Con la compra de un paquete cercano a los dos millones de euros, Carso se convierte en el accionista mayoritario aunque sin el control total del club asturiano.

Héroe o villano, desde su reciente aparición en la escena pública con una generosa inyección económica al capital social del Real Oviedo, el nombre de Carlos Slim ha pasado en pocas semanas de vagar por el hiperespacio mediático remoto al centro del debate en la opinión pública asturiana. Y es que el mero hecho de ser la persona más rica del mundo, con un patrimonio que ronda los 70.000 millones de dólares según la lista FORBES, no asegura ni popularidad -que se lo digan sino a Bill Gates que es el segundo en la lista- ni éxito en los nuevos negocios.
Así que si esto va de negocios -porque uno podría dejarse llevar fácilmente por la imaginación para llegar a la conclusión de que, a los ojos de una persona que ha conseguido amasar ese patrimonio capitalista probablemente desproporcionado, la vida represente casi en la totalidad de su esencia un negocio- ¿cuáles son entonces las razones reales por las que Carlos Slim ha invertido una simbólica cantidad de dos de sus sesenta y nueve mil millones en el Real Oviedo?
Bien, detrás de esta acción podría estar oculta una motivación de conciencia filantrópica y social o algún tipo de excentricidad multimillonaria, pero quizás sea la oportunidad comercial perfecta para desarrollar una estrategia de comunicación enfocada a la mejora de la reputación de la marca mediante la ejecución de acciones de mecenazgo de corte social enmascaradas dentro de la estrategia de responsabilidad social corporativa de sus empresas.
Slim es la persona más adinerada del mundo y vive en un país con cincuenta millones de pobres como es México
Durante los últimos dos años nos hemos venido percatando empíricamente de la capacidad potencial que tienen las nuevas tecnologías -y en especial las redes sociales por ser ampliamente accesibles a todos los estratos de la sociedad- en la creación de unión y consolidación de la fuerza colectiva en la lucha por sentimientos o necesidades sectoriales que luego se globalizan.
Este tipo de iniciativas sociales se han convertido en recursos 2.0 capaces de cruzar el mundo en segundos y de llegar a lo más profundo del corazón de la ciudadanía, activando el mecanismo de reacción. También una de esas chispas sociales, la plataforma SOS Real Oviedo creada por Sid Lowe (un periodista inglés que vivió en Oviedo) ha sido la que ha terminado por catapultar la iniciativa de captación de capital emprendida por el equipo oviedista hacia la internacionalización del evento con la ayuda de la amplificación mediática con la que ha sido respaldada por parte de periodistas y programas especializados.
El grupo monopoliza el mercado multimedia en latinoamérica y tiene intereses sectoriales en Europa
La idea de Lowe de no dejar morir al club del que han salido actuales estrellas de la Premier League inglesa como Mata, Michu o Cazorla, unido a la repercusión mediática de esta competición en el sureste asiático y los países de la Commonwealth, ha provocado la llegada de capital internacional desde los lugares más insospechados del Globo. Es precisamente entre esa masa de capital extranjero donde destaca el paquete mayoritario del 32% de acciones que ha adquirido el Grupo Carso, una macro-corporación de más de doscientas empresas propiedad de Carlos Slim, que entró en la operación al final de la convocatoria y que la ha convertido en la persona física o jurídica con mayor porcentaje de participación accionarial.
A pesar de esta inyección final de capital no se puede decir que el grupo empresarial de Slim haya salvado al Real Oviedo, pues la cifra necesaria ya se había rebasado en el momento de consumarse esta operación gracias a las aportaciones de miles de aficionados volcados con los colores de su club.
Real Oviedo: una marca global
Pero precisamente esa amplificación mediática de la causa oviedista es el concepto que no se le debió escapar a los ejecutivos de comunicación y marketing de Carso. De repente el nombre Real Oviedo había resurgido como una marca llena de fuerza y lo había hecho desde una concepción social y masiva, ¿Qué mejor manera de asegurarse una buena proyección en la reputación del nombre Slim-Carso en la zona de influencia que participar de la causa del pueblo en estos momentos de gran crisis generalizada?
Lo cierto es que aunque Carlos Slim haya forjado en Latinoamérica un imperio comercial del que pocas transacciones económicas quedan al margen, y que valiéndose de su fortuna le resulte sencillo rodearse de asesores de alto calado internacional que aseguran contactos comerciales de primer orden -como el caso del expresidente del Gobierno Felipe González- en Europa siempre se ha recelado del imperio Slim porque supone una fuerte competencia directa en la mayoría de los ámbitos comerciales y en especial en el terreno de las telecomunicaciones, un negocio con perspectiva de crecimiento en el que cada punto de cuota de mercado equivale actualmente a varios millones de euros.
Quizás éste es el terreno de cultivo idóneo para que Carso ponga su semilla en el mercado europeo de las nuevas tecnologías a través de filiales como TELMEX-TELCEL, dos empresas de telecomunicaciones que monopolizan el mercado de la convergencia multimedia en México y parte de Latinoamérica, y cuyos servicios han sido catalogados en un informe de la OCDE a la cola mundial del sector. Los hechos demuestran que esta acción estratégica del grupo Carso ha provocado una reacción afectiva muy positiva en buena parte de la sociedad asturiana aficionada al Real Oviedo que ya le reporta a la marca beneficios tangibles como son el allanamiento del terreno diplomático un ejemplo es el encuentro entre el representante de Carso y yerno de Slim, Arturo Elías, y el presidente del gobierno autonómico, Javier Fernández – que sin duda facilitarán el progresivo asentamiento de las empresas del grupo en nuestro mercado.
comentarios
0