LA NOCHE DEL "PESCRACHITO"
Crónica de una noche de feria especial

Para “la noche del pescaito”, que inaugura la Feria de Sevilla, había sido anunciada por la Intercomisión de Vivienda del 15m una acción de protesta, pacífica y festiva llamada “Pescrachito” en honor a los bien conocidos escraches. Cual comprometida periodista que soy me fui a cubrir la noticia.

25/04/13 · 17:55

Elegante pero informal, la comodidad es lo primero, me dirijo al Real de la Feria, eso de Pescrachito no hay que perdérselo. Espero más de una hora en la parada donde cinco autobuses pasan sin parar, que por cierto, señor alcalde ¿los coches de caballo tienen preferencia de paso sobre los peatones? Es una duda.

En fin, llego tarde. Ponte ahora a buscar donde está la gente.Intento leer el mapa, que el Ayuntamiento pone amablemente a disposición del ciudadano, pero está vallado y desde allí es imposible ver algo. Qué protegen las vallas, aparte del mapa, sigue siendo un misterio. Intuitivamente pregunto a unos policías donde está la caseta del PP, me lo indican cortésmente. Jamás fue tan fácil encontrar a alguien en plena Feria, desde el principio de la calle se vislumbran unas lecheras, deduzco que el temido Pescrachito será allí, las fuerzas del orden siempre están donde tienen que estar.

Nada más llegar, unos activistas me informan que han sido y están siendo identificados, es más, algunas personas han sido identificadas ya antes de entrar al Real, claro, un peligrosísimo comando armado con pescados de colores tenía que ser desarticulado. Mientras resuena un “Mírame a la cara que estoy sin casa y tú aquí en la feria el día de guasa”. Una señora me cuenta que empezaron a pararla para pedirle el DNI ya en la calle López de Gomara. Parece ser que el afán identificativo dependió en este caso de la inquietante hechura de su traje de flamenca: sobre un fondo negro la señora se había cosido unos lunares naranjas y verdes con las frases escritas “Sí se puede”, “Pero no quieren”, con pendientes a juego. Al parecer esto equivaldría a llevar unas pancartas, cosa evidentemente prohibida. Este original atuendo le costó cuatro identificaciones a lo largo de la misma calle López de Gomara, tanto que al acercarse al Real se hartó y destrozó su decoración. Me enseña los descosidos del traje ¡qué triste, con lo bonito que tenía que ser y lo que le habría costado coserlo!

Entre la confusión identificativa y las cuestiones de look me he quedado atrás y he perdido al grupo. Sin embargo la labor de pesquisas no resulta difícil, a lo lejos puedo ver claramente a unas cien personas escoltadas por tres lecheras de la policía (qué fácil me lo están poniendo) desde la caseta del PSOE (qué luego no se diga que esta gente no es ecuánime en sus acosos) hasta la próxima parada. Otra ronda de identificaciones, algunos ya llevan seis o siete. Me comenta un chico que si no fuese por las lecheras tampoco se les notaría tanto, de hecho gracias a la incansable labor de los agentes, muchas personas se han ido parando a lo largo del recorrido para ver qué estaba pasando, algunos de paso fueron identificados también, por si a caso. Resuena a lo lejos “Lo tiré al pozo, el voto que te dí olé mi alma y olé, lo tiré al pozo”.

Llegamos, los pescrachistas, las lecheras y yo, con mi margen de retraso. He allí una caseta con seis policías muy serios plantados delante. Me pregunto de qué partido será esta vez, supongo por el despliegue policial que dentro tiene que haber algún político importante, quizás alguien venido desde el mismísimo Madrid. Ah no, es la caseta de Cajasol. Los furgones cierran la calle, en medio unas chicas, armadas con peinetas reivindicativas, bailan sevillanas mientras que un grupo arroja contra la caseta peligrosísimas letras como "La noche que me dio el tío del banco, se llena sus bolsillos con mis sudores”. Desde donde estoy me es imposible escuchar bien las letras, una lástima porque estas sevillanas versionadas no tienen desperdicio, bendita sea la poética mente que las concibió.

Un señor sale de su caseta y pregunta: “¿todo eso es por esas mujeres que están cantando y bailando?”, otro manifiesta claramente su descontento de que se gaste de esta manera el dinero de las arcas públicas. Mientras, se oye a un policía decir a uno de los copleros “podéis estar de cachondeito pero sin reivindicar”, en eso de los matices legales no se termina nunca de aprender.

Son casi las doce, el grupo se dispersa para reunirse al poco tiempo delante de la portada, parece que va a haber otra acción, ésta no había sido anunciada previamente, así que las lecheras han quedado atrás. En la enorme confusión previa al alumbrado, un segundo comando va tomando posición en medio de la bulla. Mientras la banda municipal toca pasodobles, sevillanas y el himno nacional, llega don Juan Ignacio Zoido, acompañado de su séquito, y la música es cubierta por pitidos y gritos de protesta, algunos que recuerdan que la Corrala Utopía sigue sin agua y sin luz. Un poco más allá hay otro grupo manifestándose, son unos trabajadores del aeropuerto, parece ser que esos del 15M no son los únicos descontentos.

En medio de la confusión la gente apiñada en la explanada se da la vuelta y mira, más con cara de comprensión que de asombro, la verdad. Y justo cuando están a punto de encenderse las 20.000 bombillas de la portada (otra alegría para el contribuyente), mientras los Cantores de Híspalis entonan muy propiamente el “qué no nos falte de ná”, el comando de alborotadores en formación levanta unos enormes carteles (quien sabe en qué oscuro zulo los tenían escondidos) que con letras fluorescentes componen la frase “El paro mata”, que estalla como un gélido grito sobre las cálidas luces del alumbrado.
Desde donde me encuentro, un poco alejada por el fallido intento de sacar una foto del conjunto, por un momento me embarga la emoción y siento que jamás tuvo tanto sentido ir a la Feria.

Al día después leo las declaraciones de Demetrio Cabello, concejal de Seguridad y Movilidad del Ayuntamiento, que aplaude el comportamiento ejemplar de los autores del Pescrachito. Sorprende un poco que sea el mismo que cuando era jefe de la Brigada de Información de la Policía Nacional no parecía tan encantado con los movimientos sociales, pero quizás sea esta otra de esas cosas que sólo tiene Sevilla.

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