El 5 de mayo, desde la comisión de feminismos-sol, hicimos un taller de construcción colectiva de discurso feminista en torno al tema de la deuda. Lo llamamos “si tú me dices deuda, lo dejo todo”, y lo musicamos reescribiendo la canción de los panchos en modo de andar por casa, tan panchas. Queríamos quitarle un poco de pesadez, de seriedad, de tono grisáceo y aburrido al asunto. ¿Me explico? Por eso lo del karaoke.
Y por eso los espléndidos rol playing que las actrices amateur llenaron de vida (tanta que el asunto parecía tocarles sospechosamente en lo más íntimo): una treintañera recién hipotecada, que estaba encantada de (¡por fin!) haberse atrevido a agarrar la vida por los cuernos, no lograba entenderse con su amiga de toda la vida que sigue compartiendo piso, a su edad... y es que dónde vas a vivir con sesenta tacos, ¿no será que no quieres crecer...? Una cuarentona llorándole a su amiga sus agobios con el curro, lxs hijxs, y el compañero progre que le echa una mano, llorándole a esa amiga que sigue sin vivir con su pareja, sin ser madre, tan sola, pobre, y quién te va a cuidar cuando seas mayor... Por ahí iban los rol playing; no sé si consigo hacerme entender.
Vamos, que poder encarnar los conflictos y echarnos unas risas nos sirvió para aligerar y para plantear el marronazo de la deuda no solo como una trampa que viene de fuera sino como un mal vivir en el que andamos encerradxs. Como que no se trata solo de hablar de la rueda del hámster, sino también de que gira porque los hámsters corremos y corremos, ¿sí?, ¿se pilla?
A ver, me explico: Habitamos un mundo en el que los mecanismos de la democracia se han puesto al servicio de los mercados financieros. Más allá de palabrejas híper complejas, sabemos que esto significa que la vida se pone al servicio del proceso de acumulación de capital. La trampa de la deuda convierte en deuda de todxs lo que eran deudas (y pérdidas) justo de quienes dominan ese proceso. Y, claro, al final el follón se termina resolviendo malamente en las casas, con curro gratis, hecho sobre todo por mujeres. ¿Se me sigue?
Pero esto no ocurre solo mediante la imposición violenta de una lógica de acumulación dañina a sujetos rebeldes a quienes hay que disciplinar. No; hay mecanismos de control sutiles y difusos por los que nos vamos constituyendo en sujetos rehenes que nos auto-controlamos, entrando a formar parte de la vorágine. Me explico: que las mujeres no cuidan solo porque se les obligue, sino porque la ética reaccionaria del cuidado hace que se reconozcan a sí mismas en el sacrificio por lxs otrxs, dentro del marco de la familia nuclear, ¿voy bien?
Estos mecanismos pueden incluso conectar con un proceso subjetivo muy de fondo por el que intentamos llenar un vacío que es constitutivo de nuestro ser, que no puede colmarse. Un vacío que permite que el capitalismo heteropatriarcal nos funcione como droga: engancha no por lo que da, sino por lo que promete dar. A ver cómo podría decirlo más claramente.
Bueno, da igual, simplemente: que a lo que nos referimos es a que, si no comprendemos y abordamos este proceso de construcción de subjetividades cómplices, estamos abocadas al victimismo, a caer en actitudes paternalistas, y a perder de vista el proceso de aceptación, lo que podríamos llamar servidumbre voluntaria. En definitiva, lo que estoy tratando de decir es que en el taller planteábamos que no bastan las reivindicaciones hacia fuera y que necesitamos una transformación hacia dentro.
Perdonadme si todo esto está quedando un poco espeso o lioso. El caso, dejadme que insista, es que la cuestión que quisimos trabajar en el taller es cómo, para entender la deuda, hay que tratar una dimensión material y otra subjetiva, y entender los mecanismos de control que las anudan, a modo de pajarita, ¿¿me explico?? Y que esos mecanismos no son solo los más fácilmente reconocidos desde la izquierda, como el discurso individualizado del éxito, sino también otros denunciados por el feminismo como el amor romántico y el binarismo heteronormativo, ¿así se entiende?
¿Me explico o no me explico? ¿Por qué lo hacemos todo el rato? ¿Por qué las mujeres, quienes hemos sido socializadxs como mujeres porque se nos reconoció en ese cuerpo, o llamémoslo X, hacemos esto todo el rato? ¿Por qué hacemos todo el rato esto de pedir perdón?
Fue un taller estupendo. Con cosas mejorables y todo lo que queramos, pero las compas que expusieron estuvieron estupendas, las discusiones en plenario, los rol playing, los debates en grupo, hasta los bizcochos o los espaguetis estuvieron estupendos. Y, sin embargo, nos pedimos perdón mil veces, por no explicarnos, por quemar el bizcocho, por… Como nos decía Haizea cuando, al inicio de este blog, las intrépidas blogueras nos cuestionábamos quiénes éramos para osar escribir: por el derecho a existir. Por el derecho a explicarnos (o no). Y a quemar el bizcocho.
Aquí la participación de compañeras de feminismos-sol en el Mayo Global, en la actividad organizada por economía-sol “Violencia Económica, alternativas al fascismo financiero”
amaia