Saberes
Destituir Occidente, Construir Comunismo
05
Feb
2016
12:13
La Luz y la Oscuridad

Gran parte del globo terráqueo brilla al son de la Luz del capitalismo. Una luz que busca llegar a todo espacio posible, al precio que sea. Una luz llena de símbolos y significados, seductora –porque, lo queramos o no, el capitalismo es visto con buenos ojos por una inmensa cantidad de espacios– y fascinante en el sentido de que maquilla de forma magistral todo lo que hace. Una luz que nos ha traído cosas muy buenas, si bien es cierto que éstas se ven profundamente contrarrestadas por las malas. La Luz del Progreso.
 
Frente a la Luz, la Oscuridad. Al igual que este mundo brilla gracias a un amplísimo juego de luces que nos oferta la producción del mercado que impera en la actualidad, también existe en él toda una red de realidades en las que los rayos luminosos del capital están fulminando todo, espacios despojados de gran parte de su devenir. Territorios condenados al ostracismo de las tinieblas, la Larga Noche en ellos parece más lóbrega.
 
Pero es en la Oscuridad donde nace todo. Primero fue la Oscuridad… lo negro, lo incierto, el desorden. Luego vino la Luz, para señalar y ordenar.
 
Todo aquello que está expuesto a la Luz se halla en un estado de metástasis crónica. Tras las imágenes de la Luz, la verdad del Imperio Occidental blanco colonial, racista, patriarcal, explotador y destructor. De ahí que exista todo un arsenal de mecanismos que, desde el primer momento de nuestras vidas, se adhiere a nosotros para introducirnos de lleno en el orden actual de las cosas y hacernos sentir cómodos en él. Un orden gaseoso cuyas consecuencias, sin embargo, son sólidas. Un orden de construcciones inmateriales que horadan en lo más profundo de la carne –material. La Luz hace ver, pero no es visible. Garantiza la presencia, pero siempre queda sustraída del presente.
 

Se ve, pero no se toca

 
Estamos en crisis, y no hablamos de la crisis actual. La crisis que padecemos –y que se está propagando peligrosamente en todas direcciones– tiene infinidad de caras: ‘crisis económica’, ‘crisis de la presencia’, ‘crisis de identidad’, ‘crisis política’, ‘crisis social’, ‘crisis poblacional’… Crisis generadas y administradas por la Luz, que sirve como droga para no morir por la verdad. Crisis en la que los cuerpos han sido objetualizados y despojados de todo ser, donde somos más espectadores que agentes. Crisis de un desierto que, anunciado hace mucho, está aquí y ahora.
 
Debido a la alta exposición a los focos de la Luz, nuestro contacto con la Oscuridad se ha debilitado, por lo que igual no sabemos cómo actuar en caso de Apagón. El rizoma de multiplicidades que somos está inmerso en un mundo luminoso y ordenado con una luz tipo que nos señala y reconoce, un mundo que incluye excluyendo y excluye incluyendo, un mundo vertical que atraviesa lo horizontal para someterlo y figurarlo, dejándolo todo en una suspensión que amenaza con ser infinita.
 
Las potencias no se desatan con la Luz, sino con la no luz de la luz, el no ver del ver (Blanchot). Las realidades sin luz en las que la Luz quiere ser fuerte parecen invisibles a nuestros ojos –dado el grado de luminosidad al que nos enfrentamos–, pero están ahí, se mueven, huyen, horadan, crean. Hay algo en sus entrañas que lleva al poder a focalizar todas las energías en su anulación y en su encendido. Un ‘algo’ que no es baladí. Porque los recursos, las materias primas, la heterogeneidad, la conservación de la tradición, el desorden, el cuidado de sí, la fuerza de trabajo o la magia procedentes de la Oscuridad Salvaje son elementos importantes estratégicamente hablando, y la Luz sabe de ello.
 

Es preciso tener un caos dentro de sí para poder dar a luz a una estrella fugaz
Así habló Zaratustra
Friedrich Nietzsche

 
La Luz no es real, es extática. Brilla, no ilumina. Mata, no es fuente de vida. No nos pertenece, quiero someternos. Se ha apropiado de la Noche para convertirla en la Larga Noche del Malestar; ha mancillado lo oscuro, lo sinuoso, el devenir. Esconde a la luz verdadera, la que parte de la matriz invisible que nos da fuerzas para vivir esta vida que muchos de nosotros no merecemos.

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