Mientras en los últimos tiempos los derechos y las libertades de las mujeres en el Estado español se han visto especialmente asfixiados, los asesinatos machistas no cesan y, un diario de tirada nacional se pregunta si la violación puede ser un motivo para abortar. El catolicismo de la Contrarreforma campa a sus anchas de mano del actual gobierno. Sí, han leído bien, de la Contrarreforma, aquella que intentó poner cerco a al surgimiento del protestantismo, encabezado por Martín Lutero (1483- 1546).
Hoy nos desplazamos al siglo XVI, concretamente nos sentamos con un viejo amigo de Lutero, Erasmo de Rotterdam (1466-1536), un humanista de gran lucidez, propulsor del pensamiento libre. Se preguntarán, ¿qué tiene que ver Erasmo con el rol de las mujeres de su época? La clave está en sus escritos.
A través de la literatura, pueden observarse diversas cuestiones de índole social dentro de un contexto determinado. Con el amanecer de la imprenta de mano Gutenberg (sobre 1450) la difusión de las obras se producía con mayor celeridad, penetrando en rincones hasta entonces inusitados. Recordemos que estamos en los tiempos florecientes del Humanismo, corriente de pensamiento que desempolvó a los clásicos –entre otros menesteres-, cambiando el enfoque puesto sobre el hombre. Ahora, el individuo pasaba a ser el centro del universo.
Ya en situación sólo queda penetrar en la corte de la reina Isabel la Católica. Una de sus camareras, Isabel de Vergara, tradujo las obras de Erasmo, cuyo éxito se había expandido por todo el continente, principalmente entre el género femenino. Si tenía aceptación entre las mujeres de alta alcurnia era porque la materia tratada en algunas de sus obras les tocaba de lleno. Repasemos algunas de ellas.
En materia de sexualidad escribió “Apología del matrimonio” (1518). El autor criticaba la idea del celibato y la exaltación de la virginidad por parte de la moral católica, poniendo ésta cuerdas de acero sobre lo que designada la propia Naturaleza. Por otro lado, en “La mujer se queja del matrimonio” (1523) Erasmo condena toda acción violenta que el varón cometiese contra la mujer, dato que apunta a que en aquellos tiempos era cosa común, si no, no lo denunciaría. En materia de educación con “El abad y la erudita” ponía sobre la mesa la necesidad de una educación igual para ambos sexos, sólo de ese modo se adquieren mecanismos de defensa y de no sumisión ante el hombre. Aspecto que destaca, el de la rebelión, en su coloquio “Senatulus”, obra que comienza con un grupo de féminas en consejo cansadas de obedecer los dictámenes masculinos, en aras de defender sus intereses como colectivo.
Personaje controvertido, fue visto con malos ojos por parte del catolicismo y también por el nuevo protestantismo. Verso libre que abogaba por la igualdad entre hombres y mujeres sin ningún tipo de cortapisas. Sin embargo, la realidad dentro de los territorios de la corona hispánica fue bien distinta. Las palabras de Erasmo se perdieron pronto y en los estantes comenzó a posarse otra obra “La perfecta casada” (1583) de Fray Luis de león (1528-1521)- un agustino-, regalo de bodas a doña María Varela Osorio. El autor pretende instruir a la mujer en sus obligaciones y deberes como casada, de este modo entre las páginas de dicha obra Luis de León afirma que la mujer debe permanecer en silencio. En materia de formación comenta que no está hecha para el estudio de las ciencias, sólo preparada “para un oficio simple y doméstico”.
La Contrarreforma incidió una vez más en la vida de los diferentes estratos sociales en su día a día, el poder religioso dictaminaba cómo se debía vivir hasta dentro del lecho. La sexualidad y las libertades del hombre y la mujer especialmente fueron cercenadas, condenando el sentido común de personajes de la talla de Erasmo. No me nieguen que actualmente no nos vemos en una tesitura similar, salvando los anacronismos que se dan por los siglos pasados. El catolicismo más reaccionario se ha colado en la vida de la sociedad, armado del poder político.