En las Segundas Jornadas de Municipalismo, Autogobierno y Kontrapoder (MAK2) el taller del eje de auditoría de la deuda, coordinado por la Plataforma de la Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD) y al que asistieron unas 50 personas, se presentó la Red Municipalista contra la Deuda Ilegítima y los Recortes que nació en el encuentro celebrado en Oviedo el pasado mes de noviembre.
Sindicalismo social: producción cultural, cuidados, derecho a vivienda
1. En el mundo de la producción cultural encontramos tentativas de un sindicalismo a la altura de la complejidad del sector profesional, de las ciudades que habitamos y de nuestras propias vidas. Queremos explorar las posibilidades abiertas, asumimos el reto de impulsar procesos de organización para la conquista de derechos y condiciones dignas: de modo específico en nuestros entornos laborales pero también, en alianza con otros dispositivos de sindicalismo social.
La frase “auditoría ciudadana de la deuda” aparecía prácticamente en la totalidad de los programas electorales de las agrupaciones ciudadanas que concurrieron a las elecciones municipales de mayo de 2015. La labor de concienciación y empoderamiento llevada a cabo por los movimientos sociales, entre los que destaca el trabajo de la Plataforma de la Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD), pudo poner de relieve la necesidad de plantar cara a la losa de la deuda también a un nivel municipal. Estas elecciones abrieron las puertas de las instituciones a muchas personas que venían de los movimientos. Les permitió “abrir los cajones” y enfatizar -esta vez con datos reales en la mano- la necesidad de realizar procesos de empoderamiento que ayuden a la ciudadanía a comprender en qué situación nos encontramos y cómo y quiénes nos han conducido hasta aquí.
Tras casi dos años del asalto a las instituciones municipales, y casi seis del 15M, las dudas sobre cómo abordar un proceso de auditoría, las herramientas necesarias para ello y cuáles deben ser los resultados deseables están todavía presentes en el seno de las agrupaciones electorales y movimientos sociales que han decidido afrontar la compleja tarea de auditar un municipio.
Enterrado bajo numerosas discusiones sobre construcción de liderazgos, medios de comunicación, redes, marketing político y grandes dosis de improvisación, yace uno de los problemas centrales de la apuesta municipalista: la cuestión de la organización. Durante la fase electoral el tempo convulso de las campañas parecía no dar tregua, y cualquier reflexión que se moviese un ápice del presente se antojaba tan inactual como fuera de tono. Así, cuando se señalaban las contradicciones del poder institucional o se hablaba de la necesidad de construir un movimiento municipalista -condición básica para impulsar una política verdaderamente transformadora- las palabras caían en el vacío. Eran asuntos que "no tocaban" o que podían posponerse sin más; lo que apremiaba estaba en otra parte. Por supuesto, la cuestión orgánica -el viejo y recurrente problema del partido- ni siquiera contaba con mimbres para plantearse.
En los últimos años se han desarrollado iniciativas que pueden servirnos para imaginar los sindicatos del futuro. Son grupos basados en el apoyo mutuo, que enfrentan problemas propios pero se enmarcan en una lucha mayor, que emplean la acción directa y la pelea legal. Son como sindicatos pero en el campo de la vivienda, la salud o los cuidados. Tienen más que ver con los sindicatos de principios de siglo XX que con los actuales: aquellos pusieron en marcha cooperativas de vivienda, economatos, ateneos populares, cajas de resistencia, mutuas de todo tipo. A este tipo de sindicalismo, para diferenciarlo del existente, más centrado en lo laboral y salarial, se le suele llamar “sindicalismo social”. Estas iniciativas, además de pelear y ejercer derechos, son espacios de politización y empoderamiento de sus miembros, que generan vínculos más allá de la cuestión en conflicto y crean comunidades de apoyo e intercambio: la base material y afectiva para seguir luchando.
Profundizar en las herramientas del sindicalismo social dota de una interpretación concreta al modo de reconstrucción y reorientación de esta fase de movimiento. Lejos de ser una fase anclada en la cultura de la contestación, el impulso de estos movimientos debe entenderse como un momento crucial de organización de los sectores sociales más dañados por la crisis, en una suerte de sindicalismo precario, migrante y feminista protagonizado por precarios, trabajadores y trabajadoras pobres, parados, migrantes y mujeres de las periferias urbanas.
Por este motivo -en el corazón del proyecto institucional-, la pregunta que se debe formular ya no es en torno a la vinculación o no con los movimientos, pues esta cuestión ya está resuelta por muchos actos de contrición que se quieran hacer. La cuestión es si en los próximos años se puede o no levantar un nuevo ciclo político que devuelva el protagonismo al afuera del hecho institucional y deje oxígeno a proyectos y movimientos que se articulen dentro de esta nueva composición de clase ultraprecarizada.
El neoliberalismo no es un espíritu satánico que se manifiesta cuando algunas fuerzas oscuras lo convocan. El neoliberalismo es producto de la conquista de las instituciones por parte de las élites económicas y el poder financiero. Todo un asalto institucional. Para consolidar la privatización de servicios públicos fue necesaria la creación y el uso intensivo de herramientas jurídicas, leyes parlamentarias y tácticas capitalistas para cercar y extraer renta de la producción social: apertura de espacios para que se inyecte y circule el capital financiero sin sistemas de control públicos; sistemas de evaluación de los servicios públicos basados en métricas economicistas; pliegos y condiciones de contratación de servicios básicos que escamotean el control público; políticas, reglamentos y medidas coercitivas para convertir en mercancía el trabajo, la tierra, el dinero y los saberes. Por eso darle la vuelta al calcetín no es tan fácil. La santería no nos sirve.
¿Quién y cómo se define el marco de lo políticamente posible; qué es lo que queda fuera y de lo que no se puede hablar? Estos son algunos de los ingredientes fundamentales en la disputa política actual. Una disputa en la que los medios de comunicación, ese 'cuarto poder' pilar de las democracias representativas, son actores de parte.
Por ello, antes de nada, quizás sea oportuno –aunque quede a brochazos– un repaso del escenario mediático peninsular. ¿Cuánto tiempo se prolongará el actual boom de nuevos medios? ¿Son los últimos cierres de algunos de ellos –p.e. el semanario Ahora–, o las fusiones –como la de Ctxt y Diario– avisos de que se termina un ciclo que podríamos llamar la burbuja mediática? Sea lo que sea, las lógicas de mercado no van a tardar mucho en reordenar el sector concentrándolo en los nichos comerciales más rentables, los conglomerados más grandes y los modelos de negocio más ‘exitosos’.
Cualquier movimiento de los autodenominados "Gobiernos del Cambio" son respondidos con andanadas de titulares por parte de la caverna mediática "extended" (el País y otros medios tradicionalmente "progres" se suman sin problemas a estas razzias) y por los partidos del régimen. En no pocas ocasiones, a estas andanadas se suma un "fuego amigo" especialmente dañino: el de aquellos que, ocultos tras un débil "sentido común progre", dicen que hay que cambiar las cosas pero "gestionando bien". El "Cambio Tranquilo", ese oxímoron que pretend
En la segunda edición del encuentro municipalista MAK2, que se celebrará en Pamplona los próximos 20-22 de enero, trataremos de encontrar maneras de compartir el trabajo y los resultados de las diferentes investigaciones llevadas a cabo. La idea es poner en común tanto metodologías de investigación como encontrar vías de compartir investigaciones realizadas entre los grupos locales. La posibilidad posibilidad de articular una red permitiría sostener recursos en común en el tiempo y el desarrollo de acciones comunicativas y de denuncia coordinadas. También se trataría de encontrar vías para que, en caso de que fuese detectado algún delito, los resultados de las investigaciones pudiesen ser terminar en procesos judiciales impulsados por los propios movimientos municipalistas sin que estos hayan de subordinarse a los intereses de las instituciones o de los partidos políticos.
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