Democracia

Global
En el terreno de lo políticamente dudoso

listadoDemocracia

1 a 5 de 5
23 de Sep 2016
Jule Goikoetxea

¿Sabíais que durante más de veinte siglos la elección como método para elegir gobernantes y/o representantes se ha considerado aristocrática? No, no lo sabias, porque nadie te lo ha dicho. Hay una especie de consenso tácito que oculta descaradamente el carácter aristocrático de la democracia representativa. 

Y, en línea con esto ¿Sabíais que la república se ha considerado siempre contraria a la democracia? Al menos desde su conceptualización moderna (es decir, liberal, y lamentablemente el socialismo no tiene una concepción propia de república, por no tener, no tiene siquiera un arte de gobernar o una gubermentalidad propia, quizá por eso estamos donde estamos).

Históricamente, la republica se ha conceptualizado como gobierno representativo (es verdad que Rousseau tenía otro parecer, pero también es verdad que su mundo interno era un poco piruleta, como el de Habermas, además de ser de lo más misógino y racista que he leído nunca). En términos descriptivos, la república es la forma de gobierno que la mayoría de países tiene hoy, y se ha considerado opuesta a la democracia porque los padres de las constituciones modernas, como Madison, consideraron que las sociedades actuales no podían funcionar mediante democracia, la cual se entendía como sistema en donde el pueblo se gobierna a sí mismo, de forma directa (lo que hoy se llama democracia directa) o seleccionado mediante lotería y gobernando en rotación.

¿Os habéis fijado que ningún partido de izquierdas propone que los representantes sean elegidos por lotería y que el sistema no permita más de, pongamos, dos años de servicio público a lo largo de toda la vida? Y esto es, en cambio, lo que evitaría la formación de una clase política (la de los aristoi) y la alianza criminal que tenemos hoy entre la elite política y la financiera. Por esto mismo es por lo que los liberales y los republicanos dijeron que ni hablar de democracia, de loterías y de rotación, sino que querían una república representativa en la que todo el mundo pueda votar (ejem) pero en la que no todo el mundo pueda gobernar.

Cuando digo que la izquierda está reproduciendo la ideología liberal esto es un claro ejemplo. Estoy a favor de re-significar los conceptos y darle un nuevo significado a ‘república’. El caso es que hay que tener músculo político, recursos y un discurso históricamente estructurado para poder hacerlo. Si no, terminas defendiendo un poco de Rousseau y un podo de Madison mezclado con unas gotas de San Agustín, Marx y Hayek.

Que es más o menos lo que encontramos hoy en los programas electorales y discursos políticos.

Quiero traer esto a la palestra porque la tragedia del socialismo es que no ha desarrollado su propio arte de gobernar, más allá de usar la intervención económica como forma de gobernar, igual que hace el liberalismo. Y es importante que el socialismo, si es que vamos a usar la palabra para emancipar, pueda articularse más allá de una teoría económica. Necesita desarrollar su propio concepto de democracia y de estado, su propia concepción de poder, de conflicto perpetuo, de individuo, libertad e igualdad. Y no vale con socializar los medios de producción y nacionalizar las corporaciones.

Es en ese sentido que los discursos de la izquierda pidiendo más república(s) y más democracia, aunque necesarios, son insuficientes porque lo único que hacen es democratizar lo que el liberalismo y el neoliberalismo hacen. No es una alternativa, es un conjunto de resistencias y frenos. Eso es lo que hace la izquierda actualmente, entre otras cosas porque no tiene dinero para hacer nada más que protestar y resistir. Pero en algún momento tendrá que presentar un proyecto alternativo. Un pensamiento alternativo, que no sea teológico, cristiano, liberal y moralista.

No solo no tenemos una concepción propia de democracia, tampoco sabemos (un saber histórico que debería haber sido transferido) qué mecanismos exactamente son los que han posibilitado más igualdad, más distribución o más acumulación de capitales. Un ejemplo de esa ignorancia histórica y política se ve en cómo vota la gente (ya que no sabemos por qué vota la gente).

La gente, en general, no vota en base a lo que sus representantes han o no han hecho (en muchos casos ni siquiera saben qué han hecho exactamente, preguntad por la calle si no me creéis), sino que vota en base al programa: en base a palabras y promesas futuras, no en base a hechos y en retrospección. Y es que la elección de representantes mediante selección, cada cuatro o cinco años, tiene su propia mecánica que la población no conoce. Es votando de forma retrospectiva, como dice Manin, que los representantes se ciñen más a lo que prometen (acercándose más al estilo de delegado que de libre representante defendido tradicionalmente por los sindicatos y los socialistas), ya que promesas siempre se pueden hacer nuevas, y cambiar las anteriores, mientras que lo que se ha hecho no se puede cambiar. Pero ¿dónde nos enseñan las lógicas internas de nuestro sistema de representación democrático? En ningún lado. Así que la gente no solo vota en base a palabras (la mayoría) sino que no sabe que, al elegir un representante, lo hace de forma aristocrática. No sé cómo es nuestra selección natural, pero nuestra selección democrática es aristocrática.

Desde la Atenas de Solón, pasando por Aristóteles, los ideólogos de las ciudades estado italianas, de Maquiavelo a Harrington, Montesquieu y Rousseau, todos consideraron la lotería como método popular y democrático para conseguir puesto público y poder político. Ya que la elección de representantes por parte del pueblo termina siempre en la elección de aquellos que se perciben (y subrayo ‘perciben´) como superiores (ya sea en riqueza, prestigio, herencia, conocimiento, estatus, y ahora, habilidades comunicativas). Esto es entendible: la gente no quiere gobernantes inferiores y ni siquiera similares a ella, sino mejores (sea lo que sea eso de ‘mejores’ para cada cual). Todo los estudios demuestran que la población, da igual derecha o izquierda, termina eligiendo a gente de clases socio-económicas superiores, clase media alta o directamente alta, década tras década.

De todas formas, creo que el problema de la elección no es tanto el hecho de que la gente tienda a elegir individuos pertenecientes a las clases socio-económicas superiores, sino que no rotan. Y, por tanto, solo gobierna una determinada clase, que históricamente se ha llamado aristocrática, y una de las razones de no llamarla así es que se quiere ocultar este fenómeno. Pero es clave nombrarla, ya que el concepto ‘clase política’ o ‘casta’ es totalmente liberal y oculta más que aclara. En cambio, del concepto aristocracia si se pueden derivar (derivación histórica) cosas: por ejemplo, que la aristocracia tiende a convertirse en oligarquía. ¿Pero cómo derivar, inducir, pensar de forma clara y concisa si los sustantivos que usamos en política no son más que una cortina de humo liberal?

Y aquí, en este inmenso lío, es donde estamos ahora mismo. Con unas elecciones autonómicas el domingo, otras estatales, en breve, y un par de repúblicas democráticas nuevas in the making.

30 de Mayo 2016
Jule Goikoetxea

La construcción de un Estado Feminista
Sesión organizada por Endavant - Barcelona.
Tomaron parte Isabel Vallet, Maria Colera y Jule Goikoetxea.
Aquí tenéis los vídeos en castellano y en catalán por orden de intervención.

¿Cómo convertir la democracia patriarcal en una democracia feminista?
¿Cómo construir un nuevo estado con un sistema económico, político y social que no sea misógino y donde la mujer sea considerada una clase económica y socio-política oprimida?
¿Cuáles son los pasos a dar? ¿Qué conceptos hay que repensar? ¿Qué es la heterosexualidad si no es un régimen político? ?Qué medidas de despatriarcalización hay que implementar?

Jule Goikoetxea

Maria Colera

Isabel Vallet

03 de Mayo 2016
Jule Goikoetxea

“Todo producto químico es saludable hasta que se demuestre lo contrario. Es decir, hasta que no muera gente por su consumo no vamos a quitar ningún producto del mercado”

Esto es el TTIP, un golpe de Estado.

Un golpe de Estado que recorre Europa y ante el cual los demócratas mienten como bellacos. Mienten como bellacos los socialistas, los liberales, los conservadores, los cristiano-demócratas, los neocom, los fascistas, los católicos, los protestantes y los ateos.
Y por otro lado, una izquierda ensimismada con las coyunturas y las elecciones, con coaliciones y partidos alfabéticos, mirando hacia un pasado que nunca existió y hablando de un futuro sin estructura ni presente. Estamos viviendo un golpe de estado y nadie dice nada
¿Alguien ha visto a los partidos autodenominados de izquierdas rasgarse las vestiduras, llorar, sudar y gritar “¡¡¡golpe de estado, golpe de estado!!!” Así como intentar paralizar el ‘normal’ funcionamiento de este golpe de Estado democrático para decir en los medios a su población: “¡peña, estamos viviendo un golpe de Estado, coged las armas y a la clandestinidad!” No. Estamos más en tono “Heidi larai larai liri! Portaos bien, acatad las leyes y cuando muráis intoxicados, si eso, ya denunciaremos por los cauces legales. Ah! Y no se os olvide votar para seguir en Europa”

Los culpables no son Bayer ni Coca-cola ni Nestlé ni Kraft. Los culpables son los mandatarios actuales, aquellos que dirigen los ejecutivos y los sistemas de justicia de los estados nacionales. Son ellos quienes permiten legalmente, ayudan económicamente, posibilitan materialmente que dichas empresas nos roben, esclavicen, envenenen y maten. No es Bayer la que obliga a los Estados a firmar su propia privatización. Son los Estados los que permiten a las multinacionales privatizar y dejar en pocas manos la autoridad política, los derechos humanos y la riqueza pública. Son los Estados los que llevan a cabo el golpe de Estado, y recordad, en los golpes de Estado no desaparece el Estado, sino que cambia el régimen. Ahí estamos.

Los golpes de Estado son variados, variopintos, violentos y los suelen llevar a cabo grupos u organizaciones armadas (ejército, paramilitares, guerrillas y servicios de inteligencia nacionales e internacionales). En este caso, el grupo armado son los ejecutivos de los estados nacionales y las multinacionales. Es decir, los sujetos ‘revolucionarios’ que llevan a cabo este golpe de Estado son, entre otros, aquellos que están dirigiendo tu estado o tu comunidad, ya que por ejemplo en nuestro caso, los partidos vascos cristiano-liberales apoyan dicho golpe de estado al igual que los partidos neoliberales catalanes.

La negociación del TTIP se lleva a cabo, por tanto, entre lobbys industriales-financieros y los gobiernos de los Estados. Más concretamente, es mediante el aparato ejecutivo y judicial que se lleva a cabo la privatización de la democracia ¿Cómo? Entre otras, aprobando leyes que no pasan por la tercera dimensión del estado moderno: el parlamento. El parlamento ya no decide qué leyes aprueba el gobierno (para saber cómo lo hacen leed a Saskia Sassen y Kholer-Koch, expertas en la Unión Europea, privatización y globalización).
Las representantes del pueblo elegidas en elecciones ya no controlan al ejecutivo. Las decisiones no se toman en los parlamentos ni nacionales ni Europeo ni en el congreso de los Estados Unidos. Y esto se lleva a cabo poniendo el sistema judicial a disposición del ejecutivo en vez de a disposición del parlamento. Cuando entre el TTIP, ni siquiera el sistema judicial nacional tendrá nada que decir. La justicia se privatizará, quedará en manos de las élites financiera, y ya no será relacionada con el bienestar social, sino con la maximización de las ganancias. Aquello que obstaculice la maximización de ganancias será injusto y por tanto neutralizado (sean leyes, personas, instituciones).

Pero insisto en que la privatización de la justicia (y obviamente de la educación, la sanidad, las pensiones, la formación continua…) que implica el TTIP, la hace el Estado, no las multinacionales y por otro lado, que la estructura estatal se privatice no significa que desaparece (hay muchos análisis últimamente que confunden esto) sino que se transforma ¿Por qué? Porque es el capital quien inventó el estado moderno, y no será el capital quien lo haga desaparecer, sino en todo caso, transformar, porque es la estructura estatal la que asegura que el capital se pueda mover legalmente de un sitio a otro con total seguridad (ante pérdidas, extravíos, robos, asaltos). Las empresas no podrían funcionar sin las garantías jurídicas y coercitivas del Estado (policía, ejército, cárceles, residencias, escuelas). Es el Estado quien ofrece en sacrificio los cuerpos que producen las mujeres (repito producen, no reproducen) y que la sociedad convierte en cuerpos productivos de riqueza y conocimiento, es decir, el empresariado no es nada sin la clase trabajadora, sin las mujeres que paren la humanidad y sin las instituciones públicas que hacen que los cuerpos sean no sólo productivos sino fiables, dóciles y obedientes.

Sin trabajadoras no hay riqueza ni bienestar pero sin educación y sanidad no hay trabajadoras productivas. He ahí porque el capital no va a hacer desaparecer el Estado. Lo que sí producen los grandes empresarios (que no las pymes) y en concreto las multinacionales, es pobreza.

El capitalismo no produce riqueza, produce mecanismos legales para el robo masivo del bienestar que con nuestras manos y cabezas producimos a diario para que 4 señores gordos, blancos y viejos rían, coman y vomiten felizmente. Pero estos señores gordos, blancos y viejos no son nada sin nosotras, y en ese sentido, no serían nada sin el Estado o las instituciones públicas que producen la mano de obra cualificada y toda la red jurídico-institucional y coercitiva que posibilita y protege la circulación del capital. Así que ¿quién dijo miedo?

17 de Dic 2015
Jule Goikoetxea

La nación francesa ha perdido su soberanía y el poder público de la ciudadanía ha quedado en unas pocas y ávidas manos. En la Unión Europea, Francia no tiene capacidad de negociación y el prestigio e influencia que tenía a nivel internacional ha decaído gradualmente pero sin pausa. Los franceses tienen derecho a un trabajo digno y la oleada de refugiados es culpa del estado francés y, de Europa, en general. Este es el discurso de Marine Le Pen, la dirigente ultraderechista del Frente Nacional, en el Parlamento Europeo, ante un François Hollande avergonzado y silenciado y ante la izquierda europea, escondida en los retretes de Bruselas.

La democracia implica repartición del poder, decía Le Pen. Sí, ya sabemos que la izquierda europea lleva más de cuatro décadas diciendo esto último, lo que ocurre es que a continuación siempre añaden que el estado no es más que una condenable maquinaria de violencia y a continuación dicen que las naciones tienen que desaparecer porque la democracia ha de basarse en la ciudadanía si es que queremos lograr una sociedad sin clases ni naciones ni estados. Igual los marxistas, los socialistas, los anarquistas o los comunistas (que por cierto desaparecieron en la década de los 90), teniendo en cuenta que los socialistas y los Gaullistas hace mucho tiempo que se pasaron al bando neoliberal.

La gente universitaria vota a favor de la izquierda multicultural mientras la clase trabajadora vota laïcité (católica, pero laïcité). El Frente Nacional es el partido más votado no sólo entre los más pobres y entre los que menor nivel educativo tienen, es también el más votado entre los agricultores, las autónomas, los parados y las jóvenes. Porque sólo los universitarios entienden y saben cómo distribuir el poder sin estado, soberanía y nación (ironía ON).
 

 

Curiosamente, en lo que respecta a la soberanía y al estado, el discurso de Le Pen coincide con los estudios y análisis académicos: el pueblo ha perdido su soberanía y sin recuperar la soberanía estatal van a privatizarnos hasta la respiración. Eso dice la academia, la de izquierdas, en todo Europa, en cambio los partidos de izquierda europeos no son capaces de decirlo (exceptuando los partido de izquierdas inmersos en un proceso de emancipación, en donde, se muestran a favor de la soberanía nacional y estatal).

Pero los partidos de izquierdas Españoles, Alemanes, Ingleses, Franceses, Italianos… (en esta categoría no entran los socio-liberales) no son capaces de defender con la fuerza de Le Pen la soberanía popular, porque la defensa de la soberanía de un pueblo implica per se fronteras (por mucho que se puedan articular y organizar de diversas formas, más o menos porosas, etc.) y a la izquierda no le gustan las fronteras, por eso llevan más de un siglo luchando contra el estado, ya que si los estados desaparecen, según ellos, las fronteras también. Pero es que además, a la izquierda no le gusta el estado porque es, de acuerdo a Marx, quien produce las clases-socioeconómicas y las desigualdades, ya que el estado es una herramienta de la burguesía… y es por tanto contradictorio defender tu propia nación o estado ya que choca con los principios marxistas internacionalistas… etc. etc. Este ha sido el discurso predominante (no único, sino predominante) en la izquierda europea desde hace ya más de cuatro décadas.

Por eso ahora la izquierda europea incluida la española (aquí no entra el socialismo español, que es en este momento el partido más desclasado de toda Europa), no pueden defender con la misma fuerza que Le Pen la soberanía popular porque llevan décadas condenando al estado y a la nación, sin tener en cuenta que el escaso poder que se ha conseguido distribuir en comparación a hace dos siglos, se ha hecho mediante el estado y en referencia a la nación, ya que (recordemos) es la nación (el pueblo) quien ha de detentar el poder o la soberanía, de ahí lo de ‘soberanía popular’.
¿Cómo va la izquierda europea a defender la democracia de forma seria si han condenado todos los elementos básicos sobre los que se funda una democracia?

¿Cómo le va a decir la izquierda a la gente que la Unión Europea es un lobby financiero desde el principio y que el Parlamento Europeo funciona como un INEM II para políticos que no saben dirigir, después de estar cuatro décadas defendiendo la podrida paz Europea y su democracia oligárquica?

Para que la democracia emerja, decía la izquierda europea, los estados y las naciones tienen que perder poder, si no cada nación y estado defenderá sus intereses y no se podrá construir una Unión fuerte y sana. Esta ha sido la obsesión de la izquierda europea: demonizar al estado, no querían naciones ni fronteras ni soberanía estatal. Querían una sociedad global sin clases y con intereses universales… es decir, europeos, blancos y de clase-media universitaria, preferiblemente hombres, preferiblemente limpios. Nada de naciones, nada de estados y por tanto nada de soberanía (estado) popular (pueblo-nación).

Que se coma ahora la izquierda, la española incluida, esta chachi-piruleta global, porque nosotras no lo vamos a hacer.

08 de Oct 2015
Jule Goikoetxea

La Marcha Mundial de Mujeres ha dejado atrás Euskal Herria, se ha adentrado en Galicia y pronto bajará hacia Portugal. Ahora nos correponde a nosotras transformar esta marcha política en conflicto político evidenciando el capitalismo heteropatriarcal. Muchas trabajadoras tienen claro que en el sistema capitalista la paz del propietario es la violencia del trabajador, de la misma forma, muchas mujeres tienen claro que en el sistema patriarcal la paz de los hombres es violencia para las mujeres. Las categorías de hombre y de mujer, igual que las categorías de negro-blanco y de capitalista-obrero, son categorías socio-políticas y socio-económicas, no científicas, y dichas categorías no articulan la diferencia, sino la explotación.
 
Las sociedades liberales, incluidas las democráticas, son sistemas patriarcales basados en la división del espacio en público y privado. El espacio privado es por definición no-político, el espacio de las mujeres, de la naturaleza, y en la naturaleza, ya se sabe, no hay leyes ni derechos. El espacio público, en cambio, es de los hombres, el espacio de la cultura, la razón y las leyes: el espacio de lo político. La mujer, ser no-político, está condenada a cuidar a aquellos que hacen política, a educar a quienes gobiernan el conflicto político (el pueblo, el mundo).
 
En el actual sistema patriarcal, las mujeres paren, producen, educan y limpian la humanidad sin cobrar ¿Cómo va a ser la paz del hombre libre, la misma que la de su esclavo? ¿Cómo va a ser la paz del hombre público, la paz de la mujer privada?
 
La creación de un espacio llamado público, y, por tanto, la creación del hombre moderno, se lleva a cabo gracias a la exclusión de ciertos seres y/o relaciones del ámbito de la igualdad, es decir, del ámbito de la política. Cuando nada más nacer nos ponen la marca de mujer, perdemos el derecho a ser protagonistas de la historia. Todo nuestro cuerpo queda sexualizado (racializado) para toda la vida: no podremos ser jefe ni guerrero, seremos siempre el jefe negro o el guerrero mujer (sustantivo más –a como costilla del universal que es, obviamente, --o de falo--. Sexualizadas primero y de acuerdo a ello, admitidas después.
 
La exclusión de las mujeres es estructural, y sistémica, no requiere de una intención explícita para ser excluida del espacio público y político: siempre esposa, hermana o madre, siempre cuidadora y servidora. Las mujeres nunca somos protagonistas del conflicto político, igual que no somos sujeto del conocimiento, de la historia y de la justicia. Las mujeres son los eunucos que cuidan de los protagonistas de la historia.
 
Una sociedad que se organiza en base al sexo, es decir, que divide el prestigio y el trabajo en base a la categoría de hombre-mujer (el heteropatriarcado), es como la sociedad que se organiza en base a la raza: racista. Porque la heterosexualidad no es una pulsión, es una ideología, como el racismo. El negro, el trabajador, la mujer: no son categorías de la diferencia, sino de la opresión. Y a esta opresión socio-política y económica la llamamos normalidad o estado de paz.
 
Que maten y violen a mujeres a diario y que generación tras generación sean colocadas sistemáticamente en la periferia es parte del funcionamiento normal de la democracia y base de lo que consideramos una sociedad en paz. Que las mujeres trabajen sin cobrar o cobren menos que los hombres no es un conflicto político que tiene nuestra sociedad. Para ello no hay comisiones internacionales de pacificación, ni procesos de desarme, no hay en el gobierno ninguna comisión vinculante: porque no hay conflicto político, hay normalidad patriarcal.
 
La democracia patriarcal implica un control basado en la disciplina, donde los hombres gobiernan a las mujeres: esa es la norma en el patriarcado, en eso se basa la paz del patriarcado. Si las mujeres no recuperan el espacio público, la paz jamás será de las mujeres, es decir, la norma-lidad seguirá basada en la violencia y exclusión sistemática de las mujeres.
 
Como mujer, y ahora que estamos construyendo una nueva Euskal Herria, mi objetivo será gobernar (también) la violencia y el conflicto. Y no andar a la búsqueda de una paz patriarcal que es la encargada histórica de haber oprimido a nuestra clase socio-política. Tal y como se dijo en la ponencia La paz no existe, el feminismo sí, en el patriarcado el conflicto político se da cuando los hombres se matan entre ellos y la paz cuando los hombres acuerdan entre ellos.

BERRIA.eus: "Emakumeen Mundu Gatazka"
 

Jule Goikoetxea

Nací posicionada, en el terreno de lo políticamente dudoso, y cuando me dijeron que la dominación mediante el discurso razonado se llamaba conocimiento una sobredosis estructural me convirtió en actualidad. Las que nacimos con la guerra perdida de antemano no luchamos para ganar, sino para transgredir, y la transgresión contiene dentro de sí técnicas milenarias practicadas desde el origen con la mayor disciplina.