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Prácticas y reflexiones desde la economía solidaria

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21 de Mayo 2014
idearia

La economía solidaria, además de ofrecer algunos principios y nuevos enfoques alternativos frente al funcionamiento de la economía capitalista, propone iniciativas prácticas en todos los ámbitos del ciclo económico (financiación, producción, comercialización y consumo) colocando a las personas y, en general, a la sostenibilidad de la vida, en el centro y como objetivo de su actividad.

Hace unos días, Carlos Askunze, coordinador de REAS Euskadi, publicaba en la Revista Papeles, un artículo titulado más allá del capitalismo, alternativas desde la economía solidaria, en el que hace una revisión de los  principios y valores básicos sobre los que se construye la Economía Solidaria y trata de dibujar los contornos generales de su desarrollo como movimiento social. 

A partir de este marco, aborda a lo largo del artículo la necesidad, la importancia y las diferentes propuestas prácticas existentes en el ámbito de la creación de empresas sociales, el desarrollo de finanzas éticas como un instrumento para dar soporte al tejido productivo de la economía solidaria, estando las instituciones financieras plenamente imbricadas en la Economía Social y Solidaria, la necesidad de impulsar y construir mercados sociales que sirvan para articular un espacio de autonomía, autogestión y transformación, actuando en red con consumidores conscientes y las monedas sociales como un instrumento para recuperar el control sobre nuestra economía social impulsando un desarrollo local respetuoso con las personas y con los límites biofísicos del planeta... Pero como no queremos desvelaros todos los secretos, os dejamos el enlace al artículo completo, para que lo descarguéis y lo podáis leer tranquilamente en el sillón.

Más allá del capitalismo: alternativas desde la Economía Solidaria

16 de Abr 2014
idearia

Por Xavi Teis, responsable de comunicación de Coop57

Hace poco salieron las cifras de morosidad del sistema financiero español. En Coop57 también hicimos nuestros cálculos sobre qué cifras de morosidad teníamos al cierre del ejercicio anterior. En la comparación, las diferencias fueron significativas.

En el mes de diciembre de 2013, la morosidad del sistema financiero español llegó al 13,60% del total. A este porcentaje del 13,60% deberíamos sumarle los activos adquiridos por el SAREB, el “banco malo”. Muchos apuntan que, entonces, la morosidad real se situaría alrededor del 17%. Las cifras de morosidad de Coop57 a 31 de diciembre de 2013 se situaron en el 1,98% siendo unas siete veces inferior que las cifras oficiales. Y no es una cosa aislada de Coop57, sino del conjunto del sistema financiero ético. Según cifras elaboradas por el Observatorio de las Finanzas Éticas, en 2012, el conjunto de las finanzas éticas en el estado español tuvo una morosidad del 3’36%.
¿Por qué hay una diferencia tan grande entre unas cifras y las otras?

Razones hay muchas pero todo emana del objetivo que se persigue y como se persigue este objetivo.

El sistema financiero convencional basa su actividad en la búsqueda obsesiva del máximo beneficio y esto hace que se hagan inversiones arriesgadas, que se busque el beneficio rápido y por lo tanto se participe de manera profunda, por ejemplo, en hinchar una burbuja inmobiliaria que la economía española interpretó con desafortunada brillantez (mucha parte de la morosidad viene por los créditos fallidos en este sector). Coop57 es una cooperativa de servicios financieros éticos y solidarios. Lleva a cabo una tarea de intermediación financiera al querer captar ahorro procedente de la sociedad civil para canalizarlo a la financiación de proyectos de economía social y solidaria que generen impactos positivos para el conjunto de la sociedad y fomenten la creación, articulación y crecimiento de modelos económicos y sociales alternativos. El objetivo, aun realizando actividad financiera, no es económico sino que es social, buscando una trasformación en positivo.
 
Hemos visto el “que”, pero en el “cómo” también hay una diferencia fundamental de planteamiento. El sistema financiero convencional tiene como mecanismo para maximizar sus beneficios buscar la máxima rentabilidad en sus operaciones y por lo tanto se entra en una dinámica de pugnar con la parte prestataria para ver quién consigue mejores condiciones para su propio interés ya que el centro de gravedad de la organización es el capital. En Coop57, como en la economía social y solidaria, el centro de gravedad son las personas y las formas de organización son participativas y democráticas. Las empresas y entidades que reciben financiación de Coop57 son propietarias de Coop57 y saben perfectamente que no se quiere “hacer negocio” con ellas, sino que el objetivo es ayudarlas a que sus proyectos puedan cristalizar con éxito. Por lo tanto, no son dos partes, una frente la otra, que pugnan por una serie de condiciones, sino que la mesa es redonda y se buscan soluciones de manera conjunta.

Pero además de todo esto, el dinero prestado a empresas y familias desde el sistema financiero convencional está en su nivel más bajo desde 2006. Desde que estalló la crisis financiera, el grifo del crédito se ha cerrado de manera significativa con lo que la banca no está respondiendo a las necesidades de financiación de las empresas y familias españolas. En este contexto, el papel que deben jugar las finanzas éticas debe ser justamente el contrario: mantener y potenciar sus servicios financieros para dar respuesta a las necesidades financieras de las entidades de economía social y solidaria. A pesar de las dificultades económicas que atenazan a estas entidades, las finanzas alternativas deben seguir aumentando la concesión de préstamos para evitar que la falta de financiación acentúe su fragilidad. Todo ello, obviamente, comporta asumir riesgos. Las finanzas éticas no deben rehuir este riesgo, sino afrontarlo y, a la vez, garantizar al máximo los ahorros de las personas que han confiado en ellas. Se trata de un equilibrio difícil, que sólo puede mantenerse si se desarrollan fórmulas de implicación social y se aplican modelos cooperativos, mutualistas y de intercooperación.
 
La confianza, flexibilidad y adaptabilidad a las necesidades dinámicas y cambiantes de las entidades socias que reciben financiación son elementos claves (y no económicos) para entender las cifras de morosidad de Coop57. Desde que estalló la actual crisis financiera, en 2008, Coop57 ha concedido casi 1.000 préstamos por valor de más de 35 millones de euros. Y lo más importante: se han denegado poquísimas solicitudes de financiación. Si un préstamo no se ve claro, no se deniega directamente. Se buscan, conjuntamente, las soluciones para poder concederlo. La cifra de la morosidad no tiene sentido por sí sola si no se entiende que es baja debido a la confianza y a la capacidad de adaptarse a las necesidades de las entidades. La cifra de morosidad, cobra sentido cuando se entiende que la intermediación financiera no tiene por qué ser un negocio, sino un servicio en beneficio de la entidad que lo recibe y en beneficio de su actividad que acabará revertiendo en el interés del conjunto de la sociedad.
 
Cuando el objetivo es la construcción de herramientas colectivas al servicio de este colectivo, cuando las relaciones no son meramente económicas, cuando se da importancia a la confianza y al conocimiento mutuo, cuando se da importancia al hecho de disponer de una base social fuerte e implicada o de estar entrelazadas unas con otras, la efectividad de la actividad económica se demuestra mayor. Actualmente, en Coop57 tenemos 365 préstamos en activo de los que sólo 8 conforman la morosidad de la entidad. Esta efectividad se da, en gran medida, por mecanismos y lógicas no económicas.

19 de Feb 2014
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Por Alba Gómez, periodista del proyecto CAES

Construir un sistema financiero ético y solidario requiere muchos puntales. La banca ética es uno de los más representativos, pero no el único. Por eso nos preguntamos: ¿cómo deberían ser los seguros en ese modelo financiero anhelado?

Cuando hablamos de seguros nos referimos a una de las maneras que tenemos las personas de protegernos colectivamente de ciertos imprevistos. Un ámbito que, generalmente, se suele gestionar al margen de los principios de la autogestión y la democracia. Pero no necesariamente tiene que ser así.

Para demostrar que hay otra manera de gestionar seguros, en 2009 surgió la certificación EthSI, un sello de alcance europeo (Ethical and Solidarity Based Insurance) que garantiza la calidad de la gestión de las empresas aseguradoras. El comité evaluador de este sello es un comité independiente que examina si las compañías, los brokers y las corredurías tienen un comportamiento ético tanto en relación con la misma organización como en relación con los productos que ofrecen y con las inversiones que realizan.

El sello EthSI avala, pues, el compromiso social y ambiental de las organizaciones que operan en el mercado asegurador. Demuestra que en este sector se puede actuar con criterios de responsabilidad, sostenibilidad y transparencia. En España, corredurías y compañías como Arç, Seryes, Atlantis Seguros o DKV Seguros ya disponen de esta certificación.

 

Elegir tiene consecuencias

Algunas cifras apuntan a que hoy, en España, las compañías aseguradoras administraron durante el 2012, aproximadamente, un cuarto de billón de euros correspondientes a reservas de seguros de vida, primas de seguros y fondos de pensiones. Las cifras muestran que el sector asegurador es estratégico dentro del sistema financiero y es, a su vez, corresponsable de la actual crisis financiera.

De la misma manera que elegimos un banco para depositar nuestros ahorros, los ciudadanos y ciudadanas también tenemos un papel activo y crítico a la hora de escoger con qué entidad contratamos nuestros seguros. Podemos elegir una organización de seguros convencional o apostar por una opción de consumo responsable y transformador y contratar nuestros seguros con una entidad de seguros éticos.

Las corredurías Arç y Seryes, que juntas integran el proyecto CAES, ofrecen seguros éticos y solidarios. Lo hacen con la convicción de que es posible recuperar la función social original de los seguros. Para los artífices de CAES, deben aflorar de nuevo los beneficios sociales que reportan los seguros: la estimulación de la responsabilidad ante terceros, el fomento del espíritu de previsión entre las personas y la financiación de las inversiones socialmente responsables.

La semilla que hizo nacer CAES sigue vigente: si la economía no es algo ajeno a nosotros y todos juntos la conformamos, también todos juntos la podemos transformar. Hoy, más que nunca, la transformación social está en manos de los ciudadanos. También en el sector de los seguros.

28 de Mayo 2013
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Raimon Gassiot, coordinador adjunto de Coop57

Desde distintos ámbitos, se ha incidido en que las finanzas éticas no son un fin en sí mismo, si no una herramienta para transformar la sociedad en base a los planteamientos de la economía social y solidaria. Su función debe ser suministrar financiación a las entidades de economía social y solidaria para que puedan llevar a cabo sus proyectos, y eso deben hacerlo con planteamientos mutualistas y cooperativistas, innovando, sin copiar miméticamente el funcionamiento de los bancos o las sociedades financieras mercantiles convencionales.

En un contexto de recesión económica generalizada y de profundos recortes en el Estado del Bienestar que afectan también a la economía solidaria, ¿qué papel deben jugar las finanzas éticas? El que juegan las entidades financieras convencionales está claro: cerrar el grifo del crédito y encarecer y endurecer las condiciones de sus servicios. El de las finanzas éticas debe ser justamente el contrario: mantener y potenciar sus servicios financieros para dar respuesta a las necesidades financieras de las entidades de economía social y solidaria. A pesar de las dificultades económicas que atenazan a estas entidades, las finanzas alternativas deben seguir aumentando la concesión de préstamos para evitar que la falta de financiación acentúe su fragilidad. Por otra parte, ante el crecimiento exponencial del paro y el inmenso descrédito de los modelos económicos capitalistas, tenemos la oportunidad de promover nuevos proyectos cooperativos y de economía social y solidaria que creen puestos de trabajo, de manera que den respuesta a una necesidad acuciante (la falta de empleo), pero que también contribuyan a articular una realidad económica alternativa. Las finanzas éticas deben contribuir a este objetivo priorizando los préstamos para financiar inversiones y la puesta en marcha de nuevos proyectos.
 
Todo ello, obviamente, comporta asumir riesgos. Las finanzas éticas no deben rehuir este riesgo, si no afrontarlo y, a la vez, garantizar al máximo los ahorros de las personas que han confiado en ellas. Se trata de un equilibrio difícil, que sólo puede mantenerse si se desarrollan fórmulas de implicación social y se aplican modelos cooperativos, mutualistas y de intercooperación. Las fórmulas son variadas y ninguna de ellas por si sola es suficiente: hay que combinar varias con imaginación y flexibilidad. Por una parte, es importante aumentar el capital social de las entidades de finanzas alternativas de forma muy capilar para implicar al máximo de personas posible. Así aumentarán sus fondos propios y, en consecuencia, podrán conceder más préstamos. Y la capilaridad garantiza que nadie pueda adoptar posiciones de control y que, en la medida que el capital social está muy repartido, también se distribuye el riesgo que asume toda persona o entidad que efectúa aportaciones al capital social.

Por otra parte, se pueden aplicar fórmulas mutualistas a las garantías que se piden a las entidades que solicitan préstamos, como por ejemplo el sistema de avales personales mancomunados. Si una entidad social pide un préstamo para hacer una inversión, consiste en pedir a sus miembros y a su base social que avalen el préstamo mediante la firma de un documento en el que cada persona se compromete a retornar una determinada cantidad (nunca la totalidad del préstamo) en el caso de que la cooperativa no pueda hacerlo. Este documento es un compromiso asumido por cada persona, y no implica desembolsar dinero ni aportar o pignorar propiedades como garantía. Se trata de buscar que la entidad que pide el préstamo aporte el máximo de avales. Este sistema de avales refuerza los lazos de ayuda mutua y de solidaridad, y cuando se aplican son un revulsivo que amplia y refuerza la red de personas y entidades vinculadas al proyecto que recibe el préstamo. Asimismo, permite superar la paradoja de que sólo los proyectos que cuentan con patrimonio o dinero (o personas adineradas que las avalen) puedan acceder al crédito.
 
Por último, hay que potenciar la intercooperación y la generación de sinergias entre todas las entidades interesadas en potenciar la economía solidaria y el cooperativismo para compartir riesgos, cada una desde su ámbito de actuación: bancos éticos, cooperativas de crédito, cooperativas de servicios financieros, sociedades de garantía recíproca, fundaciones de promoción de la economía social y solidaria, administraciones locales, etc. Si estamos de acuerdo en que debemos hacer todo lo posible para evitar que entidades y proyectos de economía social y solidaria viables fracasen por problemas de financiación, debemos tratar de aunar esfuerzos y compartir (o mutualizar) los riesgos que comporta toda concesión de préstamos.
 
En momentos difíciles como el actual es cuando se debe visualizar, en la práctica, la razón de ser de las finanzas éticas: suministrar, de forma colectiva y cooperativa, financiación a entidades de la economía solidaria que contribuyan a transformar la sociedad.

02 de Abr 2013
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Peru Sasia

En el ámbito de la Economía Solidaria estamos viviendo en estos últimos tiempos el desarrollo de propuestas de alternativa económica de gran calado. Junto a los espacios económicos que han venido construyendo históricamente la Economía Solidaria, se han incorporado en los últimos años circuitos nuevos que incluyen productos y servicios que forman parte del mismo corazón del entramado económico capitalista: seguros, energía, intermediación financiera… incluso estamos asistiendo a la configuración de un sólido espacio de intercambio para todo el conjunto, un Mercado Social. Son circuitos que se desarrollan con la vocación de consolidar propuestas de alternativa de amplio recorrido, y que vienen a complementar ese rico entramado que ha venido construyéndose desde la Economía Solidaria. Entre estos nuevos circuitos nos fijaremos hoy en el ámbito de la intermediación financiera, compartiendo una reflexión sobre la relación entre las propuestas de intermediación financiera alternativa que se desarrollan en el ámbito de la Economía Solidaria y el propio espacio de alternativa que constituye todo el conjunto.¿Qué traen, y qué reciben, las propuestas de intermediación financiera alternativa a la Economía Solidaria?

Responder a esta pregunta supone interrogarse por aspectos tan importantes en la configuración de un proyecto como la estructura de propiedad, las dinámicas de desarrollo, la relación con el entorno o el tratamiento del capital. En la práctica, la pertenencia al espacio de la Economía Solidaria plantea a los proyectos de intermediación financiera alternativa una vinculación con ese espacio que se despliega en diferentes dimensiones. En primer lugar, una dimensión de pertenencia ideológica, que implica compartir con el conjunto los principios de la Economía Solidaria. Esta pertenencia define de manera muy nítida los contornos de la intermediación financiera alternativa, y su aplicación se concreta en aspectos tan importantes como la participación, la transparencia, el lugar del personal contratado en el proyecto, la cooperación, la vinculación con lo local, la perspectiva de género, la sostenibilidad medioambiental o el tratamiento del capital y de los excedentes de la actividad.

 

De entre todos estos elementos, me parece importante resaltar, dadas las características específicas de la intermediación financiera, la importancia de la participación y del tratamiento del capital. No podemos olvidar que estos proyectos, especialmente los que se desarrollan con la vocación de implantarse a escala estatal como Coop57 o Fiare, van consolidando estructuras con bases sociales amplias y volúmenes de actividad económica sensiblemente superiores a los de la mayoría de las organizaciones de la Economía Solidaria. Por eso, la consolidación de una red densa de capital social en la que se articulan canales estables y permanentes que permitan la participación resulta imprescindible. Para estas realidades, la participación es mucho más que un medio. Es un fin en sí mismo, una característica inseparable del conjunto de elementos de alternativa que las configuran. Sin la participación, las finanzas alternativas pierden uno de sus pilares básicos y se debilita todo el conjunto. Sin la participación, resulta impensable entender las realidades locales y dialogar con ellas. Sin una base social comprometida, motivada y dinámica, que se siente protagonista del proyecto, es muy difícil fomentar el trabajo en red con otras organizaciones aliadas, promoviendo la acción colectiva y el intercambio de saberes y recursos a diferentes niveles. Sin la participación, esta relación entre organizaciones pierde su potencial transformador, quedando en el mejor de los casos reducido a meros acuerdos comerciales. Sin la participación, en definitiva, se debilita el “rostro social” del proyecto, que pierde su dimensión política y buena parte de su legitimidad, quedando reducido a un espacio que no convoca a construir colectivamente la alternativa, sino a consumir un producto construido y ofrecido por terceros.

Respecto al tratamiento del capital, la condición esencialmente no lucrativa de los proyectos de intermediación financiera alternativa que pertenecen al espacio de la Economía Solidaria se refleja en una dinámica de apropiación del proyecto que convoca en su estructura a personas y organizaciones interesadas en construir una alternativa por encima del retorno económico que su condición de personas clientes o socias pueda ofrecerles. Los proyectos de intermediación financiera alternativa no pueden estar de ninguna manera sometidos al yugo de la superrentabilidad, ni sus estrategias condicionadas por la exigencia de retribución, por la vía de dividendos, a aquellos accionistas que han decidido invertir en el proyecto a la búsqueda de este retorno económico. Lo que vincula a la base social es radicalmente distinta. Se nutre de una aspiración de transformación social, en un marco radicalmente contracultural que es necesario (de nuevo) construir colectivamente.  Los principios de la Economía Solidaria lo reflejan con mucha claridad: la reinversión y la redistribución de los excedentes, el valor del impacto social, la solidaridad con terceros, la ausencia de posiciones dominantes, el reconocimiento efectivo del derecho al crédito para determinados proyectos y colectivos… son todos ellos elementos que configuran una manera concreta de construir estos proyectos y que vinculan a las organizaciones de la Economía Solidaria y a las personas comprometidas con este espacio en una nueva dimensión, que añade a la pertenencia ideológica la vinculación real (y militante) en la construcción de las finanzas éticas.

 

 
Una tercera dimensión que relaciona las finanzas éticas con la Economía Solidaria viene constituida por la posibilidad de reforzar mediante el crédito el desarrollo de este espacio. La Economía Solidaria puede disponer, de esta manera, de un nuevo elemento que favorezca su autonomía y capacidad de desarrollo, sin depender de herramientas financieras capitalistas, cuyas prioridades fragilizan permanentemente sus posibilidades de consolidación. Ante esta dimensión de la relación entre las organizaciones de la Economía Solidaria y los proyectos de intermediación financiera alternativa, los retos que se plantean son evidentes: por un lado, consolidar de forma prioritaria una manera de evaluar las solicitudes de financiación que conozcan las especificidades de esas organizaciones. Por otro, la creación de circuitos de intermediación adaptados a las diferentes realidades, vinculando ahorro e inversión orientada al apoyo financiero a estos proyectos. Desde esta perspectiva se ve con claridad la necesidad de entender la intermediación financiera alternativa en el espacio de la Economía Solidaria como un Sistema complejo de herramientas financieras, que reúnan desde circuitos de proximidad hasta entidades bancarias, pasando por diferentes niveles de implantación y especialización. Y es desde esta perspectiva desde la que se entiende asimismo el valor de articular un marco sólido de relación entre las diferentes organizaciones que pertenecemos a este espacio, al que podamos llamar el Sistema de Finanzas de la Economía Solidaria. Este es nuestro reto colectivo en estos momentos.

Idearia

Un blog colectivo impulsado por la Red de redes de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) sobre distintas realidades económicas que de forma práctica nos demuestran la capacidad de las comunidades de establecer relaciones económicas basadas en la democracia, la justicia social y el respeto al medio ambiente. Un espacio para la reflexión y la divulgación que está coordinado por Iñigo Bandrés y Fernando Sabín de REAS Madrid y en el que participan de forma estable Jordi García y Jordi Estivil la Xes de Catalunya, Peru Sasia y Clara Soler del Proyecto Fiare, Soraya González Guerrero de Diagonal, Alvaro Porro del Cric, Conchi Piñeiro de la cooperativa Altekio,  la cooperativa Ideas, Marga Padilla de la cooperativa Dabne, Enrique del Río y Nuria del Río de Proempleo, Xabi Teis de Coop57 y la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.

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