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24 de Oct 2014
Wayward Wandering

Un puente es una construcción que lleva a las personas de un sitio a otro pasando encima de un obstáculo, una barrera. Un puente puede, además, proporcionar cobijo, protección.

El María Moliner dice: Construcción de cualquier clase, fija, provisional, desmontable, etc., hecha sobre un río o un corte del terreno para pasar de una orilla o de un lado a otro. Más adelante el diccionario dice: Lo que sirve para acercar a personas o cosas; particularmente a personas, si existe entre ellas tirantez o enemistad. De allí la expresión Tender un puente: Hacer una persona por su parte una tentativa de aproximación para que cese la tirantez de relaciones o la enemistad entre ella y otra. Reconciliarse.

El color del hierro oxidado del puente de Vyšehrad ha llegado a ser parte de los colores de Praga

Praga, 1357: empieza la construcción del Karlův most, el puente más conocido de Praga, una estructura que pasa sobre el río Moldava, llevando a las personas de la ciudad antigua, Staré Město, a la orilla del castillo, Malá Strana. Diseñado por el arquitecto Petr Parléř y construido por centenares de manos anónimas, en el siglo XV era la arteria central para el paso de personas y mercancías, siendo el único puente que conectaba las dos partes de la ciudad divididas por las aguas del río, amigas y enemigas, fuente del agua potable de la ciudad y peligro en caso de inundación. Otra función no planeada del puente era dar cobijo a multitudes de mendigos, deudores, errantes. Mendigos, deudores, errantes que podían entender el puente, la razón de su construcción y encontrar protección. Las tres torres góticas que representan sus extremos se han vuelto parte de la ciudad, insertándose sin discontinuidad entre el puente, el río y las casas, sus techos de aguja dialogando con las cúpulas de las iglesias barrocas, contribuyendo sin violencia a la excepcional belleza de la ciudad.
 

Praga, 1871: el puente de ferrocarril de Vyšehrad, el Železniční most, es otro de los numerosos puentes sobre el río Moldava. Cinco siglos después del Karlův most, representa la transposición y adaptación del puente a la época del tren, medio de transporte colectivo que facilita la comunicación entre las dos partes de la ciudad y entre la ciudad y el territorio colindante. Un elemento que resulta fundamental para entender la función y naturaleza de un puente y determinar su relación con el entorno es la posición de la estructura en la ciudad. La posición del Karlův most y del puente de ferrocarril de Vyšehrad no es sustancialmente distinta, ya que repite el esquema de los primeros puentes que remontan a la época prehistórica --como por ejemplo el primer puente sobre el río Támesis en Londres (1750 AC)-- así como el de los puentes etruscos, romanos, románicos, renacentistas: una estructura para permitir al ser humano cruzar un río o una barrera, una construcción que acerca a personas y cosas, una obra que hace habitable un lugar, un puente tendido hacia lo otro. El color del hierro oxidado del puente de Vyšehrad ha llegado a ser parte de los colores de Praga, así como el verde de las cúpulas de cobre oxidado de muchos edificios de la ciudad [imagen 1].
 

Praga, 1927: nace el sueño de los ingenieros, construir un puente para conectar las dos orillas del valle Nusle --un tiempo una aldea en las afueras de Praga, tierra rica de viñedos (Vallis Vinarium) y molinos accionados por las aguas del río Botič, hoy en día zona céntrica de la ciudad-- haciendo pasar la más grande autopista de la República Checa por el medio de la ciudad. A los extremos del valle: por un lado la meseta de Pankrác --que recibe su nombre de la iglesia de Pankrác, pero que en realidad es hoy un lugar conocido por la cárcel homónima-- por el otro el centro de Praga. Josef Havlíček es el arquitecto funcionalista que presentó una propuesta, en el concurso de 1927, para la construcción del puente sobre el valle Nusle: una estructura de hormigón que se apoya en una serie de rascacielos [imagen 2]. El viaducto se yergue encima de las casas cortando el valle, yendo hacia la cárcel Pankrác. La propuesta no fue realizada, el sueño de los ingenieros se quedó suspendido. Algo nuevo ha nacido en el uso de la técnica, que siempre ha tenido un posible efecto adverso, pero ahora el equilibrio entre positividad y negatividad ha sido perdido.

Praga, 1967: 40 años después del concurso de 1927 para la construcción del puente --entre 1967 y 1970-- el viaducto sobre el valle Nusle (el Nuselský most) fue construido, siguiendo un proyecto distinto del presentado por Josef Havlíček, pero en realidad no muy diferente. El puente --500 metros de hormigón pretensado-- aunque no se apoya en rascacielos, pasa por encima de las casas existentes, a 40 metros de altura, y cruza el parque Folimanka, proyectando una sombra sobre casas en que las personas duermen teniendo la ilusión de vivir una vida plena y segura, siendo en realidad mendigos y errantes en un mundo en que se ha perdido cualquier referencia con las cosas [imagen 3].

El viaducto es la imagen más clara de las ideas políticas de la época del gobierno comunista. Una idea, una línea recta trazada en un plano, abstracta, se materializa en un viaducto gigantesco que lacera el espacio, como un Goliat moderno. Pero otra imagen es la representación perfecta de la relación entre uso moderno de la técnica, guerra, (intento de) destrucción de la persona y la ciudad y conquista de la naturaleza (por parte de los ingenieros y los burócratas): el uso de tanques soviéticos para realizar las pruebas de carga durante la construcción del puente, en 1970 [imagen 4]. Tanques que sobrevuelan las casas, las personas, conducidos por personas que no se pueden ver y que no pueden tocar, recorren un puente de hormigón que pasa a más de 40 metros de la tierra del valle Nusle, encima de los árboles y los tejados de unas casas que han perdido su referencia con el entorno.
 

En 40 años 400 personas se han suicidado desde el Nuselský most. Una persona cada mes ha saltado del puente. No sería completamente insensato ver los saltos como el deseo de retorno al sentido de las cosas, saltos desde los tanques hacia los árboles y las casas, saltos como desesperación por todos los puentes no tendidos hacia otra posibilidad, saltos como rechazos, como tentativas imposibles de reconciliación con el mundo frente a la insensatez de la historia. Como el intento de suicidio de Jaroslav Hašek en 1911 desde el Karlův most, gesto dadaísta ante litteram de rechazo de la insensatez de las acciones humanas, resumido en las aventuras de su valiente soldado Švejk durante la guerra mundial. Historia que habría que volver a construir a partir de los relatos anónimos de los rechazados, ya que, como dice Pasolini, "en los desechos del mundo nace un nuevo mundo: nacen leyes nuevas allí donde ya no hay ley; nace un nuevo honor donde honor es el deshonor. Nacen potencia y nobleza, feroces, en los tugurios apiñados, en los lugares sin frontera, donde crees que la ciudad acaba y donde en cambio vuelve a empezar, enemiga, vuelve a empezar miles de veces, con puentes y laberintos, obras y zanjas, tras marejadas de rascacielos que cubren enteros horizontes".

La administración, por su parte, ha contribuido a la solución del problema construyendo vallas de protección que impiden a las personas hacerse daño a sí mismas.

Wayward Wandering

Viaje en el espacio físico de la ciudad, las ideas que lo crean, la materialidad que lo compone, las excepciones y desviaciones que proponen posibilidades nuevas. 
Wayward Wandering es teórico de la arquitectura. Colabora con varios medios en el ámbito del pensamiento crítico y es consultor de la Universidad de Edimburgo en el área de las artes y la arquitectura.
 


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