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Blog de divulgación económica y sociolaboral para todos y todas.
07
Mar
2016
18:15
El activo cultural europeo enfrenta el reto de las trazas anacrónicas
Por Economía para todos

Bertolt Brecht escribió La resistible ascensión de Arturo Ui, una obra de teatro que analiza la toma del poder de los nazis en la Alemania de los 30'. Su intención declarada fue desmitificar la figura de Hitler mediante una parábola del hacer negocios de los gánster de Chicago en tres ámbitos determinados: el Estado, los grandes industriales y los pequeños propietarios. ¿Cómo es posible que un modus operandi de gánster llegue a convertirse en tabla de la gran política? Decía Ortega y Gasset para el caso italiano: Todo movimiento revolucionario se adueña del poder ilegítimamente, pero el fascismo una vez asentado en él, lo ejerce también con ilegitimidad[1]. Hacer de la violencia no ya un medio, sino un derecho, es el triunfo de la irracionalidad, y convertirlo en piedra angular política no sólo requiere de grandes dosis de fuerza bruta, sino también de oscuros mecanismos que faciliten el consenso colectivo.

Este plan mafioso está en la agenda principal de ciertas élites sociales. Para ello, están llamando a las puertas de Europa a los restos arcaicos de la tradición cultural más aberrante de nuestra historia. Las señales son ya muchas. Tenemos una Europa reactiva donde los oportunistas medran promoviendo - conscientemente o no – patrones parasitarios de la antigüedad. Esta Europa empobrecida funciona en base a automatismos conocidos. Como muestra el botón de los atentados de París del pasado 13 de noviembre del 2015; dice Serge Halimi que un jefe de Estado está casi obligado a reaccionar frente a acciones espectaculares de este tipo. La presión política lo invita a anunciar inmediatamente algo, incluso a veces cualquier cosa, no importa qué […] a final todo eso resulta ser a menudo  insensato, estúpido; pero sólo unos meses más tarde[2]. El hecho de que este tipo de automatismos se estén activando increchendo (guerra preventiva, gestión migratoria xenófoba, grandes transferencias de rentas trabajo-capital, disminución de libertades, pérdida de soberanía...), nos indican que hay poco de casualidad en la manera en que se gestiona la agenda. Los mismos hechos históricos pudieran ocurrir en otro contexto social y cultural, dando lugar a reacciones muy distintas a las que estamos asistiendo.

Entonces, la pregunta sería ¿cómo funcionan estos automatismos político-mediáticos? En un primer plano de la vida pública encontramos al común de los pobladores que toman decisiones cotidianas cuyo alcance es normalmente a corto plazo. En un segundo plano de la vida pública, existe la implementación de procesos de control de las condiciones objetivas del consenso social, que pre-condicionan las primeras mediante la anticipación. Y es en este segundo plano donde se ha librado en las últimas décadas, la verdadera batalla del vaciado cultural de Europa; para que ahora aparezca como espontáneo e irremediable, lo que no era sino el mantenimiento del estatus de una élite cada vez más reducida, en torno al centro debilitado del Estado-nación y otro centro que viene a reemplazarle: el feudalismo corporativo multinacional.

Sin embargo el destino no está decidido. Europa sigue teniendo en su haber un ingente activo cultural. Existe una tupida red del saber hacer las cosas – know-how –  que atraviesa la sociedad de la mano de una serie de tradiciones formales e informales en las relaciones humanas, que podríamos denominar, en sentido amplio, como: la cultura. Esta particular manera de hacer las cosas es la que históricamente ha generado riqueza, es la que contribuye cotidianamente al sostenimiento de la vida, que apuesta por una vida plena a pesar de tener que enfrentar continuamente los fenómenos parasitarios. Esta cultura del saber hacer las cosas es compartida en distinto grado por muy diversas tradiciones, en general todas aquellas que en alguna medida se oponen a la configuración totalitaria del poder. Hoy, el desafío de Europa debe atender la cuestión cultural, las tradiciones que posibilitan los procesos transformadores de la economía. Ante la omnipotencia y omnipresencia de la cultura del poder, el quehacer consciente de la intelligentsia politécnica; lo que queda de activo cultural europeo, que no es poco.
 

Artículo escrito por Víctor Méndez

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Referencias:

[1] José Ortega y Gasset. “Fascismo en Ciernes”. Texto 24 “Ilegitimidad”.
[2] Serge Halimi “El arte de la guerra estúpida” Le Monde Diplomatique en español. Diciembre 2015.

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