Especial 1 de Mayo: Miles de personas trabajan sin percibir salario
Sin sueldo

Desde que comenzó la crisis no paran de lanzarse datos estadísticos, porcentajes, números que agrupan a los colectivos de personas afectadas. Se superan los 6 millones de paradas; más del 50% de la población en situación de desempleo son jóvenes menores de 30 años; solo 14 millones de personas están cotizando; los salarios descienden; los precios suben; los presupuestos destinados a coberturas sociales se recortan; etc.
Las víctimas del fracaso del sistema financiero aumentan, pero muchas de ellas pasan desapercibidas.

, Redacción Andalucía
25/04/13 · 22:48

Quizás sea la cultura de “ser productivo” en la que nos han educado, pero la frase de “estamos en paro pero no paradas” traspasa fronteras.
No solo las personas sin empleo están percibiendo un salario social escaso, o siguen en aumento las familias que han dejado de recibir ayuda alguna, sino que también hay un grupo cada vez más numeroso de profesionales que han visto como su sueldo desciende o incluso desaparece.

En el caso de Francisco, jardinero de la universidad durante 20 años, su jornada laboral se ha visto aumentada mientras que la nómina le llega con 200 € menos cada mes. “Esto es una pérdida clara de derechos, ahora disfruto de menos tiempo libre, aunque con mis ingresos tampoco puedo salirme de los gastos básicos”, comenta Francisco con gran indignación.

¿Cuáles son los motivos para seguir en esa inercia de trabajo? ¿Cuántas personas se encuentran en esta situación?

Los casos más numerosos son: de personas que trabajan para ayuntamientos de manera directa o indirecta; pequeñas y medianas empresas donde el personal lleva varios años prestando servicios y tienen un compromiso con esta; proyectos de autoempleo y emprendimiento que apuestan por generar empleo propio aún a costa de no obtener ingresos durante los primeros meses.

Pablo, de 37 años, imparte cursos de formación a desempleados. Trabaja para una entidad colaboradora de la administración pública en calidad de autónomo. “Facturo las horas de los cursos y talleres, pero los pagos se retrasan hasta más de un año. La administración tarda en pagar y a su vez la entidad para la que trabajo prioriza el pago de nóminas al personal contratado. Soy el último en cobrar. Hay algunos cursos que me deben dinero desde hace más de dos años”.

Esta situación es muy común en organizaciones que han vivido de las subvenciones. La CAONGD (Coordinadora Andaluza de ONGD) denuncia que la Junta de Andalucía mantiene con las organizaciones una  deuda que supera los 20 millones  de euros.

A los 47 años, Mari ha visto como la administración pública local para la que trabajaba se ha llevado por delante a ella y a sus 49 compañeros. “Después de estar desde octubre de 2011 a octubre de 2012 sin cobrar nos hicieron un ERE que todavía no han liquidado porque argumentaron que no tienen dinero y la ley les ampara”.

Si las administraciones públicas argumentan que no tienen financiación para pagar las indemnizaciones, no las pagan.

“Además al no ser trabajadores de empresas privadas no tenemos posibilidad de acceder al FOGASA, que es un fondo de garantía salarial. Ha habido ya sentencias que nos dan la razón a los trabajadores, pero los ayuntamientos recurren (están, además, exentos de tasas) para continuar con el sufrimiento de los trabajadores”, denuncia Mari.

Ana, de 28 años, pertenece al sector farmacéutico. Se autodefine como una “falsa autónoma” y este mes cumplirá su primer año sin sueldo. “Para el gobierno cuento como una de esas "emprendedoras" que arriesgan todo para trabajar por su cuenta y "crear empleo". Para la empresa, soy el fruto de lo que han pasado años persiguiendo: una trabajadora sin derechos laborales ni sindicales. Trabajar sin convenio, al margen de cualquier tipo de negociación colectiva, es aceptar las condiciones que la empresa imponga, lo que tan a menudo se traduce en un sueldo por debajo del salario mínimo, vacaciones no reconocidas, horarios laborales abusivos y pagos a 90 días”.

¿Se está normalizando trabajar sin sueldo? ¿Hasta que punto las empresas se pueden aprovechar de este caldo de cultivo dispuesto a regalar horas antes que permanecer estático? ¿Hacía dónde está dirigiendo su energía la clase trabajadora? ¿Qué derechos se pierden en el camino?
Desconocimiento, miedo, escasas alternativas, conformismo, familia, hipotecas... son algunos de los factores que favorecen la situación.

Después de dos años, Mari empezará a percibir la prestación por desempleo. Este retraso en el cobro se debe a que su caso proviene de un ERE. “Mientras tanto, la entidad está en proceso de liquidación, el cuál está siendo retrasado para no asumir responsabilidades económicas y pagar los salarios y el finiquito. Nunca imaginé que una administración pública llegara hasta donde ha llegado. Pensábamos que más tarde o más temprano nos pagarían. Así mismo, al ser ayuntamientos liderados por el PSOE e IU (adalides de los derechos de los trabajadores y contra la reforma laboral) no nos podíamos imaginar que aprovecharan todas las nuevas reformas laborales para machacar al personal”.

Pablo se resigna: “los proyectos de formación profesional están estancados y no hay perspectiva de que comiencen pronto pero aún teniendo unas condiciones de cobro pésimas y una situación laboral inestable como autónomo, la entidad para la que trabajo me permite y facilita una buena labor con el alumnado. Sobre todo me gusta mucho lo que hago”.

Ana también asimila como puede su situación, “tengo la certeza de saber que si me marcho no cobraré el salario que me deben desde 2012. Mi estado es de desmotivación absoluta. El rendimiento está muy por debajo del que tenía y ha terminado afectando a todos los ámbitos de mi día a día. Voy a trabajar como si me llevaran al matadero, con periodos de depresión y cuadros de ansiedad. Tuve que buscar recursos económicos por otra parte. Comencé a dar formación online y eso me permite seguir viviendo, aunque en la práctica tenga dos jornadas laborales y sea una aventura llegar a fin de mes”.

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