En el último año, la franquícia princelandia ha abierto numerosos spa's infantiles para niñas. Estos centros, prometen convertir a sus usuarias en princesas por un dia. Varios colectivos feministas han puesto de relieve la clara transmisión de valores sexistas en estos centros. Texto de la Asamblea Femkinista de Sevilla.

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Princelandia es una marca registrada perteneciente al Grupo Empresarial Diveralia Spa S. L. cuya sede se encuentra en el polígono industrial P.I.S.A. en Mairena del Aljarafe (Sevilla). Se trata de una serie de franquicias cuya oferta va dirigida al público infantil femenino presentándose como un espacio de ocio y belleza para niñas de entre 4 y 12 años.
Su central se compone de un equipo humano de unas 20 personas de distintas áreas para apoyar de manera continuada la expansión de la franquicia. El primer centro Princelandia se abrió hace algo más de un año en la localidad sevillana de Gines, contando en la actualidad con 24 centros en todo el territorio del Estado en ciudades como Sevilla, Cádiz, Zaragoza, Madrid, Málaga o Valencia. Desde la sede afirman que terminarán el año con al menos 48 de estos centros, comenzando también con la expansión internacional a otros países de Latinoamérica, Asia o Europa.
Durante este tiempo, según su propia página web, la iniciativa ha recibido diferentes premios en reconocimiento a su labor empresarial por parte tanto de instituciones públicas como de entidades privadas. Entre ellas destaca el galardón a Princelandia “como concepto nacional más novedoso” por parte de la Xunta de Galicia a principios de marzo o la declaración como segunda mejor franquicia del mundo en Florencia por parte del portal internacional de franquicias BetheBoss.
Un “spa educacional infantil”
Según su fundador, Miguel Ángel Parra, Princelandia ha venido a cubrir un nicho de mercado completamente desierto. Los centros se presentan como un “spa educacional infantil” dirigido a que las niñas se sientan princesas por un día, ofreciendo servicios como manicura, maquillaje, “desfile pasarela top model”, masajes o peinados así como talleres de protocolo, baile, repostería o creación literaria.
Princelandia dice transmitir un modelo educacional destinado a las más pequeñas relacionado con la salud, el bienestar y el cuidado personal, tratando que se sientan femeninas y en un mundo mágico de color de rosa. Según la página web de la empresa el centro ofrece una alternativa al ocio de las menores sacándolas del mundo de videojuegos y tecnologías. Sin embargo, en estos espacios “se segrega por sexo a temprana edad” y en la celebración de cumpleaños, “las niñas ven dificultad para invitar a otros niños”, nos cuenta Lina Gálvez, feminista y Catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.
Respuestas feministas
El modelo educativo que se ofrece a las niñas ha sido recientemente denunciado por parte de dos colectivos feministas. Con motivo del día de San Valentín, el 14 de Febrero, el colectivo feminista "A Clau Roya" de Zaragoza expresó frente a una de las sucursales de la empresa su desagrado a seguir transmitiendo “la idea de que la mujer es propiedad de los príncipes y de que es un objeto sin ideas ni pensamientos, que es reducida a su cuerpo y a los ideales de belleza, cuyo único fin en la vida es encontrar su media naranja”. Enfatizan cómo Princelandia viene a perpetuar la idea del amor romántico y la división genérica en el trabajo. Lina Gálvez argumenta para DIAGONAL que “los valores educacionales que se transmiten en esos lugares son tremendamente esteriotipados, coincidentes con los estereotipos patriarcales”. Según la asamblea Feminista Universitaria, responsable de la acción de denuncia en Sevilla días previos a la celebración del 8 de marzo, esta iniciativa “reproduce los roles machistas y perpetúa la desigualdad sexual entre hombres y mujeres, envía a las niñas un mensaje que les da valor como personas exclusivamente por su apariencia física". Las responsables del acto defienden la necesidad de denunciar este tipo de centros para no seguir educando a las menores desde la desigualdad de los géneros.
La historiadora feminista defiende que “llevamos muchos años luchando para que no haya educación segregada”, la educación de las mujeres ha permitido tener más oportunidades laborales y un cambio en las preferencias, pero los pocos avances en “corresponsabilidad de los hombres sumado a los retrocesos en servicios sociales y los recortes del gasto social, aseguran que el trabajo doméstico y de cuidados seguirá recayendo en las mujeres de manera prioritaria, y encima tenemos que hacerlo estando estupendas de cuerpo”.
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