 de la mañana y las movilizaciones continúan. El urbanismo excluyente empieza a hacerse insostenible, algo obvio para cualquier persona inteligente a pesar de la contaminación mediática.

Desde el Observatorio Metropolitano de Barcelona no queríamos dejar pasar la ocasión para decir que estamos participando en las movilizaciones, que vamos a colaborar en la reconstrucción del edificio y que exigimos la libertad inmediata de todas las personas detenidas, así como la dimisión del alcalde Trias y del regidor Jordi Martí. Y que si “ens toquen a una ens toquen a totes”. También nos sumamos a la idea, ya expresada en otros lados, de que en el conflicto de Can Vies no se trata de disturbios ni de orden público. Nada que ver. Se trata de hacer efectivo el derecho a la ciudad en el marco de una crisis política que revela que la inteligencia está fuera de las instituciones y que la violencia urbanística genera violencia urbana.

La ciudad cooperativa ha dicho basta. Reconstruir Can Vies es construir democracia. No paremos hasta que ambas sean realidad.

Observatorio Metropolitano Barcelona
(stupidcity.net)

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