listadodesigualdades sociales en salud
CONSULTA DE ENFERMERÍA.
Queremos informar de que a partir del día de hoy no se admitirán opiniones ni quejas sobre listas de espera, recortes en sanidad, sustituciones de personal, reducciones de plantilla o cualquier otro problema de índole política relacionada con la sanidad pública.
Esto es una consulta de Enfermería, no es un consultorio, ni un confesionario, ni un lugar para quejarse de la pésima situación del sistema sanitario. El momento para mostrar el descontento o cambiar fue el pasado 26 de junio de 2016.
Madrid 27 de junio de 2016.
"Few major social advances in public health have been achieved without health workers taking political risks." (Pocos avances sociales importantes en materia de salud pública se han logrado sin que los trabajadores sanitarios tomaran riesgos políticos). [Ronald Labonté. Lancet. 2013]
1. Aceptar que las desigualdades en salud existen, y que son un problema importante de salud tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo.2. Aceptar que cualquier cosa que esté afectando a la salud, sin importar su origen biológico o social, está en el ámbito profesional de la medicina.3. Aceptar y reconocer la naturaleza complementaria del sector de cuidados informales y su rol en la conformación de las desigualdades en salud.4. Desarrollar una práctica clínica que sea sensible a las clases sociales, el género y los aspectos étnicos, viendo cómo se podrían aplicar en la práctica clínica acciones de discriminación positiva.5. Analizar cómo la práctica clínica y los protocolos pueden reducir las desigualdades en salud, identificando formas de aminorar los efectos de las desigualdades en salud a través de la práctica clínica.6. Llevar a cabo investigaciones cualitativas para entender mejor el efecto de los procesos de estratificación social y su efecto sobre la práctica clínica.7. Desempeñar investigaciones cuantitativas (ensayos clínicos aleatorizados) para determinar el potencial efecto de intervenciones clínicas que pretendan disminuir las desigualdades en salud.8. Participar en alianzas que aspiren a producir entornos saludables, tales como iniciativas en entornos domésticos, escuelas, ciudades y puestos de trabajo.9. No olvidar que los médicos, en su práctica clínica, pueden reproducir sesgos de género (mayor esfuerzo terapéutico en hombres que en mujeres para el mismo problema de salud) incluso de forma inconsciente.10. Ver cómo desarrollar partenariados o colaboraciones con los medios de comunicación para aumentar el interés por las desigualdades en salud tanto en la sociedad como en las agendas políticas.
"Desde la perspectiva de las capacidades, los individuos se convierten en moralmente responsables de sus elecciones según sean sus capacidades, no de forma independiente a estas. Las eleccines que uno hace dependen de las opciones que uno tiene. Y, la conexión entre las elecciones personales y los resultados obtenidos sólo se pueden establecer después de tener en consideración el papel causal de los condicionantes biológicos, las condiciones físicas y las sociales. Sin eso, podríamos estar haciendo plenamente responsable a la gente de decisiones de las cuales son, solamente, responsables de forma parcial."
Hace varios meses, un hombre de 52 años ingresó de urgencias, tras varios infartos, en un hospital público, donde le diagnosticaron una grave cardiopatía crónica. Los médicos consideraron que a medio plazo sería imprescindible realizarle un trasplante de corazón para alargarle la vida. El caso no tendría mayor relevancia pública si no fuese porque, en esa ocasión, el hospital se negó a incluirle en la lista oficial de trasplantes por un motivo que aparentemente se escapaba a las disquisiciones estrictamente médicas. La razón del rechazo fue que el paciente vivía rodeado de unas condiciones sociales y laborales precarias. Sin domicilio y sin trabajo fijos, el enfermo no podía garantizar una adecuada recuperación tras el necesario trasplante. A la hora de priorizar a quién deberían ir destinados los nuevos órganos, el hospital no arguyó si la afección que padecía ese hombre era más o menos antigua o más o menos grave que la de cualquier otro, ni si su organismo era o no compatible con los órganos venideros. La baja posición social y laboral centralizó el principal argumento para excluirle de la lista de prioridades. La condición de pobre y no la dolencia física que padecía fue lo que, en la práctica, le cerró las puertas de los servicios públicos.
"Un aspecto central de este artículo es que el paradigma individualista de los estilos de vida es demasiado estrecho y poco realista porque no considera las influencias estructurales en las elecciones de los estilos de vida.
(...)
Hay ocasiones en las que la estructura tiene un gran peso pero no niega el papel de agencia, y otras veces en las que la estructura abruma a la agencia. Una orientación macrosocial no significa que las acciones estén estructuralmente predeterminadas; sin embargo, reconoce que las estructuras sociales influyen en los pensamientos, las decisiones y las acciones de los individuos. El paradigma teórico presentado en este artículo está fuertemente apoyado en Weber y Bordieu. A pesar de que Bordieu, en particular, tiene sus críticos, su noción de habitus representa una conceptualización lógica novedosa de la internalización de estructuras externas en la mente y los procesos perceptivos del individuo.
(...)
El modelo teórico de estilos de vida presentado aquí establece que cuatro categorías de (1) variables estructurales, especialmente circunstancias de clase, pero también edad, género, raza/etnia, colectividades y condiciones de vida, que proveen el contexto social para (2) la socialización y la experiencia, que influyen en (3) las elecciones vitales (agencias). Estas variables estructurales constituyen agregadamente las (4) oportunidades vitales (estructura). Las elecciones y las oportunidades interaccionan y conforman las (5) disposiciones para actuar (habitus), llevando a (6) prácticas (acción) incluyendo (7) uso de alcohol, tabaquismo, dieta y otras acciones relacionadas con la salud."
La forma en la que se reparten los recursos bajo una apariencia de justicia (justicia distributiva) no es el resultado de aplicar de forma aséptica una fórmula matemática, sino que es el punto final de aplicar un marco teórico en el que se reproduce (de forma más empírica o menos) la interacción del individuo con la sociedad. El papel de los determinantes sociales en la salud está muy presente en los discursos teóricos, pero aún no ha llegado, en absoluto, a impregnar la toma de decisiones en materia de asignación de recursos y, mucho menos, los discursos mayoritarios a pie de calle.
Con este post inauguramos serie de 4 artículos sobre teorías de la justicia y política sanitaria. Los siguientes serán sobre abordajes basados en la justicia de aspectos de (1) cobertura sanitaria, (2) inclusión de prestaciones y (3) aportación económica del usuario -copagos-.
1. Aceptar que las desigualdades en salud existen, y que son un problema importante de salud tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo.
2. Aceptar que cualquier cosa que esté afectando a la salud, sin importar su origen biológico o social, está en el ámbito profesional de la medicina.
3. Aceptar y reconocer la naturaleza complementaria del sector de cuidados informales y su rol en la conformación de las desigualdades en salud.
4. Desarrollar una práctica clínica que sea sensible a las clases sociales, el género y los aspectos étnicos, viendo cómo se podrían aplicar en la práctica clínica acciones de discriminación positiva.
5. Analizar cómo la práctica clínica y los protocolos pueden reducir las desigualdades en salud, identificando formas de aminorar los efectos de las desigualdades en salud a través de la práctica clínica.
6. Llevar a cabo investigaciones cualitativas para entender mejor el efecto de los procesos de estratificación social y su efecto sobre la práctica clínica.
7. Desempeñar investigaciones cuantitativas (ensayos clínicos aleatorizados) para determinar el potencial efecto de intervenciones clínicas que pretendan disminuir las desigualdades en salud.
8. Participar en alianzas que aspiren a producir entornos saludables, tales como iniciativas en entornos domésticos, escuelas, ciudades y puestos de trabajo.
9. No olvidar que los médicos, en su práctica clínica, pueden reproducir sesgos de género (mayor esfuerzo terapéutico en hombres que en mujeres para el mismo problema de salud) incluso de forma inconsciente.
10. Ver cómo desarrollar partenariados o colaboraciones con los medios de comunicación para aumentar el interés por las desigualdades en salud tanto en la sociedad como en las agendas políticas.
En el verano de 2013 escribimos un artículo para la revista Comunidad; dicho artículo salió publicado en enero de 2014 y nos hicimos eco en el blog.
Paisajes de la Mongolia profunda, por mí. |
"La disponibilidad de una buena atención médica tienda a variar inversamente a la necesidad de la población asistida."
"Esto [...] se cumple más intensamente donde la atención médica está más expuesta a las fuerzas del mercado, y menos donde la exposición esté reducida."
La gráfica de la izquierda (A) nos dice que se vacunaron más en aquellos estados en los que la mortalidad por cáncer de cérvix era más baja antes de la introducción de la vacuna (esto es, que la vacuna no tiene nada que ver porque no ha habido tiempo para ello -y, adivinando, poco que ver tendrá-); esto es, no se vacunó la gente que más lo necesitaría (y donde la vacuna, cuya efectividad estaba cuestionada, mayor beneficio potencial tenía) y se vacunó más la población que menos lo necesitaba.En la gráfica de la derecha (B) se observa que se vacunaron más aquellos estados con una renta promedio más elevada y las cifras de vacunación fueron menores allá donde los ingresos también lo eran.
Recomendación 5: Ampliar la cobertura pública de prestaciones que actualmente son deficitarias (ej.: bucodental, rehabilitación, ayudas visuales y auditivas) priorizando, según criterios de equidad, aquellos procesos que, por su prevalencia e ineludibilidad, provocan en mayor medida el recurso al sistema privado por parte de población con recursos limitados.
"Ir por la calle con un cuchillo verdey dando gritos hasta morir de frío." (Pablo Neruda).
Entrevistador: Si pasa frío en su propia casa, ¿qué efecto tiene eso en su vida en general?
Entrevistado: Terrible. Algunas veces nos vamos a la cama en torno a las 7 de la noche y la gente que viene a vernos con frecuencia sabe que no tiene sentido venir después de esa hora porque saben donde estamos. Lo mejor para nosotros es subir las escaleras y meternos debajo de las mantas para mantenernos calientes. (Evelyn, pareja de mediana edad).
Lorenc. Tacklong fuel poverty through facilitating energy tariff switching: a participatory action research study in vulnerable groups. Public Health. 2013. (enlace)
Estudio interesantísimo en el que trataron de explorar, mediante un trabajo de Investigación-Acción-Participación el cambio a tarifas energéticas más baratas por parte de personas pertenecientes a colectivos vulnerables en el Reino Unido.
En los resultados observaron que las personas jóvenes eran más susceptibles de beneficiarse de este tipo de medidas aunque el cambio a tarifas más baratas finalmente se producía en una parte muy pequeña de la población estudiada.
Las conclusiones argumentadas por los autores en el resumen del artículo merecen una lectura:
Los consumidores con renta baja parecen tener una considerable apatía hacia el cambio de tarifas energéticas, a pesar de los potenciales ahorros y beneficios en salud; en parte es debido a que tienen unas vidas complicadas en las cuales cambiar de tarifa no es una prioridad. Una intervención independiente, personalizada, "uno a uno" logró promover el cambio, especialmente en las familias jóvenes. Sin embargo, las personas mayores aún experimentan barreras significativas para cambiar de tarifas, por lo que necesitarían intervenciones específicas que tengan en cuenta su resistencia al cambio, sus hábitos de uso energético y su escepticismo.
Es decir, según este artículo, medidas gubernamentales de ayudas fiscales en materia de energía para los más vulnerables puede redundar en la generación de inequidades internas dentro de ese grupo de "más vulnerables" por la marginación en uno de los ejes clásicos de la desigualdad: la edad.
No basta con crear tarifas especiales para la gente en riesgo de pobreza energética, sino que es necesario asegurar que no se va a cortar a nadie los suministros energéticos por impago en unos meses en los que, según los datos disponibles, la gente se muere más por las condiciones de la vivienda y la falta de suministros energéticos.
"El Principado sortea en Gijón 50 viviendas de promoción pública para alquiler".
Recomendación 3: Asegurar la correcta aplicación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y de Atención a las Personas en situación de Dependencia, y potenciar la oferta de servicios públicos de calidad para cubrir las necesidades de las personas dependientes y cuidadoras, especialmente en los grupos más desfavorecidos y con mayor riesgo de empobrecimiento y exclusión laboral y social.
Recomendación 4: Garantizar la plena universalización de la atención sanitaria para todos los residentes en España, con una cobertura del 100% y sin discriminación en función del tipo de afiliación a la Seguridad Social.
Recomendación 5: Ampliar la cobertura pública de prestaciones que actualmente son deficitarias (ej.: bucodental, rehabilitación, ayudas visuales y auditivas) priorizando, según criterios de equidad, aquellos procesos que, por su prevalencia e ineludibilidad, provocan en mayor medida el recurso al sistema privado por parte de población con recursos limitados.
Recomendación 6: Evitar que las áreas socioeconómicamente menos favorecidas o los grupos sociales más desfavorecidos tengan menos servicios y/o de peor calidad que las más ricas. Las infraestructuras preferentemente deberían ser de propiedad y gestión públicas.
Recomendación 7: Reducir las barreras administrativas al empadronamiento y a la consecución de la tarjeta sanitaria en todos los centros sanitarios, actuando sobre los requisitos legales y vigilando las inequidades en las prácticas locales.
Recomendación 8: Mejorar el acceso a medicamentos gratuitos a aquellas personas en situación más desfavorecida.
Recomendación 9: Desaconsejar el recurso al copago como instrumento para paliar los problemas de financiación de la atención sanitaria, por sus impactos regresivos en la equidad económica y en salud.
Recomendación 10: Incorporar sistemáticamente el consejo y tratamiento antitabáquico en la atención primaria de salud, sobre todo en los centros de las áreas menos favorecidas, teniendo en cuenta la perspectiva de género y clase social, así como las diferencias culturales relacionadas con el país de origen.
Recomendación 11: Facilitar el acceso territorial a los servicios de salud sexual y reproductiva, así como a los preservativos, a otros métodos contraceptivos, a la anticoncepción de emergencia y a la interrupción voluntaria del embarazo.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI) hará una nueva campaña para la promoción de estilos de vida saludables.
Los años de la crisis económica han hecho que España destaque por el aumento de las desigualdades sociales. Estas desigualdades dejan una impronta muy clara (y trazable) en los hábitos de salud de la población y en el desarrollo de enfermedades -en última instancia-.
Si consideramos el modelo de determinantes de salud como el contexto teórico en el que se va a desarrollar la campaña de publicidad del ministerio, y tomamos una enfermedad de las que el MSSSI piensa que va a prevenir con su campaña (enfermedad cardiovascular -diapositiva 1, que tomamos prestada del gran Rafa Cofiño-), podemos ver qué factores de riesgo influyen en la aparición de dicha enfermedad -diapositiva 2- y cuáles son los hábitos de vida y otros factores que influyen en el desarrollo de dichos factores de riesgo -diapositiva 3-. Es ahí, en esa diapositiva, donde la campaña del MSSSI se centrará.
Decía Will Kymlicka que, en palabras de Gargarella al hablar del primero,
La capacidad que tenemos para formar y revisar concepciones del bien se encuentra atada a nuestra pertenencia a una determinada cultura: es en dicho contexto donde queda determinado el abanico de opciones del que vamos a disponer a la hora de tomar alguna decisión respecto de nuestros planes de vida futuros.
"El siguiente paso debería traer la salud pública desde los estilos de vida a las condiciones de vida. Hoy en día la salud pública vive fascinada en lo no-político. Mientras los estilos de vida individuales están en el centro de atención, las condiciones de vida determinadas políticamente se ven más borrosas. Dar prioridad a los estilos de vida es conveniente para aquellos que ostentan el poder. La atención ha cambiado de la injusticia social a la insuficiencia individual, de los fallos políticos a los fracasos personales. El modelo explicativo de los estilos de vida actúa como pararrayos de la mortalidad y morbilidad por causas políticas. Hoy en día, en Europa, las mayores amenazas para la salud pública son: desempleo, inequidad social, pobreza, racismo, la obsesión con la eficiencia y la cultura de la perfección.
La salud pública debería poner banderas rojas contra la represión política, económica y étnica, en vez de construir estigma sobre los individuos. La medicina social y la salud pública deben elegir su bando: nos mantendremos solidariamente con el resto de seres humanos o daremos lealtad a los acumuladores de poder político y económico que quieren usar la salud pública como herramienta para mantener a la gente y sus estilos de vida en orden para poder optimizar el cuerpo colectivo como factor de producción.
La prevención política primaria debe ser nuestro nuevo objetivo principal."
Fuente: Harper et al.
|
Somos un grupo de médicos (jóvenes que van dejando de serlo) de diferentes lugares de España que, tras compartir pasados comunes de asociacionismo utilizamos este blog como espacio de reivindicación y toma de conciencia para hablar sobre medicina, sanidad, salud y sus determinantes sociales y económicos.