Culturas
Reflexiones sobre filosofía, historia, literatura y política
22
Ene
2016
16:53
Huella sobre huella
Por Jactaos Vosotros


Aquellas dos islas de la costa normanda, la menor llamada Tombelaine y, a poca distancia, la de Mont−Tombe, habían sido lugares sagrados en tiempos de druidas. Gran parte de sus construcciones debía de seguir aún en pie cuando en el siglo VIII el abad Aubert, santo, decidió erigir un oratorio en la mayor de las dos, más conocida hoy como Mont Saint− Michel. La leyenda dice que durante la labor de demolición de los restos paganos, habiendo fracasado los obreros en su intento de derribar el último menhir que se alzaba enorme en la cima de la montaña, el abad trajo del pueblo a un niño recién nacido y, apoyando un piececito suyo en la piedra, logró que ésta al fin se viniera abajo. Hoy, por encima de esta imagen de devastación y futuro a la vez, permanece aún el templo románico edificado sobre el antiguo, ahora enterrado e invisible, como en el caso de tantas y tantas iglesias cristianas que ocultan en sus cimientos huellas de otras culturas.

Rastro sobre rastro, capa contra capa, lo siguiente cubre lo anterior y lo entrega al olvido. Así, los hallazgos arqueológicos no suelen ser sino la constatación de que, asombrosamente, las cosas han de situarse en un tiempo más remoto de lo que se había alcanzado a suponer. Sucedió de manera parecida con los grandes descubrimientos geográficos que, en realidad, solamente mostraban —a partir de intereses diferentes— lo velado. Navegantes y aventureros se encontraron una y otra vez con que, allá donde llegaran, no eran los primeros: alguien había estado acaso antes que ellos, conviniera o no reconocerlo. Tanto Colón como Pizarro y Cortés señalan haber visto indígenas de piel blanca y haber escuchado creencias entre ellos acerca de un dios rubio y barbudo venido de Oriente. Vikingos o vascos, o quién sabe qué expediciones o individuos aislados, les habrían precedido adentrándose en el continente, aun cuando no siempre regresaran para contarlo, ni quedara suficientemente registrada su hazaña.

Los conocimientos y saberes no sólo se ganan, también se pierden. Y en absoluto únicamente los menos útiles. En efecto, a bordo de las naves de los conquistadores españoles y todavía mucho después, se ignoraba lo que los vikingos cientos de años antes habían sabido bien: el escorbuto, la temida enfermedad mortal de las largas travesías marítimas que llenaba la piel de tumores apestosos y causaba estragos en la tripulación, se podía evitar llevando en los barcos barriles de col ácida cruda —la misma que los romanos elogiaban por sus virtudes—, es decir, cargando a bordo con reservas de la necesaria vitamina.

Incluso en la percepción de la propia existencia se encuentra el sentimiento de que cualquier suceso es más reciente de lo que en verdad es: tenemos a menudo la impresión de estar conociendo o dándonos cuenta por primera vez de algo que, de hecho, conocíamos ya, pero ha sido borrado mientras tanto por completo de nuestra memoria. Es posible que esto tenga que ver con la fuerza de relámpago que irradia el presente, o también con la convicción, grabada en profundidad a pesar de todo, de que seguir vivo es rodearse continuamente de lo nuevo. Y sin embargo, ¿no será que muchas veces estamos dando un giro tras otro en torno a nosotros mismos?

“Puedo hablar del olvido y saber de lo que estoy hablando, pero ¿cómo podría saberlo si no lo recuerdo?”, dice el filósofo cristiano Agustín en sus “Confesiones”. Mas ¿de qué modo recuperar lo que un día se ausentó de la memoria? ¿Cómo estar en condiciones de buscarlo y de reconocerlo, caso de presentarse? Siquiera recordar que se ha olvidado —y destruido y sepultado— aunque no se sepa qué...

comentarios

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    Nuda Vida
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    Sáb, 01/23/2016 - 10:19
    Precioso!!! Muchas gracias!
  • Jactaos Vosotros

    Elena Martínez Rubio es doctora en Filosofía y licenciada en Filología Vasca. Autora de Bidaia filosofiak (Utriusque Vasconiae, 2015), Vivíamos a la vuelta de la esquina (editorial Bermingham, premio Ciudad de Pasaia de Poesía 2010), del diccionario Euskara-Alemana Hiztegia/Deutsch-Baskiches Wöterbuch (Elkar, 2006 y 2009)... Traductora al alemán de Comunicado urgente contra el despilfarro de Agustín García Calvo (Belladona, 1981), al castellano de Filosofía y Política/Heidegger y el Existencialismo de Hannah Arendt (Besatari, 1997) y Si estoy desesperado, ¿a mí que me importa? de Gunthër Anders (DDT, 2012), entre otros. Editora de Günther Anders (Llámese cobardía a esa esperanza, 1995), Alain Badoiu (Etika, 1997), etc. Ha colaborado con Diagonal, Egin o Gara.

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