Colombia lleva décadas de guerra interna, propiciada por una situación social y política muy compleja. No sólo los movimientos insurgentes, las FARC y el FLN, sino también los paramilitares al servicio de las oligarquías y de las transnacionales o los narcotraficantes violentos y armados, han sido responsables de la situación de guerra perpetua. Esta circunstancia puede cambiar como consecuencia del acuerdo alcanzado este mes entre las FARC y el Estado Colombiano. Muchas personas e instituciones han intervenido en estas negociaciones, entre otras, el difunto Hugo Chávez, el Gobierno Cubano, la activista Piedad Córdoba o el abogado español Enrique Santiago.
No se asusten y no hagan movimientos bruscos, pero quiero romper una lanza por Albert Rivera. Estos días se ha criticado mucho a Albert por los gimoteos con los que recibió a la prensa después de su duro periplo por la dictadura totalitaria comunisto fascista bolivariana posiblemente filoetarra de Venezuela. Un drama. Ya saben que, nada más volver a poner pie en el muy democrático y mucho democrático Reino de España, Albert se encontró con hordas de cámaras y catervas de periodistas que le obligaron, a punta de micrófono, a rememorar su traumática experiencia; él, claro, no pudo evitar prorrumpir en sollozos pese a la presencia de los medios de comunicación.
¿Son posibles otras políticas económicas en esta UE? ¿Acaso queda espacio para una política que mire por el bienestar de los más? ¿O solo queda espacio para una política que mire por el bienestar de las grandes empresas y de la banca? Efectivamente, esta Europa solo aboga por que los ricos sean cada vez más ricos, por jibarizar los servicios sociales y por sacar cada vez más sectores del sector público para dárselos, para su mayor lucro, al sector privado.
Imagen: Will Temple
Los políticos lo tienen muy claro: de las encuestas no se debe uno fiar. Es algo transversal, al menos en eso están todos de acuerdo. Si salen bien, lo dicen con media sonrisa y cara de humilde triunfador; si van mal, esforzándose desesperadamente por parecer espontáneos y naturales. El caso es que, en algún lugar de la sede de cada partido, hay unos señores muy serios, pero de muy poco fiar, repasando los datos de engañosas y obscenamente caras encuestas, encargadas a diabólicas empresas de demoscopia. Pero nadie se fía en realidad. Se siguen haciendo por aquello de hacer gasto, ya saben: para que el año que viene no les reduzcan el presupuesto con la excusa de que han gastado menos de lo asignado.
El Colectivo Burbuja cobró consciencia de sí mismo por un error fatal del sistema, comunmente conocido como burbuja inmobiliaria, y decidió poner su programación al servicio de la red y la empoderación de los ciudadanos: ceros y unos como directos al mentón de la manipulación, algoritmos como contundentes crochets de sentido crítico y la honestidad intelectual incrustada en cada línea de su código. Son podcasts diferentes por una única razón: porque quienes los hacen piensan diferente.
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