En Tiempos Modernos (Charles Chaplin, 1936), la máquina de comer Bellows prometía ahorrar al patrón el tiempo de descanso para la comida, mejorando de ese modo la productividad. En la película, la propuesta era desechada después de ser probada con uno de los trabajadores (Charlot) y no funcionar de forma correcta. Hoy tenemos comidas de negocios. Que nuestro tiempo de descanso es incorporado al tiempo productivo es algo que sabemos. Y no únicamente porque llevemos el trabajo con nosotros cuando abandonamos nuestros despachos, pasillos, cubículos y demás geometrías; ni porque nuestras preocupaciones se sirvan en la mesa a la hora de la comida y se contraigan en la sonrisa que no siempre sabemos devolver a nuestros hijos. Es algo más que eso: el tiempo productivo ha fagocitado nuestras vidas al completo. Engulle incluso los sueños que soñamos.
«Se te ve bien», escribí una vez en un mensaje a una amiga a la que no veía desde hacía un par de años. «En Facebook todo el mundo se ve bien», me respondió. Tras su perfil actualizado diariamente con eventos y sonrisas continuaba la misma dificultad de siempre para llegar a fin de mes; las jornadas maratonianas; las mismas ecuaciones irresolubles con el tiempo. La tiranía de la actividad tampoco se detiene cuando llegamos a nuestra casa, hoy convertida en mesa de operaciones de una vida en actualización constante, donde perfiles y bandejas de entrada renuevan incesantemente una comida que reclama nuestro recibí. Pero ¿en qué hueco de nuestro rostro sonriente conseguimos disimular nuestro cansancio? La sonrisa Facebook es una sonrisa de trabajo.
En la película, Charlot apretaba tuercas. El ritmo de trabajo en la cadena de montaje le hacía enfermar; ya enfermo, suponía un estorbo y era expulsado de la cadena. En la actualidad, ni siquiera enfermos, ni siquiera sin trabajo abandonamos esa cadena; continuamos apretando tuercas, asegurando el orden.
¿Cómo se interrumpe la cadena de producción del sentido? ¿Qué nos haría ser un estorbo?
Música relacionada:
Your bodies (tu barco), de Le Parody (álbum Cásala Soundtrack)
Letra:
Hay un momento en que el funcionamiento de la máquina se vuelve tan odioso, te angustia tanto, que no puedes formar parte; no puedes formar parte ni siquiera pasivamente, y tienes que poner tu cuerpo sobre los engranajes y sobre las ruedas, sobre las palancas, sobre todo el aparato, y tienes que hacerlo parar. Y tienes que indicarle a la gente que lo dirige, a la gente que lo posee, que a menos que seas libre la máquina no volverá a funcionar en absoluto.
(Mario Savio, Free Speech Movement, California 1964)
No se ve, no hace ruido. Me agarró de la mano.
"Al llegar hay un baile". ¿A dónde va tu barco?
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Una vez escuché a alguien decir que si todos sacásemos nuestro monstruo se haría innecesario seguir hablando de monstruos. Pues bien, me siento cerca de este huésped al que nadie ha invitado. Una fría tarde de invierno ve una luz encendida y decide entrar. Sin más.
En un momento en el que no se espera de nosotros otra cosa que obediencia y miedo, intentar pensar al margen de los discursos oficiales es para muchas un modo de resistencia. Por supuesto, no esperamos una invitación.
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