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05 de Ene 2016
Wayward Wandering

El 2015 ha sido el año del retorno de las fronteras, los muros, las vallas. Físicas y abstractas, cuanto más violentas mejor, eco de las guerras modernas que mueven las ruedas de la industria. Un proceso inverso al que tuvo lugar en 1989 con la caída del muro de Berlín ha envuelto Europa en una niebla densa.

Las construcción de barreras físicas ha marcado el 2015 con cadencia acelerada hacia la llegada del invierno. En realidad hemos asistido a la fabricación de dos distintos tipos de barreras que actúan en sinergia y se alimentan mutuamente, las unas garantizando la supervivencia de las otras.

Por un lado hemos visto el nacimiento de nuevas barreras físicas, tangibles: vallas y muros construidos para contener la ola de sufrimiento en la que las economías neoliberales occidentales tienen responsabilidades importantes. Entre Macedonia y Grecia, Eslovenia y Croacia, Austria y Eslovenia, Hungría y Croacia, Eslovaquia y Hungría, Hungría y Rumanía, Ucrania y Rusia, Estonia y Rusia, Bulgaria y Turquía, Hungría y Serbia, entre Ceuta y Melilla y Marruecos, hay vallas construidas o planeadas.

Prejuicios, racismo, xenofobia son los elementos que constituyen el segundo tipo de barreras, planeadas con particular energía durante el 2015: barreras mentales fabricadas a través de los media para dar legitimidad a la construcción de las vallas. Sin la fabricación del consenso sería difícil justificar la violencia que se perpetra en las fronteras europeas. Los prejuicios llegan a ser los cimientos de las vallas, las vallas alimentan los prejuicios evitando el encuentro.

Las barreras físicas y mentales constituyen un elemento necesario a la supervivencia de nuestro sistema económico, son consustanciales a él. Resulta necesario construir barreras para poder reforzar las desigualdades en el ámbito socio-económico, para que la inicua repartición de los recursos se pueda perpetuar, barreras tanto más resistentes cuanto más se quiere incrementar las desigualdades. Las fronteras se convierten en el elemento necesario al mantenimiento del status quo, el elemento que esconde la verdad de nuestra economía. Sería peligroso para la estabilidad de Europa tener enfrente de nuestros ojos los efectos de las guerras que nuestra economía está produciendo.

Poco después de la caída del muro de Berlín, Francis Fukuyama, en su célebre artículo de 1989 'El fin de la historia' (seguido por el libro El fin de la historia y el último hombre en 1992), sostuvo que con la caída del régimen soviético la historia había terminado. Considerando la historia como un progreso lineal, un proceso acumulativo que con el tiempo lleva a alcanzar un objetivo final –siguiendo la filosofía de la historia de Hegel y Alexandre Kojève–, Fukuyama sostiene que con la caída del comunismo empieza la etapa final de la historia, triunfa el neoliberalismo económico y la sociedad va hacia la democracia perfecta: las ideologías y la política son sustituidas por la economía. Ya no son necesarios conflictos, revoluciones, nuevas ideas, la sociedad ha alcanzado su equilibrio, la historia ha llegado a su fin. Los acontecimientos históricos, a partir de 1989, sólo servirían para alcanzar el neoliberalismo perfecto.

"El fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas"

Precisamente las guerras que estallan continuamente con cadencia acelerada –y que paradójicamente son uno de los motores que mueven las ruedas de la economía neoliberal– demuestran que la historia continúa, que el supuesto equilibrio democrático de la sociedad neoliberal del que habla Fukuyama no existe, y nunca existirá por la esencia misma de la sociedad de consumo, por su desigualdad que genera conflictos.

La caída de las fronteras en 1989 y el triunfo del neoliberalismo ha generado, veintiséis años más tarde, la construcción de nuevas fronteras, que demuestran lo contrario de lo que afirmaba Fukuyama: en lugar de haber alcanzado la democracia perfecta asistimos a la decadencia de lo democrático, a su conversión en un simulacro. Las fronteras vuelven a aparecer, como el elemento necesario para poder mantener vivo el neoliberalismo y desmantelar lo democrático.

Otra acepción devuelve significado a la expresión 'el fin de la historia', considerada como el final de la era de la civilización humanaOtra acepción devuelve significado a la expresión 'el fin de la historia', considerada como el final de la era de la civilización humana, civilización que conscientemente se acerca a las fronteras de la historia sin accionar el freno de emergencia. 'El fin de la historia' es el título de un artículo de Noam Chomsky de septiembre de 2014, que analiza los efectos de la acción humana sobre el ambiente, su destrucción a través de la generación del cambio climático. Los últimos 300 años de civilización constituyen una nueva época –que los científicos han denominado Antropoceno– en la que la influencia del ser humano sobre el planeta es dramáticamente intensa. La fuerza destructiva de la acción humana –léase del sistema productivo neoliberal– es comparada por Chomsky con el efecto devastador del impacto de un asteroide con la tierra –ocurrido hace 65 millones de años– que causó la extinción de los dinosaurios. Hoy –dice Chomsky– el asteroide es el género humano.

Es tan clara como innegable la agonía de nuestra sociedad, su acercarse a su frontera, su camino hacia el abismo y la urgencia de un proceso inverso, de un cambio radical hacia una economía ética, para que los recursos se repartan equitativamente y la conquista de la naturaleza se convierta en su salvación.

23 de Dic 2014
Wayward Wandering


El Cap de Creus en estos últimos meses ha llegado a ser un lugar representativo para entender relaciones complejas entre naturaleza y espacio construido, usos y abusos del espacio, interés público y vanidad privada, aceptación y oposición ante los abusos.

El tema en cuestión es el proyecto impulsado por un ciudadano para la ampliación de un restaurante en el parque Natural del Cap de Creus -- zona protegida por la Ley 4/1998-- para convertirlo en una estructura destinada a museo-escuela gastronómica.

Otra palabra usada con profusión es sostenibilidad, uno de los términos que representa la pobreza del lenguaje contemporáneo

Para proteger la belleza y biodiversidad del Cap de Creus y permitir la conservación del mismo, la Ley 4/1998 de protección del Cap de Creus establece que no está permitido ampliar las estructuras existentes más allá del 20% de la superficie, mientras que el proyecto en cuestión prevé una ampliación del 213% (3446m2). Para solucionar el inconveniente que impide un privilegio más en una sociedad basada en los privilegios, la Generalitat de Catalunya --con un juego de palabras y un abuso continuo del lenguaje-- da la vuelta al asunto: crea una ley ad personam, definiendo proyecto de interés público de primer orden un proyecto fruto de los intereses privados y anula los elementos de protección del verdadero bien común: la naturaleza.

La persona en cuestión es Ferran Adrià, el autor del proyecto arquitectónico el taller de Enric Ruiz-Geli y el estrenuo defensor del proyecto es el consejero de Territorio y Sostenibilidad Santi Vila. El proyecto se llama elBulli1846.

Por un lado la naturaleza y el bien común, por el otro un abuso y el interés personal. Por un lado una acción política desinteresada --la ley de protección del parque Natural--, por el otro la connivencia entre políticos e interés privado.

La situación política en Cataluña ha llegado a niveles de autoritarismo inimaginables, con la continua transformación de las libertades en simulacros. El gesto político de crear una ley ad personam es tan evidentemente abusivo que necesita una justificación autoritaria por parte de los técnicos, los llamados expertos. Si analizamos la web del taller de Enric Ruiz-Geli --autor del proyecto arquitectónico-- junto a las palabras del consejero Santi Vila (que no es un técnico) y de Ferran Adrià emerge en todo su esplendor la más evidente vacuidad del lenguaje usado, cuyo única función sería la de invalidar, a través de la autoridad del especialista, cualquier crítica --sensata, razonable, necesaria-- a un proyecto insensato y abusivo.

La web del taller de Enric Ruiz-Geli ve como protagonistas una serie de vídeos con imágenes que reflejan por un lado la vanidad del impulsor del proyecto Ferran Adrià --a menudo retratado dirigiendo, mandando, protagonizando un cenáculo de discípulos que parecen obedecer sonrientes-- por el otro el lenguaje publicitario con el que se presenta la naturaleza, exclusiva para unos pocos. Algunas frases de la web, en la sección más específica --que tendría que avalar el proyecto a través de la autoridad del experto-- son tan vacías que llegan a ser hilarantes.

Algunos ejemplos (todos en inglés, las mayúsculas son como en el original):

we want to protect, conserve and INCREASE BIODIVERSITY

the ElBulliFoundation will be a PILOT PROJECT for the Natural Parks in Spain.

Interesante la siguiente serie de afirmaciones, relacionadas en secuencia lógica, como en un silogismo dadaísta en cinco pasos iluminantes:

the restaurant TURNS into a FOUNDATION

the LANDSCAPE becomes DATA clouds

now we have a MASS of 2.000.000 POINTS

internet is a DATA CLOUD, Telefonica talks about cloud computing

elBulliFoundation is a CLOUD OF INFORMATION

(Ferran Adrià colabora desde hace años con Telefónica)

Otra cita, que tendría que profundizar en la relación entre arquitectura y energía:

CO2, PHOTOSYNTHESIS, SALINITY, RELATIVE HUMIDITY, NATURAL PARK , GEOTERMIA... the heat of the earth...

in ELBULLI FOUNDATION the architecture is PURE ENERGY

Por último, una cita que ejemplifica el copioso uso a lo largo de la web de nombres de autores acreditados para avalar el proyecto, una vez más un uso del lenguaje sin una finalidad comunicativa, con el único objetivo de invalidar las críticas:

A fourth strategy for elBulliFoundation:
based on PENROSE studies we developed an abstract nature that is based on natural geometries which able to condense the surrounding natural essences.

(la falta de sintaxis de la última frase es del original)

La frase resume la finalidad del proyecto: destruir la naturaleza para construir un simulacro, asequible a pocos, convertido en mercancía, sin vida, sin memoria, en resumen la representación de la prostitución de la naturaleza, el pro statuere, el poner en venta. Otra palabra usada con profusión es sostenibilidad, uno de los términos que representa la pobreza del lenguaje contemporáneo. ¿Sostenibilidad para quién? ¿Para qué? se vuelve, una vez más, al juego elemental de usar palabras vacías, descontextualizadas, huecas, para defender miserias personales. Palabras vacías usadas por Ferran Adrià, Enric Ruiz-Geli y Santi Vila. Jordi Sargatal, ex director de un parque natural próximo al de Cap de Creus (el de los Aiguamolls de l'Empordà) afirma: "Los parques naturales tienen que servir como escaparate". Sigue la idea de prostituir la naturaleza.

95.312 es el número de firmas en contra del proyecto recogidas por la petición organizada por la plataforma Change.org, más de 30 son las asociaciones que se oponen al proyecto (y que han escrito el Manifest de les entitats ecologistes sobre el projecte d'El Bulli), considerando el efecto destructor que el proyecto conlleva, al ser el parque del Cap de Creus un lugar con una biodiversidad excepcional, un lugar de interés naturalístico y geológico que es necesario proteger de los intereses privados de ciertos ciudadanos para que siga siendo un lugar excepcional que cada ser viviente pueda seguir disfrutando, animales, plantas o personas.

La situación política en Cataluña ha recreado, a la perfección, la profecía de Orwell de 1945 en Rebelión en la granja: se deciden y escriben juntos una reglas --la Ley 4/1998 de protección de Cap de Creus y otras leyes para proteger la naturaleza de los ataques cada vez más sofisticados e irreversibles del ser humano-- luego los cerdos, en connivencia con los perros, se arrogan el derecho de decidir sobre el interés común y se empiezan a corregir las reglas. La regla No se puede construir en el Cap de Creus más allá de un cierto límite se convierte en No se puede construir en el Cap de Creus más allá de un cierto límite a excepción de algunas personas, ya que algunos animales --aunque sean todos iguales-- son más iguales que otros. La palabra que define el proyecto es abuso. Abuso, in primis, hacia la naturaleza. Abuso, además, hacia la igualdad de derechos de las personas, mujeres u hombres, con más o menos billetes de banco o papel moneda, con más o menos contratos de propiedad, personas blancas, marrones, beiges, rosa, negras o de todos los colores a la vez, con una manera de pensar u otra.

Denso de significado, en cambio, parece ser el nombre del proyecto, elBulli1846. 1846 es el año en que Henry David Thoreau fue encarcelado por su rechazo a pagar los impuestos, debido al apoyo del gobierno de Estados Unidos a la esclavitud y la guerra de México, dos abusos perpetrados por el Gobierno en nombre del interés común. En el ensayo Desobediencia Civil, Thoreau, además, toma las distancias de Emerson quien, aunque apoyaba las ideas de Thoreau en referencia a la esclavitud y la guerra, se limitaba a mirar los eventos sin reaccionar, como una infinidad de personas ante los abusos. En el Parlament de Catalunya los políticos --estén o no de acuerdo con los abusos, los privilegios o el uso del poder sobre otras personas-- permiten la perpetración de las injusticias.

En 1853 --algunos años después de la publicación del ensayo de Thoreau-- se construyó en la punta del Cap de Creus un faro, cuya luz penetra en la oscuridad con un alcance de algunas decenas de kilómetros. Un faro cuya luz podría indicar el camino para devolver a la naturaleza (y a los hombres) todo lo que le ha sido sustraído por los abusos y para entender la naturaleza de los abusos. Un camino que empieza con la educación --el ex-dūcere liberatorio, liberador, libertario--, eliminando las barreras que impiden el poder sobre sí mismos y permiten la aceptación de los abusos y la perpetuación de privilegios, moralismos y juicios de valor. Una educación creativa que permita el descubrimiento de las verdades personales, la defensa de la autonomía de pensamiento, el rechazo del poder sobre los demás, la observación de las diferencias como fuente de nuevas perspectivas, para que todos los animales puedan ser diferentes, únicos y anómalos y para que algunos animales no sean más diferentes, únicos y anómalos que otros.

 


Flickr del autor de la foto.

01 de Oct 2014
Wayward Wandering

El 25 de mayo de 2014 el antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof, construido en 1923 y reconstruido por el régimen nazi entre 1936 y 1941, ha vuelto a ser un elemento clave para la vida de la ciudad, siendo objeto de un referéndum sobre su uso.

Con sus 300 hectáreas, Tempelhof representa uno de los espacios públicos más grandes del mundo, con una superficie parecida a la de Central Park en Nueva York y que supera del 50% el área ocupada por el berlinés Tiergarten. El aeropuerto fue reconstruido --ampliando la estructura del aeropuerto abierto por primera vez en 1923-- siguiendo el proyecto del arquitecto Ernst Sagebiel, con una arquitectura que tenía que representar el Tercer Reich. No nos extenderemos en el análisis de la arquitectura clasicista y monumental que caracteriza los edificios del Tercer Reich. El punto que aquí queremos destacar es el carácter vivificador y liberador que Tempelhof manifiesta en dos circunstancias, soplando oxígeno en el cielo de Berlín. La primera es el conocido papel vivificante que el aeropuerto desempeña durante el Berlin-Blockade --el bloqueo de los aprovisionamientos a la parte occidental de Berlín establecido por las fuerzas soviéticas durante la guerra fría, entre junio de 1948 y mayo de 1949-- cuando se convierte en el lugar que permite el Luftbrücke, el puente aéreo de las fuerzas aliadas para abastecer a los berlineses occidentales de alimentos, carbón y bienes de primera necesidad y permitir su supervivencia, acogiendo a los aviones que esta vez no regalan bombas sino alimentos con una frecuencia (277.728 vuelos, un avión cada 90 segundos) que los berlineses mayores todavía recuerdan. Tempelhof se convierte de esta manera en una puerta abierta que permite la reconquista de la autonomía, simbolizando el derribo ante litteram del muro de Berlín, que será construido en un noche de agosto doce años más tarde y derribado solamente cuarenta años después del Luftbrücke. Muros y puertas como elementos efímeros que proyectan en el espacio, dándoles forma y materia, las ideas y decisiones de una mayoría ficticia. Barreras y aberturas se alternan sin cese en un equilibrio que aún hoy en día juega en favor de las barreras, materializándose en la construcción de nuevos muros en lugares y ciudades de todo el planeta, cada vez más frecuentes y a la vez poco conocidos.

La segunda circunstancia que permite a Tempelhof reforzar su presencia en la vida de los berlineses es su apertura, en 2010, como parque de recreo, después de su cierre como aeropuerto en 2008. El parque, en sólo cuatro años, ha llegado a ser un lugar en que diferentes tipos de personas --de edades y etnias distintas-- y diferentes actividades se combinan, se componen y se confunden sin reglas: bicis, skates, mountainboards arrastrados por una cometa, se mezclan a barbacoas, hortalizas, instrumentos musicales; la desnudez convive con la indumentaria más variada, actividades creativas se completan con simples momentos de tranquilidad, el otium al que se le suele oponer el más productivo negotium. Neukölln, Kreuzberg, Schöneberg son algunos de los barrios --antiguas ciudades en las afueras de Berlín, que en 1920 fueron anexionadas a la ciudad en el Groß Berlin Gesetz, la expansión que hizo de Berlín la capital de la cultura europea en los años 20-- que tienen una estrecha conexión con Tempelhof.

Cuando en agosto de 2013 el gobierno de la ciudad convoca un concurso para el desarrollo del área de Tempelhof --con la construcción de 4.700 apartamentos, una biblioteca para competir con la del Centre Pompidou, un lago artificial y despachos de lujo, que será ganado ex-aequo por dos proyectos de dos estudios de arquitectura, MOA de Zurich y Kohlmayer-Oberst Architekten de Stuttgart-- una luz se encendió en la mente de los berlineses. La atonía que envuelve las grandes ciudades de Europa como una niebla densa dejó espacio a una visión clara: Tempelhof no puede dejarse anestesiar por las empresas constructoras en connivencia con los muchos arquitectos que olvidaron hace tiempo la palabra habitar para sustituirla por alojar --en locales de almacenamiento para objetos que circulan a través del espacio homogéneo de bienes de consumo (Illich)-- arquitectos que se han alejado de la vida para mirar su propia imagen, como Narcisos a punto de ahogarse. Tempelhof no puede dejar de ser el espacio de libertad que ha sido en los últimos sesenta años. Los berlineses decidieron que había que defender un espacio vacío y libre --que tendrá que permanecer vacío y libre--; comunicaron y compartieron sus inquietudes y recogieron más de 185.000 firmas necesarias para convocar un referéndum para bloquear el proyecto. Algunos meses más tarde, el 25 de mayo de 2014, junto a unas elecciones europeas en las que los nacionalistas han vuelto a usar los colores para separar a las personas, los berlineses votaron a favor del bloqueo del proyecto, con un 65% de votos favorables.

Tempelhof seguirá siendo lo que es, un espacio libre poco organizado, que los berlineses están viviendo de la manera que prefieren

El proyecto ha sido bloqueado, Tempelhof seguirá siendo lo que es, un espacio libre poco organizado, que los berlineses están viviendo de la manera que prefieren, cada uno con su proyecto, personal, a veces compartido, a veces no, siempre decidido autónomamente. La biblioteca puede ser construida en otra zona de la ciudad y la necesidad de lugares en que los muchos extranjeros que deciden transferirse a Berlín puedan vivir puede ser satisfecha de otra manera, por ejemplo dando la posibilidad de habitar un lugar vacío y abandonado, sin la presencia de empresas constructoras ni de inversores, llenando de vida los vacíos que la guerra ha dejado en la ciudad y que todavía siguen presentes y aportando un beneficio tanto a los nuevos berlineses como a los antiguos en una simple sinergia autárquica.

La cancelación definitiva de una inversión de 500 millones de euros es un hecho notable, que devuelve la esperanza a los habitantes de las metrópolis anestesiadas, organizadas, planeadas, vendidas por una mayoría ficticia. La cancelación del proyecto rompe todo el equilibrio abstracto del urbanismo, juego político basado en el poder que ninguna relación tiene con el gobierno de la polis, sino con la simple y ciega aplicación de un sistema económico que ha llegado a su extremo. En Tempelhof podrá seguir existiendo el Allmende --término medieval que indica una zona agrícola de propiedad común que cualquiera puede usar libremente-- zona de 5.000 metros cuadrados de jardín y huertos que nació en 2011 por iniciativa de Allmende-Kontor, una red que desde 2010 no sólo organiza los huertos urbanos de Berlín, recuperando espacios urbanos, sino se ocupa también de la organización urbana y de soberanía alimentaria, recuperando antiguas variedades de hortalizas que la mayoría de los berlineses nunca ha conocido, entre otras un tipo de patata de color violeta intenso. Desde hace algunos años frutas, verduras y flores crecen en el Allmende Kontor, que tiene, además, la intención de reflejar la diversidad cultural del barrio, como si fuera su Eco: edades y etnias se mezclan sin reglas en el cultivo de la tierra, en el centro de una metrópoli, al lado del antiguo edificio semicircular del aeropuerto construido por los Nazis para ser un aeropuerto a nivel mundial y como expresión propagandística del régimen.

Como dijo Pasolini en referencia a Sabaudia --ciudad planeada por los fascistas de la que Pasolini destacaba la capacidad de sus habitantes de hacer de Sabaudia una ciudad que, en realidad, no tenía nada de fascista-- de la misma manera en Tempelhof las patatas violetas siguen creciendo sin hacer caso a las banderas, las naciones, las empresas constructoras y los Narcisos a punto de ahogarse.

Wayward Wandering

Viaje en el espacio físico de la ciudad, las ideas que lo crean, la materialidad que lo compone, las excepciones y desviaciones que proponen posibilidades nuevas. 
Wayward Wandering es teórico de la arquitectura. Colabora con varios medios en el ámbito del pensamiento crítico y es consultor de la Universidad de Edimburgo en el área de las artes y la arquitectura.
 


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