El Día Internacional del Trabajo se presenta en Andalucía con unos datos de paro estremecedores. Con un índice alrededor del 40% de la población en situación de desempleo es tiempo de buscar alternativas laborales diferentes.
Si el pueblo con más paro del Estado está en Andalucía y se llama Espera, podríamos pensar que estamos contando un chiste malo. Pero no, es la triste consecuencia del subdesarrollo de una tierra proverbialmente rica. Este pueblo olvidado en la sierra gaditana es el punto de partida que tomamos para trazar una panorámica sobre la compleja realidad laboral andaluza en este especial del Día Internacional del Trabajo.
Ante el desolador paisaje de pérdida de derechos, indagamos en el papel de legisladores e instituciones políticas y desbrozamos la maraña de reformas laborales, más de 50 en las últimas tres décadas. Hemos llegado a un extremo en que trabajar sin cobrar no es otro mal chiste sino la cruda realidad de miles de personas, casos al filo de la supervivencia. Podrán parecen inconcebibles y hasta absurdas las situaciones recogidas, como las vividas a nuestro alrededor o en las propias carnes, pues la razón zozobra en la marejada de estos tiempos convulsos. Si nos detenemos ante una de las más potentes empresas del país, ubicada en Andalucía, y contemplamos las triquiñuelas que emplean para desprenderse a gusto de quienes les sobran, cómo no imaginar que estamos ante un templo a algún dios oscuro y sádico.
Afortunadamente, damos una vez tras otra con quienes pese a la humillación continua y la miseria del día a día, llevan a gala la dignidad que otorga la lucha, devolviéndonos a la cordura y ofreciendo respuestas esperanzadoras. Estaremos con quienes arrojados al paro y la exclusión, se unen en asambleas, salen a flote y plantan cara. También con cooperativistas o quienes piensan en otra posible concepción del tiempo de trabajo.
El recorrido propuesto al calor del 1º de Mayo, cita tradicional de reivindicación y lucha, culmina en una perspectiva de la historia del movimiento obrero que nos permitirá calibrar los retos de la situación presente. Con casi millón y medio de parados y la balanza en las relaciones entre capital y trabajo desequilibrada, se diría que estamos condenados a un sálvese quien pueda. Pero nos hemos visto en peores y las salvaciones individuales de poco sirvieron. En medio de las turbulencias presentes, solamente la lucha colectiva ofrece un punto de anclaje y abre un horizonte de esperanza. Quizás ha llegado al fin el tiempo de iniciativas y políticas diferentes.
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