02
Oct
2013
23:01
#5O: ¿una movilización más?
Por Fundación de los Comunes

                                   

Son tantos los motivos para salir a la calle a protestar y tantas las veces que lo hemos hecho (y lo que nos queda...) desde el 15M, que una puede llegar a preguntarse si esto sirve realmente para algo.

A los escépticos, a las desanimadas, baste recordarles (recordarnos) las múltiples y sustanciosas victorias alcanzadas en las peleas por lo de todos para todos: las conquistas de la PAH (los cientos de daciones en pago arrancadas a los bancos y de realojos impulsados desde la obra social), de la Marea Blanca (paralización, gracias a dos sentencias judiciales, del proceso de privatización de seis hospitales públicos en Madrid), de la Marea Verde (huelga de más de dos semanas y manifestación más importante de la historia de Baleares en la vuelta al cole de este otoño) o de la desobediencia civil frente al decretazo sanitario (atención médica de cientos de personas expulsadas del SNE tras el Real Decreto Ley 16/2012), por citar tan solo algunos ejemplos.

Pero más importante aún que estos éxitos concretos, son los procesos de organización que han desembocado en ellos. Dando batalla por las cosas que nos importan y pretenden arrebatarnos, miles de personas nos hemos hecho capaces de superar soledades e impotencias para convertirnos en protagonistas de nuestras vidas y juntarnos con otros y otras para pensar juntos, elaborar tácticas comunes y celebrar, finalmente, algunos buenos resultados. Hemos dejado de ser individuos hipotecados con sentimiento de culpa para convertirnos en el Robin Hood colectivo de la vivienda. Hemos abandonado el traje de víctimas aisladas de las preferentes para vestir la capa roja de los super poderes y exigir a los bancos los ahorros estafados. Hemos soltado el lastre del miedo para empuñar la varita mágica del coraje y reclamar lo que es nuestro. Desde el agua, el transporte, las costas, el propio cuerpo y la salud, a la educación, las plazas, las ciudades o el territorio.

Pero no somos super héroes ni super heroínas, ni individuales ni colectivos. Tampoco tenemos ganas de serlo. Somos el 99%. Las gentes, sin más. Gentes muy hartas de muchas cosas. Hartas de la clase política y de su corrupción inevitable en un sistema político secuestrado por el bipartidismo y la farsa de la representación parlamentaria. Hartas de unos intereses denominados económicos que pasan por encima de las posibilidades de vida de las personas. Hartas de querer trabajar y no poder hacerlo. Hartas de trabajar y no llegar a fin de mes porque los sueldos no alcanzan... ¡o por no tener ni siquiera sueldo! Nunca está de más recordar que la mayor parte del trabajo de reproducción se realiza en los hogares, es decir, por las mujeres, y basta echarle un ojo a las pensiones de viudedad para sacar nuestras propias conclusiones sobre la falta de reconocimiento social de esta impagable aportación a lo de todos. Hartas, por lo tanto, de que la riqueza producida entre todos y todas, no revierta sobre todas y todos. Hartas, en definitiva, de no poder decidir sobre los asuntos que nos conciernen y cambiar el rumbo de las cosas.

Por eso seguimos saliendo a las calles. Porque queremos democracia económica (reparto de la riqueza) y democracia política (mecanismos de toma de decisiones realmente democráticos). Pero ya no se las pedimos a nadie. Y no las pedimos por dos razones: la primera es que ya no hay nadie a quien pedir nada pues, como todos sabemos, las instituciones de gobierno, a cualquier escala (local, regional, estatal, europea), solo atienden a los intereses de las elites financieras mientras hacen (cruelmente) oídos sordos a las necesidades de las poblaciones. La segunda, y más importante aún, es que estamos hartas de estar hartas. Por eso hemos optado por ir construyendo poco a poco lo que queremos desde todas y cada una de las experiencias de reapropiación, desobediencia y politización a las que nos hemos referido más arriba.

Por eso tenemos que seguir diciendo “fuera” a la mafia, a la corrupción, al empobrecimiento de las poblaciones, a la privatización de los bienes y servicios públicos, a la exclusión de las personas no autóctonas, a la discriminación de las personas con diversidad funcional, a la destrucción de nuestro entorno natural o a la contaminación medioambiental. Decir “adiós” a todo lo que beneficia al 1%, pero asfixia las posibilidades de una vida digna para el 99%.

Pero también queremos gritar “hola” a la democracia, haciendo hincapié en el proceso colectivo desde el que estamos abriendo poco a poco el paso al proceso de organización de un movimiento ciudadano que aspire a tomar el poder para cambiar, desde abajo, las actuales reglas deudocráticas del juego, mediante un proceso constituyente construido desde la gente común.

¿Es esta, entonces, una movilización más? Sí, es una movilización más. Pero también es una movilización menos en el camino hacia ese proceso de profundización democrática.

¡Nos vemos pues, de nuevo, en las plazas!
 

Marisa Pérez Colina

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