Saberes
Análisis y propuestas para una transformación democrática
25
Jul
2016
11:13
El movimiento municipalista se organiza
Por Fundación de los Comunes

Juan Díaz Ramos (@er_guan), Málaga Ahora, Movimiento por la Democracia Málaga

Nuestro salto a la Institución nos ubica en un nuevo lugar, con sus ventajas e inconvenientes, pero ineludiblemente nos ha de hacer prever y revisar prácticas. Es recurrente la enunciación del objetivo, incluso sentido, de un partido-movimiento, movimiento-partido, en esta nueva fase a la que saltamos hace poco mas de año.

El corto año de aterrizaje en lo institucional, junto a las múltiples citas electorales, nos ha desviado de dicho objetivo, de abordarlo, de experimentar en serio, lo suficiente al menos, como para evaluar y revisar prácticas. Eso sí, nos ha permitido constatar tanto desde el gobierno, como desde la oposición, que la institución por sí sola no basta, y que sin unos movimientos bien fuertes, no se puede.

Parece ser que agotado el largo ciclo electoral este objetivo vuelve a tomar protagonismo. En el seno de Podemos, de las distintas candidaturas de Municipalismo Democrático, en los propios Movimientos Sociales, el asunto es recurrente. También porque nos acercamos a un nuevo ciclo, tras la previsible investidura de un nuevo Gobierno del Régimen del 78, en el que Europa reclamará los recortes que lleva tiempo posponiendo en una nueva ofensiva austericida que se suma a las anteriores.

En este contexto se celebró recientemente las Jornadas Municipalismos, Autogobierno, y Contrapoder, en Málaga. Y dentro de ellas se desarrolló un eje de trabajo que abordaba la cuestión de la organización, del que surgieron preguntas y debates. Pero cuando hablamos de procesos organizativos desde el municipalismo, o de generar ese partido-movimiento, qué método nos planteamos. Ese papel que ya venimos asumiendo: ¿nos situamos desde fuera como una figura de mediación y acceso a la institución? Pero más allá de ello. ¿Nos implicamos en los procesos autoorganizativos? Y así fuese, ¿nos diluimos en ellos como un actor más, o mantenemos una identidad fuerte en su seno como organización? ¿Nos interesan movimientos autónomos o vinculados a nuestra organización? Partimos de que necesitamos un mínimo de personas para poder trabajar desde nuestra organización. Pero ese grupo, ¿lo dedicamos a agregar, a crecer y a “absorber” personas y movimientos a nuestra organización; o a promover procesos autoorganizativos autónomos y establecer sinergias y redes, en torno a una serie de vectores estratégicos de demandas y propuestas?

Cuando hablamos de Partido-Movimiento ¿lo hacemos bajo el paradigma clásico propio de la mejor tradición de los Partidos Comunistas del s.XX, donde el Partido era el centro de la hipótesis revolucionaria, al que se debería de supeditar y agregar el tejido organizativo sindical y social? ¿O lo hacemos bajo un paradigma del Movimiento en Red, propio del s.XXI, donde a partir de objetivos y estrategias comunes se articulan los distintos colectivos, manteniendo su margen de autonomía?

El debate sobre el método no es baladí, dado que según se opte por unas formas u otras, los márgenes de entendimiento-cooperación, o desencuentros-disputas divergirán.
En el seno de Podemos, y sobre Podemos, el debate es recurrente. En las interpretaciones de los resultados electorales por la perdida de más de un millón de votos, hay unas que apelan a la perdida de capacidad de movilización de un electorado por definición crítico con tendencia abstencionista, que ante el enrocamiento organizativo, el control centralista, y la poca posibilidad de desborde perdió ilusión y posibilidad de movilización. También está sobre la mesa el método organizativo a seguir en esta nueva fase post-electoral, tanto a nivel interno como partido, como a nivel de relación con los distintos espacios organizativos.

En el seno del Movimiento Municipalista y los movimientos sociales que lo respaldaron, incluso impulsaron, el debate no es menor. En la fase previa a la llegada a la institución a grandes rasgos se puede diferenciar aquellos procesos que surgieron del seno de Podemos, en los que la Candidatura era Podemos (o parte) con otro nombre, respecto otras dinámicas de construcción de confluencias entre personas de diversas procedencias que dieron lugar a las Candidaturas de Municipalismo Democrático.

La llegada a la institución complejizó el escenario, y se han dado situaciones diversas: desde una absoluta desvinculación de representantes institucionales (o parte) respecto al soporte organizativo que les aupó a su posición; a la fragmentación cotidiana entre las partes que compusieron la candidatura, cuando estas fueron fruto de coaliciones; pasando por conflictos derivados del intento de desnaturalización de las confluencias y su marco constituyente, hacia la pérdida de su autonomía vinculándolas a partidos externos, normalmente más por la iniciativa de personas de estos partidos, que por decisión de los propios partidos.

Tras cada uno de los escenarios descritos emerge el mismo debate de raíz, el debate del método: un método centralizado, de control, con lógica de mayorías, que busca de forma rápida la hegemonía, y la uniformidad, tanto a nivel interno, como a nivel de relaciones con el resto de espacios organizativos, y donde la lógica discursiva que lo ha legitimado y naturalizado ha sido (y es): “el asalto a los cielos”, “la ventana de oportunidad”, “el momento histórico”, “la altura de miras”…En definitiva, la urgencia y el fin, sobre los medios, donde las críticas cuando se dan, son ignoradas, o son leídas como inoportunas, cainismo, tendencia al gueto, pureza naif, nostalgia del 15M, etc. mediante un solo espectro blanco-negro de interpretación: “dentro-fuera” “pro-anti”.

Otro de los método posibles ha sido el distribuido, de desborde, con lógicas de consenso, cooperación, y diversidad, tanto a la hora de componerse entre personas de diversas procedencias en el seno de un proceso organizativo, como a la hora de articular relaciones de sinergia y cooperación con diversos espacios.

El debate y contraste de métodos, con ligeras variaciones, no es nuevo, se remonta años, décadas, incluso siglos atrás. La diferencia, la novedad que no podemos ignorar, es un acontecimiento reciente, el 15M, un acontecimiento que supuso una radical transformación subjetiva de gran parte de la sociedad. Un Movimiento que antes que una organización, es un método, una especie de software libre que se ha ido replicando adaptándolo a distintas iniciativas y procesos organizativos. No son ajenas al acontecimiento 15M, Podemos y las distintas Candidaturas Municipalistas, de él beben, a él apelan, de él captan la mayor parte de sus simpatías, votos, y militantes. Tampoco son ajenas a los métodos, al software 15M, en mayor o menor medida, en unos momentos con más, en otros con menos intensidad, lo han asimilado en sus prácticas organizativas.

Si damos por buena la premisa pragmática, de que lo que importa son los resultados, que no es tan importante el debate sobre la correspondencia entre fines y medios. Hay que atender rápidamente al mencionado cambio subjetivo operado en gran parte de la población a raíz del 15M. Aquellos procesos o experiencias que han operado más fielmente bajo las premisas 15M –o las han sabido aparentar, aunque las apariencias duran poco–: diversidad, consenso, democracia, desborde, proliferación, han conseguido mejores resultados, y evolución positiva de los apoyos. Aquellas que progresivamente más se han ido alejando, han ido perdiéndolos.
Normalmente el viejo debate se resolvía en una confrontación entre Coherencia vs. Pragmatismo. Con el cambio subjetivo operado con el 15M, la experiencia ha dotado de éxito la lógica del método y la coherencia, lo pragmático ha mutado a ser coherente en los medios, los buenos resultados dependen de aplicar un software 15M, rompiéndose la vieja dicotomía.
También fue recurrente durante las Jornadas el debate Institución vs. Contrapoder. Pero tal dicotomía también deja de operar en el momento que aplicamos prácticas 15M desde la Institución, frente a prácticas reproductoras del Régimen del 78. En el momento que lo hacemos, la presencia institucional también puede derivar en contrapoder, y la dicotomía vuelve a ser la previa al asalto institucional Régimen del 78 vs. Proceso Constituyente.

De cómo se aborde la cuestión metodológica en lo organizativo, pende el futuro, éxito, y continuidad, de las distintas experiencias de asalto institucional: Podemos, Municipalismos Democráticos, o las por venir.

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comentarios

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    Ana Cecilia Diberstrin
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    Lun, 07/25/2016 - 23:46
    Me gustaría contactarlos. Soy argentina pero vivo e. El Reino Unido Este libro les puede interesar siento que este en inglés El arte de organizar la esperanza The politics of Autonomy in Latin America. The Art of organising Hope (Palgrave Macmillan, 2015) http://www.palgrave.com/page/detail/the-politics-of-autonomy-in-latin-america-ana-cecilia-dinerstein/?K=9780230272088 Soy Research Partner De un proyecto New Politics en el TNI https://www.tni.org/en
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