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Interrogando la "crisis" desde miradas feministas

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04 de Jul 2014
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Este es un pequeño post en que solo pretendo dar unas pequeñas pinceladas de mi reflexión actual sobre los “vientres de alquiler”[1], la donación de óvulos y otras cuestiones relacionadas con las tecnologías de la reproducción, la crianza y el parentesco. Con el deseo de continuar debates, para encaminarnos a un discurso crítico, feminista, antineoliberal, antioccidental, que ponga por delante la salud y el “buenvivir” de todas las mujeres y no los caprichos de los sistemas de parentesco.

Para quien no esté al tanto, haré un breve repaso de la situación en el estado español sobre la donación de óvulos y los “vientres de alquiler”:

Actualmente aquí, la “maternidad subrogada” no es legal. La ley establece nulo cualquier contrato por el que se pacte la gestación [2] y además se establece que la maternidad se adquiere en el parto. Esto quiere decir que la persona que pare es la que se reconoce como “madre”, siendo obligatorio que conste este dato en todas las partidas de alumbramiento. Dato que no consta en la partidas de alumbramiento de los bebés nacidos por vientre de alquiler. A día de hoy, varias asociaciones están luchando porque la gestación subrogada sí se permita en España [3] .

Hay dos destinos principales para la “gestación subrogada”: algunos estados de Estados Unidos e India [4]. Se puede hacer mediante agencias que se dedican a esto, o estableciendo un contrato directamente con la mujer gestante. En India es, claramente, más barato. Por otra parte, está la complicada regularización de las niñas y niños nacidos de gestación subrogada fuera de Europa y que son traídos a España, ya que para tramitar la nacionalidad es necesaria una partida de alumbramiento con la mención de la madre, como comentábamos.

A su vez, España es un país destino de “turismo reproductivo”, aquí es más fácil el acceso a los tratamientos de reproducción asistida, la ley es más garantista en comparación con otros países, hay más avances en investigación [5] y los bancos de óvulos de las clínicas privadas están más llenos. En las donaciones de óvulos en la clínicas privadas se permite dar una compensación económica [6] por las molestias del tratamiento y la extracción, llegando hasta los 1000 euros en algunos casos, una de las cuantías más altas en comparación con otros países.

En cambio, en los hospitales públicos también se puede donar óvulos, pero no se paga nada, por lo que estos servicios están prácticamente cerrados por falta de donantes [7]. En cuanto a los tratamientos que se pueden realizar en la Sanidad Pública, dependen de la comunidad autónoma. Se tiende a pensar que hay más lista de espera, los protocolos son más largos, solo lo hacen para parejas heterosexuales... hay muchas variables, el caso es que mucha gente hace uso de las clínicas privadas.

Por último, decir que aquí la donación de óvulos tiene que ser anónima, por lo que no se pueden pactar donaciones, ni con amigas ni con familiares de sangre, con la intención de evitar la compraventa.

Los “vientres de alquiler”

Es alarmante como algunos hablan de lo que llaman “maternidad subrogada” como algo bonito y placentero y que garantiza la plenitud vital para todas la partes... Estoy segura de que hay una gran variabilidad de contextos, resultados y sensaciones, pero lo que está claro es que no es todo tan sencillo e inocuo, sobre todo para las mujeres gestantes. Porque aunque a algunos se les olvide, pegado al vientre siempre hay una mujer sometiéndose a un proceso de cambio físico como es un embarazo, con sus complicaciones, con sus limitaciones y con todo el control por parte de las agencias o de los clientes para que se geste un niño “sano y blanco”, que para eso han pagado.

Pagar a una mujer para que para a un bebé, o a varios, y controlarla durante 9 meses y que posteriormente tu seas inmediatamente el padre o madre legal de éste implica muchas cosas. No porque no hayan ejemplos de prácticas culturales [8] en los que las bebés no son criadas por quienes las paren, cuestión nada sorprendente fuera de las lógicas occidentales de la familia nuclear. Sino porque hay un intercambio monetario regulado por un mercado liberal, y por mucho que algunas leyes quieran ponerle limites, esto va a afectar directamente a las mujeres que no tienen dinero convirtiendo sus vientres en potenciales riquezas [9].

Algunas feministas hablan ya de la “venta del cuerpo” para referirse a esto y las entiendo cuando lo dicen, pero bajo mi punto de vista es más acertado hablar de “venta de un proceso biológico”, que dura lo que dure la gestación. Y no solo alquilas tu vientre (o tu cuerpo), sino que toda tu vida se ve afectada por ello, y de ello depende, si cumples el contrato, que recibas la pasta o no: puedas pagar la uni o no, puedas pagar tu casa o no, puedas dar de comer a tus hijos o no...

¿Todo esto por la necesidad imperiosa de las familias occidentales por tener bebés con sus cargas genéticas? ¿Todo esto por la necesidad imperiosa del parentesto, que no es más que una imposición de organización cultural sobre los hechos de la procreación biológica[10], cueste las mujeres que cueste?

Entonces, ¿Cual sería la forma para que personas que no pueden parir y quieran criar una criatura desde el nacimiento, puedan hacerlo? Hay quien dice que solo deberían poder prestarse como vientres de alquiler familiares de sangre, al estilo de la donación de órganos, para evitar el tráfico, porque claro, solo personas de filiación sanguínea podrían hacer eso por ti, sin nada a cambio... volviendo a las lógicas occidentales de la familia nuclear y los “regalos no sospechosos”.

Pero este deseo por la crianza de hijos propios, ¿Hasta que punto se puede reivindicar como un derecho mayor, que pueda estar por encima incluso de los derechos de las mujeres? ¿Qué dispositivos están operando en la clásica frase de nuestros colegios: “los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren”? Yo no dudo que la crianza pueda ser un maravillo proceso creativo que en el que a determinadas personas, independientemente de sus condiciones, les pueda apetecer implicarse, pero no puede ser una necesidad imperiosa, casi mística, por la que pagar precios (en todos los sentidos) tan altos...

En términos más macro, es curioso pensar cómo siempre ha habido tanta relación entre regalo y parentesco. La donación, la afinidad, el matrimonio, la filiación son conceptos que todas las teorías antropológicas entrelazan. Es hasta curioso recordar cómo Rubin afirma que el parentesto es el mal patriarcal por excelencia en su texto “Tráfico de mujeres” [11]. Aunque ella no se remite a estas tecnologías que estamos tratando... podría hacerse extensible. Las mujeres, siempre al servicio del parentesco...

También es muy fuerte pensar cómo al igual que la producción se externaliza cada vez más, debido a que en los países del sur se puede producir a coste menor a costa de cero derechos laborales y salarios para esclavos; con la reproducción empieza a pasar algo similar, se externaliza, que paran las indias, que paran las migrantes de EE.UU, sus cuerpos valen menos, sus procesos de gestación valen menos. El colmo ya es el de famosas, que al estilo de las reinas de hace cientos de años, prefieren que sus hijos los paran otras, no vaya a ser que el cuerpo se fuera a deformar...

Por otra parte, como persona que ha hecho activismo muchos años en colectivos LGTB, transmaricabollo o transfemisnistas, me duele que desde algunos sectores se tome la lucha por la regulación de los vientres de alquiler como bandera de la lucha LGTB, con tanta falta de discurso feminista y anticapitalista... Más aún cuando casi la mayoría de usuarixs de estos servicios son familias heterosexuales, lo que pasa es que es más invisible.

La donación de óvulos

Es alarmante cómo las clínicas de donación de óvulos captan a sus donantes con discursos sobre el altruismo, cuando ellos se lucran de ellos. Quitándole siempre importancia al riesgo físico [12] al que se someten las donantes. Son empresas, saben utilizar el lenguaje para no asustar a sus posibles clientes. La heteronormatividad rebosa y los relatos sobre la necesidad de ser madre “de forma natural” imperan...

¡Anímate!, haz feliz a una pareja, ayúdales a alcanzar el sueño de la maternidad.

Donar óvulos es un acto solidario de una mujer hacia otra.

Donar ovocitos es seguro y fiable

[¿Riesgos?] Prácticamente ninguno. El proceso es generalmente bien tolerado y solo excepcionalmente conlleva algún riesgo.

es necesario que te administres una medicación durante 10-12 días.

La donación de óvulos es un acto solidario y sumamente generoso ya que va a dar la posibilidad que otra mujer pueda cumplir su objetivo de ser madre llevando una felicidad indescriptible a una pareja que lleva muchos años luchando por tener un hijo.

Un hecho que observamos es que el acto de donar óvulos aporta a menudo a la donante una gran satisfacción personal [13]

Yo misma pensé en un momento dado en donar óvulos, pensando que sería una buena forma de conseguir algo de dinero fácil y asumiendo que ¿Cómo iba tener riesgos? ¿Cómo iban a permitir que eso fuera así? Pero una amiga cercana, más precaria que yo decidió hacerlo, en una clínica en Tenerife. Algunas amigas le animaban a no hacerlo e intentar conseguir el dinero de cualquier otra forma, pero yo les miraba escépticas, dando por hecho que la salud de mi amiga no correría peligro de ningún modo y solo serían molestias. Hasta que llegó el día de la punción, en la que le extrajeron diez veces más ovocitos de los que clínicamente se recomiendan para asegurar la salud de la paciente, poniendo en riesgo la propia vida de mi amiga. Y ahí no acaba todo, le negaron reiteradamente los informes médicos de tal negligencia médica y le asustaron con que en un hospital público le tratarían mucho peor. Una situación tan cruda de indefensión física y legal... a la que la propia precariedad te lleva y te arrastra aún más. Sin fuerzas, sin dinero para poder iniciar un proceso legal contra tal mafia... Toda esta historia que parecía sacada de una película de terror y tan cercana, me hizo más que nunca darme cuenta de que este es un tema candente. Que afecta a todas las mujeres precarias de edades entre 18 y 35 años, según los fenotipos que más se demanden, como potenciales vendedoras-donantes... Y digo según el fenotipo que se demande porque, aunque no se puede elegir a dedo por las familias, está regulado que se usarán óvulos de donantes con características fenotípicas parecidas a las de la madre y su pareja.

Quizá soy algo inocente volviendo a preguntarme ¿por qué la gente quiere tener hijos con tanta ansia? ¡qué empeño! Es la típica pregunta que no le puedes hacer a una embarazada y que yo tardé mucho en hacer a mi propia madre sin una respuesta muy clara... ¿Pero qué pasa? ¿Tienen las cabezas llenas del deber de parentesco o qué? ¿O más bien es una cuestión de un intercambio de afectos continuado en el tiempo: yo te cuido cuando naces, tu me cuidas cuando muero? Es un buen seguro a todo riesgo en estos contextos de crisis del Estado del Bienestar... ¿Qué cosas está dispuesta ha hacer la gente por parir, por criar, por tener un hijo? ¿Por qué tanto esta necesidad?

Si alguien encuentra algún error o matiz en torno a la legislación o protocolos que menciono, por favor, coméntalo, gracias.

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[1] En este post usaré casi indistintamente “vientres de alquiler” y “maternidad subrogada” o “gestación subrogada”, los tres términos se refieren a la misma práctica. Aunque los dos últimos son los que suelen usar las personas que están a favor de la regulación.

[2] El artículo 10 de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida establece que el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o tercero es nulo de pleno derecho.

[3] Ejemplos de asociaciones: Son nuestros hijos http://sonnuestroshijos.blogspot.com.es , formado por familias homoparentales pricipalmente que quieren regularizar la situación de su hijos nacidos por gestación subrogada en España; La Asociación por la Gestación Subrogada en España http://gestacionsubrogadaenespaña.es , que según cuentan en su web surgió por la historia que sufrieron una pareja heterosexual, en la que a ella le relizaron una histerectomía, y ven la gestación subrogada como solución.

[4] También hay otros destinos, fuera de Europa, como Tailandia, pero éstos dos son los que se suelen señalar como principales. Aunque parece que desde hace poco en India tampoco se permite, ya que una nueva regulación impide la gestación subrogada a familias cuyo pais de origen deje desprotejidos legalmente a lxs bebes. Aunque no estamos totalmente seguras de esta información.

[5] ¿Quién paga todos estos avances técnicos? ¿Se sabe que ya hay un mercado en auge?

[6] El dinero te lo dan en un sobre en billetes, sin IVA, y te insisten mucho en que no puede tomarse como una retribución por los óvulos.

[7] [12] Canarias Gráfica, Jóvenes universitarias acuden a la donación de óvulos como método para paliar la crisis, 20 de febrero de 2013, http://canariasgrafica.es/2013/02/20/jovenes-universitarias-acuden-la-do...

[8] De toda la vida, también en Europa, ha habido niñxs criados por las vecinas, las abuelas, las tías... Casi siempre en contexto de precariedad o en contextos más rurales o de familia extensa, en los que la madre no podía hacerse cargo, pero nunca se han visto como crianzas deficientes.

[9] Esta conclusión se puede aplicar igual a la donación de óvulos o la donación de órganos si ésta fuera remunerada.

[10] [11] Rubin, G., El tráfico de mujeres: Notas sobre la "economía política" del sexo, 1975 Disponible en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/rubin.pdf

[13] Frases de diferentes páginas web de clínicas privadas:
http://www.procreatec.com/donantes-de-ovulos/
http://www.ginefiv.com/donacion_donar_donante_ovulos_ovocitos.aspx
http://www.ivi.es/donantes/donantes-ovulos/

Martu Langstrumpf

03 de Dic 2013
vidasprecarias

Poco a poco palabras como vulnerabilidad e interdependencia se han colado en nuestras conversaciones, sobre todo y a través de las múltiples experiencias que vivimos en nuestro entorno, donde ya no conforman las características de una parte, sino que más bien nos hacemos conscientes que nos afectan a todxs. Es decir, que todxs somos seres vulnerables e interdependientes, diversas en nuestras vulnerabilidades sí, pero todxs lo somos.

Desde el feminismo se venía denunciando que el capitalismo no daba prioridad a la vida, e invisibilizaba y patologizaba la vulnerabilidad e interdependencia, no las tenía en cuenta, así como tampoco tenía en cuenta a los ecosistemas, más bien los consideraba medios al servicio de la acumulación de capital prescindiendo de ellos si así era necesario para su fin, de tal manera que generaba crisis en múltiples dimensiones, política, social, cultural, ambiental y de cuidados con desigual impacto para lxs sujetxs a los que ha ido incluyendo o excluyendo en su devenir.

La lógica del sistema capitalista se ha construido y hecho posible dando la espalda a características inherentes a nuestras vidas, las ha invisibilizado, y a cambio ha construido un relato que se materializa en una distribución desigual de espacios, trabajos, remuneraciones, valoraciones y expectativas, además de desresponsabilizarse totalmente de acciones necesarias para el sostenimiento de la vida, sobrecargando dichas responsabilidades sobre los cuerpos leídos como mujeres, y patologizando el reconocimiento de la vulnerabilidad. Es decir, el capitalismo, desde su imaginario irreal de autosuficiencia, coloca la vulnerabilidad en lxs otrxs pasando por alto, de manera interesada, que su condición de posibilidad no se daría si algunxs sujetxs dejaran de cuidar y resolver la vulnerabilidad inherente a nuestras vidas. Pero es más, desde esta lógica se nos hace pensar que lxs vulnerablxs somos un “algo” a caballo entre víctimas y responsables de nuestra propia realidad, donde a ratos se nos asiste, no sin antes pasar por un proceso previo de estigmatización y victimismo, y en otros momentos se nos acusa de que nuestra existencia esta por encima de nuestras posibilidades.

Eramos muchxs las que desde hacía tiempo nos veíamos excluidas de la posibilidad de garantizarnos condiciones de vida, por múltiples motivos, que no únicamente tenían que ver con lo material, pero el hecho de que de un tiempo a esta parte seamos más desempleadxs, desahucidxs, excluidxs de la educación, la sanidad, la justicia o el derecho a decisión sobre nuestrxs cuerpos y vidas nos ha hecho redescubrir que el ideal de autosuficiencia sobre el que se construía nuestro éxito social era una falacia. Al desvelarnos esta trampa, nos vemos obligadas a repensar las estrategias para sostener las condiciones de vida y la vulnerabilidad e interdependencia van adquiriendo peso en nuestros discursos. Sin embargo, no acabamos de entenderlas como una característica inherente a nosotrxs y la sociedad en la que vivimos, de manera que las despatologicemos. Y esto en gran medida nos impide que las coloquemos en el centro y que las politicemos desde la agencia.

Los mecanismos que se han elaborado, desde la lógica capitalista, para que los discursos del éxito calen en nosotrxs, han hecho su trabajo y nos cuesta reconocernos como seres vulnerables sin que esto conlleve colocarnos en posiciones pendulares donde de un lado seguimos mirando la vulnerabilidad como una cuestión que les sucede a lxs otrxs, a lxs que “salvar” de dichas realidades, eliminando su agencia inclusive y de otro nos colocamos en el centro de la vulnerabilidad y nos victimizamos hasta deshacernos incluso de nuestra propia agencia. Esto me hace plantearme, ¿cómo reconocer la vulnerabilidad que me atraviesa sin que eso me coloque en un planteamiento dicotómico de víctima o responsable? ¿cómo colocarla en el centro, como una cuestión a tener en cuenta, para la elaboración de propuestas de acción política sin diluir la diversidad y hacernos conscientes de los condicionantes que nos interseccionan, nos definen...nos oprimen? ¿cómo pensarla como oportunidad? ¿cómo crear alianzas desde aquí? Y como dice Paula, ¿cómo vivirla en colectivo y enredadas?

Seguramente, en las jornadas Precariedad, vida dañada y vulnerabilidad en la era de la austeridad. Ideas y propuestas desde los movimientos sociales que se celebran estos días en Barcelona tengamos más ideas y propuestas para seguir alimentando este debate, para quienes no vamos a estar estos por allí: ANGELITO.

Proyecto presentado dentro de Barbaridades, muertas los pelos nos siguen creciendo.
 

Haizea

 

15 de Nov 2013
vidasprecarias

Precariedad es el mundo real y no nuestras burbujas feministas (aunque nos quede mucho por mejorarlas).

Precariedad es insultarse cada día como lo hacen mis compañeros de clase. Precariedad es demostrar tu poder cada mañana. Precariedad es que te salga la homofobia y el machismo por los ojos con tan solo 18 años. Precariedad es sentir que el peor desprecio que te pueden hacer es meterte algo por el culo, y que desear ese “desprecio” a otros sea tu forma de relacionarte con el mundo. Precariedad es escuchar como llaman a alguien maricón-marica-comepollas-chupapollas-niña-nenita; las respectivas risas de los demás; y la propia respuesta de ese alguien, más homófoba aún. Precariedad es ver como simulan ofrecer su propio semen a los demás como forma de demostrar que graciosos y machos son. ¡Que venga Margaret Mead y lo vea, por favor!

Precariedad es tener que pasar 6 horas de tu día en medio de esta guerra. En la que posicionarte te mataría por omisión y desprecio tras tu espalda. Precariedad es que esto pase en un centro público y no en uno del opus.

Y ¡oye! Ahora que están de moda las huelgas (bien pacíficas) en educación ¿por qué no hacemos una huelga contra la homofobia y el machismo en las aulas? Ah, ¡no! Que los que convocan las huelgas también son homófobos y machistas... (aunque ellos te digan “sin ser yo nada de eso”).

Yo ahora entiendo a los niños yankis ¡joder! Yo mañana mismo hacía una matanza en mi instituto...

Bueno, siempre nos quedará pasar las tardes al sol con nuestras amantes, disfrutar del amor de bueno y alegrarse del feminismo que tenemos a nuestras espaldas que nos mima y nos protege.

:)
 

Para ilustrar lo contado os dejo un chiste al estilo de mi instituto:


El País, 3 de mayo de 2010.

Y un alivio:


Barrio de Lavapiés, noviembre de 2013, Madrid.

Martu.
 

 

19 de Ago 2013
vidasprecarias

En pleno mes de descanso de la cotidianidad, muchxs aprovechamos este tiempo para poner tierra de por medio, tomar distancia, recargar energías, conocer nuevos lugares o hacer visitas, ya sea por deseo u obligación (como Martu hablaba en el post anterior), en definitiva, muchxs nos damos un tiempo para seguir intentando colocar nuestras vidas en el centro y articularlas con nuestras redes de afinidad para hacerlas más vivibles.

En estos días de desconexión veo un corto llamado PEQUEÑO, que incluyo más abajo, donde un niño ante la pregunta sobre qué quiere ser de mayor se plantea, entre otras cosas, que muchas personas adultas trabajan remuneradamente durante toda su vida para tener quince días de vacaciones cada año. Quince días para salir corriendo y olvidarse de todo, quince días donde cada minuto debe estar destinado a consumir paisajes, emociones y encuentros, quince días para obtener las fotos y recuerdos que nos ayuden a soportar el resto del año. Finalmente, PEQUEÑO decide que no quiere que nadie más le pregunte qué quiere ser de mayor, que pasa de trabajar remuneradamente a cambio de una quincena anual de liberación, y que se queda con su vida disfrutando de ella cada día.

PEQUEÑO, que se mueve, para mí, entra la ciencia ficción y el documental pasando por la tragicomedia, ayuda a ampliar el debate sobre qué hacer con el trabajo. Escribo ciencia ficción, cuando pienso en contratos para toda la vida. Si PEQUEÑO se diera una vuelta a día de hoy, teniendo en cuenta las reformas que se han producido en las ultimas décadas, vería que en el mundo de lxs mayores, después de varios voluntariados, becas de formación, empleos sin contrato o encadenar contratos por horas, días, semanas o meses, tener un empleo estable y digno durante toda nuestra vida para conseguir quince días de vacaciones pagadas cada año en los que poder olvidarnos de todo, aunque muchxs no lo queramos, forma más parte del mundo de los sueños que de la realidad laboral que nos rodea.

En sus escasos tres minutos y medio, de la ciencia ficción pasa a lo tragicómico, cuando PEQUEÑO se ríe de las razones que nos motivan a tener un empleo, ¿para comprar desodorante, para tener un coche rápido o quince días de vacaciones para olvidarnos de nosotrxs mismxs? PEQUEÑO, ve claro que el empleo nos da salario para consumir en los mercados y que los hemos ido colocando en el centro hasta perder de vista lo fundamental, atacando incluso nuestras propias vidas y el medio en que se desarrollan. Y de la tragicomedia pasa al documental, al destacar que el empleo no garantiza sus tardes en el parque con amigxs, es decir, que los recursos necesarios para vivir, no dependen sólo de un empleo y un salario, sino más bien, y aunque no lo nombrará como tal, PEQUEÑO veía que su vida dependía más de todo un entramado complejo de trabajos no remunerados desigualmente repartidos y redes sociales y políticas invisibilizadas.

De manera que PEQUEÑO cuando se pregunta ¿PARA QUÉ TODO ESTO? nos ayuda a centrar el debate sobre qué vida queremos vivir y qué hacemos con el trabajo en esas vidas. Porque reconoce que el empleo y el salario, al que tantas horas de nuestro sueño y descanso le entregamos y tantos debates nos ocupan, no son suficientes para dar respuesta a las necesidades y deseos de las vidas dignas de ser vividas. Porque PEQUEÑO, como mucha gente, pone en cuestión los motivos que nos llevan al deseo de obtener trabajos remunerados de manera que se cuestiona también el colocar en el centro a los mercados y a los procesos de acumulación. Porque a través del corto, aunque no lo nombra y permanece invisibilizado, queremos señalar que la vida se sostiene gracias a un montón de procesos y relaciones de cuidado no mercantilizadas, de manera que nos permite pensar en que no sólo debemos hablar de empleo sino de trabajo, y como muchas veces dice Amaia, queremos poner encima de la mesa y en centro del debate a TODOS TODOS los trabajos que hacen posible la vida. Además, y sin que parezca demasiado, se hecha de menos que PEQUEÑO observe que en el parque no todxs tenemos la misma posibilidad de jugar, no a todxs se nos deja ser como queremos o se nos permite jugar con quien nos de la gana y menos aun se nos atribuyen las mismas responsabilidades al jugar...de modo que no estaría de más seguir cuestionando los imaginarios que ponemos, o no, en juego a la hora de abordar el debate para poder hacer vidas y parques verdaderamente vivibles.

De vuelta a la conexión, pocos días después de ver el corto y sentirme en parte identificada, leo en las noticias que la presidenta del FMI, Christine Lagarde, que parece no descansar en estos días, tras la elaboración del informe anual sobre la economía española por parte del organismo que preside, considera que las ultimas reformas realizadas en el estado están poco a poco dando sus frutos, aunque recomienda o anuncia un nuevo paquete de medidas entre las que se incluyen recortar de nuevo los salarios, reducir las contribuciones de las empresas a la seguridad social y aumentar el IVA con la finalidad de mejorar la dinámica del mercado de trabajo.

Mientras leo la noticia y sigo pensando en el mensaje que lanzaba el corto, me planteo cómo podría ser una conversación entre ambxs protagonistas: ¿qué le diría PEQUEÑO a Christine Lagarde para que su corto no se convirtiera en un thriller?

PEQUEÑO, que vio claro que el empleo, aun cuando parecía ser para toda la vida, no resolvía las preguntas claves para vivir, y que opto por dar prioridad aquellas acciones y relaciones que sostenían su vida, podría preguntar al FMI en qué medida llega a la conclusión, en su informe, de que las reformas aplicadas están teniendo poco a poco consecuencias positivas para las condiciones de vida: ¿cuando en el mercado laboral, en los empleos existentes, aumenta la precariedad y trabajamos más horas por menores salarios que no garantizan nuestras condiciones de vida básicas?, ¡ya no hablamos de las deseadas!, ¿a medida que hemos visto reducida nuestra capacidad de garantizar colectivamente las condiciones dignas de los trabajos remunerados?, ¿cuando se ha acelerado la posibilidad de pasar del empleo al desempleo porque no se consigue mantener la tasa de ganancia a pesar de seguir teniendo beneficios?, ¿a medida que en el estado se producen procesos de privatización de la educación o la sanidad, entre otros, y dependemos cada vez más de empleos que no tenemos para garantizar nuestro acceso a necesidades básicas?, ¿cuando los continuos recortes en las políticas públicas acarrean un incremento en la responsabilidad de los hogares por garantizar los cuidados necesarios inherentes a la vida de las personas?, ¿a medida qué en esos hogares, espacios en demasiadas ocasiones hostiles, los repartos de los trabajos siguen siendo desiguales y son los cuerpos leídos como mujer los que asumen la responsabilidad de garantizar el cuidado reforzando de esa manera una ética reaccionaria del cuidado? o ¿cuando se fuerza a las personas a migrar para garantizar condiciones de vida?

Seguramente PEQUEÑO podría estar preguntando durante quince días sobre los por qué de las conclusiones positivas de la economía al FMI y los para qué de esas nuevas medidas que vuelven a atacar al sostenimiento de la vida... Y con las respuestas, llegar a la conclusión de que al FMI, como a otros tantos organismos e instituciones, les importan poco su vida y la de sus amigxs, sino es para que consuman o ser consumidxs, y que el parque o la plaza donde juega le parece bastante prescindible si no genera ganancias... Seguramente PEQUEÑO prefiera volver a pasar de ese mundo de los mayores de caras largas que explotan su vida, y no porque el empleo o el salario no sea importante, sino que le parece más útil destinar el resto del año a ampliar el debate y pensar en la vida que nos merece la pena vivir y las formas de articularlas... Tal vez así, viendo que se colocan en el centro del debate preguntas imprescindibles para crear condiciones para hacer vidas más vivibles, sea más atractivo seguir creciendo y no nos importe dejar de ser PEQUEÑXS!

Pequeño from tropofilms on Vimeo.

Haizea

21 de Mar 2013
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Pensé en escribir este post nada más salir de la consulta de mi médica de cabecera, una de esas que hacen huelga por la sanidad pública y que es tía y que tendrá unos 50 años y el pelo casi corto y que se le ve bastante empoderada. Lo que ocurrió dentro de la consulta no fue nada raro, más bien bastante común, la típica discusión bollera-médica sobre salud sexual, en la que la no-médico prefiere no discutir o ni se plantea rebatir lo que la médica dice; a pesar de tener más conocimiento empírico la propia bollera que la médico.

Lo que hace el biopoder o las técnicas de control del cuerpo del régimen farmacopornográfico...
 

Yo no fui capaz de decirle “las cándidas se pasan entre tías, ¡lo sabré yo! Lo que pasa es que en la facultad no te han contado nada de como pueden follar las tías entre ellas y no tenéis ni idea de lo que se pasa ni de lo que no”; solo alcancé a decirle que prefería no discutir la segunda vez que me rebatió mi argumento mientras le escenificaba un fisting.

Básicamente lo que me gustaría plantear es que la atención a la salud de las mujeres –sin esencializar el concepto mujer– es precaria, la atención a la salud sexual de las mujeres es más precaria aún, y la atención a la salud sexual de bolleras, desidentificadas, polisexuales, queers, trans, BIciosas... ya ni te cuento... y ya no solo es precaria si no que precariza nuestros cuerpos y nuestras vidas.

Así, a la vez, me gustaría preguntar(me)nos: ¿Es este modelo de sanidad pública, que nos trata como una mierda cada vez que vamos a una consulta del/la ginecólogo/a, el que estamos defendiendo en la calle con marea pa'aquí marrea pa'allá? Desde luego yo no lo quiero.

Yo no quiero tener que mentir o discutir para que me hagan las pruebas de VIH: una amiga me contaba que cuando el médico de un centro de salud sexual supo que llevaba más de dos años sin follar con cis-hombres le dijo que no le hacia las pruebas, ella le discutió durante un buen rato, pero el tipo no se bajaba del burro. Otras amigas bolleras me contaban como mentían sobre sus practicas sexuales para asegurarse de que no les pusieran problemas.

Yo no quiero que me juzguen ni que me den discursos moralistas, ni que me echen la bronca ni que me miren con cara de asco, ni que me hagan bromas cuando tengo varias parejas sexuales, no me acuerdo exactamente la ultima vez que follé o tengo menos de la edad “normal” para follar. Hemos escuchado cosas como “durante el tratamiento no mantengas relaciones sexuales, vamos, si puedes...”

Yo no quiero que presupongan en mí ni heterosexualidad ni monogamia, con el típico “dile a tu pareja que...” o “dile a tu novio que...”, cuando le has repetido 3 veces que no tienes pareja, ni novio y que mayormente follas con tías.

Yo no quiero que me hagan ninguna broma mientras una persona desconocida me mira el coño, ni mucho menos que me digan que estoy muy guapa o que me acaricien la pierna, cosa que ya nos ha pasado.

Yo no quiero que me receten la píldora compulsivamente, cada vez que la regla se me viene cada 35 días en vez de 28, me sale un pelo en la punta de la nariz o me duelen los ovarios, en vez de decirme que me haga pajas, que me den masajes a la altura de los ovarios, que no vaya a currar, que pelos tiene todo el mundo y que lo raro de las reglas es que sean regulares.

Yo no quiero escuchar ninguna opinión sobre mi capacidad reproductiva y lo que hago con ella. Nos han dicho cosas como: “mira a ver, ya tienes 30 años y se te va a pasar el arroz” o un “menos mal” a la pregunta de si has tenido algún embarazo.

Yo no quiero que cuestionen mis prácticas sexuales, aunque cuando ya te dicen “¿pero por qué tienes que meter la mano entera?” ya no sabes si reírte, llorar o pensar en la última vez que te metieron la mano hasta la muñeca para relajarte.

Yo no quiero que cuando pregunte a mi ginecóloga por cuánta carga viral de VIH puede haber en la sangre menstrual me diga “¡qué pregunta tan interesante, pero no tengo ni idea!” y tú pienses “¿hola? ¿Nadie se ha planteado esto? ¿Nadie folla con la regla?”.

Esto último me parece comparable a que hasta los años 30 la biología, la medicina o la epistemología hegemónica (encarnada en señores) no conociera ni las líneas generales del proceso de ovulación [1]. Así, a de la misma forma de que estoy seguro de que las brujas de aquí y de allí tenían clarísimo como iban los ciclos menstruales, hormonales y la ovulación, pienso que igual tenemos que ser las nuevas brujas de nuestro tiempo. Es decir, comprometernos con generar una contra-epistemología sobre nuestros cuerpos y nuestra salud integral. Obviamente, no soy ni la única ni la primera que lo piensa. La colectiva de mujeres de Boston en el 76 publicó la segunda edición, esta vez en castellano, de su maravillosa obra contra-epistemológica y feminista Nuestros cuerpos, nuestras vidas [2]. En ella se dan muchas herramientas para la gestión de la salud integral de las mujeres, desde nociones sobre anatomía, emociones, modelos de pareja, métodos anticonceptivos, hasta técnicas abortivas, pero sobre todo plantea una contra al saber médico hegemónico.

Se afirma que nosotras seremos las mejores conocedoras de nuestro cuerpo, y que además eso será lo más saludable, conocernos. Que contra el discurso de los profesionales que nos medicalizan, muchas veces de acuerdo con las modas o los mercados farmaceúticos, y nos desinforman, manteniendo el conocimiento en su poder, hay que abrir una brecha revisando de forma crítica y desde nuestras experiencias todos esos supuestos saberes inapelables de La Ciencia.

También me gustaría nombrar a la red-CAPS, que es una red formada por mujeres profesionales de la salud, que andan haciendo critica al saber médico más cerquita espacial y temporalmente.

Además, sería maravilloso que quien lea este post se anime a contarnos si conoce a más “brujas” de la zona, a profesionales de la salud (sexual o no) majas, y también a denunciar con nombres a esos y esas hijos del mal que nos agreden en sus consultas.

Yo puedo mencionar a:

La matrona del centro de salud de la calle Antracita (Legazpi), que me hace las citologías, es muy maja y además te regala espéculos para que te mires tu misma el útero.

Isabel Serrano, una ginecóloga que tiene consulta en Puerta de Toledo, creemos que en este Centro de Salud del Ayuntamiento.

Una tal Emilia, en Móstoles, que dicen que es un amor. Me gustaría dar más detalles pero no los tengo, intento conseguirlos.

Y por último, en el centro de especialidades de Pontones hay un ginecólogo mayor bastante gilipollas, no sabemos su nombre, pero sería un placer acusarle públicamente.

Os dejo también un vídeo de un proyecto en Uruguay, que me gustó mucho (gracias Sara LF por pasármelo). Para que luego aquí la gente vaya de “tolerante” con los maricas y las bolleras y tachen de homófobo al Sur, ya nos gustaría tener aquí un programa así:

 

Gracias a todas las que me han contado sus intimidades con ginecólogos estas últimas semanas y teorizaciones varias sobre el tema :)
 

Martu Langstrumpf

Notas:
[1] Laqueur, Thomas, La construcción social del sexo. Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud, Madrid, Ediciones Cátedra S.A., Feminismos, 1994.
[2] Colectiva de mujeres de Boston, Nuestros cuerpos, nuestras vidas, Cali, publicado por el Colectivo de Mujeres de Cali, 1976. Yo lo pillé en la librería de Mujeres & Compañía.

21 de Feb 2013
vidasprecarias

En este ahora en el que internet es uno de nuestros espacios cotidianos donde nos encontramos y nos pensamos, nos apetece convivir con esa multiplicidad de plataformas de expresión aportando nuestra parte a la comunidad. Una comunidad esencialmente abierta, en continuo movimiento y cambio. Es cierto que a veces colapsamos con tanta información, pero sabemos que toda esa gente chillando directamente desde sus cuartos conectados también es una de las mayores riquezas de la red. Y, pese a los ritmos vertiginosos que impone la hiperconexión, creemos que una participación con ritmo propio también es posible. Este blog nace con el deseo de generar un espacio pausado en el que pensar juntas sobre lo que (nos) acontece en estos tiempos convulsos.

Vidas Precarias quiere ser un punto de encuentro para interrogar la realidad. Un lugar desde el que construir una mirada que nos ayude a comprender y a afrontar los procesos de precarización, cada vez más extremos y cercanos a los de la exclusión social. Efectivamente, muchas vidas penden de un hilo, situación que conlleva -cuando menos- estados de tristeza, desánimo y resignación. No sabemos qué hacer para cambiar el rumbo de las cosas, aunque, paradójicamente, tengamos la convicción de que algo muy importante debe cambiar. Partimos de la idea de que el capitalismo se está rearticulando ferozmente a través de un ataque masivo a las condiciones de vida. En este sentido, la crisis no es nueva. De hecho, en otras partes del mundo se han vivido procesos muy similares. Pero hablar de crisis en este momento histórico concreto, sin desdeñar otras de magnitudes también importantes en otros lugares del planeta, nos permite nombrar un cambio multifacético global −una crisis económica, una crisis ecológica, una crisis de cuidados y una crisis de salud−; así como señalar que no se trata de un acontecimiento parcial: la crisis es sistémica, estructural.

El ataque a las condiciones de reproducción de la existencia produce exclusiones que borran los rostros de las y los outsider clásicos. Cada vez es más difícil saber el tiempo que se mantiene la cuerda floja sobre la que caminamos. ¿Cuánto tiempo antes de un desahucio o de la próxima redada? ¿Cuánto antes de que se refuerce el ataque contra la disidencia sexual, retrocediendo en los insuficientes derechos adquiridos por lesbianas, trans y otrxs? ¿Cuánto antes de que cuidadoras y diversas funcionales se vean abocadas a una lógica en la que la única salida al cuidado sea la opción privada mercantil y/o familiar? ¿Cuánto antes de la desarticulación de lo público que conformaba nuestro pobre, pero importante estado de bienestar? ¿Y cuánto antes de coger un avión destino a otro país?

Pero también observamos cómo, en medio de la desorientación generalizada, cabe la ilusión ante las nuevas formas de resistencia y lucha cocinadas al calor de la crisis. El espacio de acción se difumina y suceden cosas en el entorno de lo imprevisto; con esa sacudida de cuerpos, saltamos a sitios insospechados, comenzamos a pensar lo (im)posible. Se desarrollan nuevos micromundos, proliferan estrategias de supervivencia al ritmo acelerado de recortes, privatizaciones y desahucios y se abren nuevas preguntas y foros para pensar sobre ellas. Los debates crecen y se expanden de las plazas y las calles a los barrios y las redes (y vuelta a empezar). Pasamos, no sin contradicciones y ambivalencias, del miedo y la tristeza a la valentía y la alegría del estar junto a otras; de las prácticas de pequeños territorios colectivos a las movilizaciones masivas; de las miradas micropolíticas a los debates en torno a la institucionalidad. ¿Qué podemos aportar desde los feminismos en esta coyuntura?

Vidas Precarias parte de que no existe un suelo estable sobre el que pisar. Quizá durante demasiado tiempo se creyó que la vida nos pertenece. Que pertenece a cada cual, de manera individual. Como si la conciencia bastase para ser, aislada del mundo, encerrada en sí misma. Como si los cuerpos no se tocasen desde el principio unos con otros. Como si los pensamientos, los sueños y los deseos no fuesen ya parte de un mundo compartido. El discurso hegemónico del hombre blanco, discurso eficiente a la búsqueda de beneficio capitalista, entiende la vida como autosuficiencia. Entender la vida desde su precariedad nos permite ver la contradicción entre esa comprensión de la vida y la realidad encarnada de vidas que se necesitan mutuamente. En la tensión producida en ese choque, se agitan algunas preguntas fundamentales: ¿De qué modo queremos vivir juntas y juntos? ¿Qué significa lo común hoy? ¿Cómo podemos construirlo sin obviar que se trata de una cuestión no solo política y organizativa, sino también subjetiva y ética? En definitiva, queremos preguntar cuál es esa vida que pensamos merece la pena ser vivida, cuidada, sostenida, deseada, rescatada.

Vidas Precarias es una herramienta para hacernos estas preguntas en compañía.

 

Vidas precarias

Hoy, en medio de una de las tantas tormentas de la lluvia ácida del capital, mezclamos voces, deseos y miradas feministas para interrogar la realidad desde otros lugares que no sean el sujeto obrero-blanco-heterosexual-urbano que hace tiempo dejó de representarnos. Aquí nos encontramos amaia orozco, Haizea M. Alvarez, Martu Langstrumpf, Sara LF y Silvia L. Gil, partiendo de nuestros cotidianos para conversar entre nosotras y con otras en las fugas y resistencias que visibilizan conflictos y generan otras formas de vida.