No se trata de escribir en un papel unos versos ni una prosa más o menos profunda y lanzarse a leer. Se trata de subir al escenario y dejar un pedazo de ti encima. Actos Poéticos lleva cerca de un año haciendo esto, en forma de performances o batallas líricas, y este martes 26 de agosto repiten hazaña en el CSOA Andanza.
Los creadores son Rubén Ruiz Ganga y Leocadio Pérez de Vargas, asiduos a los recitales de poesía, que pensaron que había que dar un paso más. “Íbamos con nuestros papeles, los leíamos, aplausos y siguiente. Después de un tiempo así, cada vez teníamos más ganas de más movimiento y de interactuar con el público…”, comenta Leo. Así que en su siguiente actuación en el ciclo Nuevas Miradas ya se lanzaron a la performance, asentando las bases de lo que luego sería Actos Poéticos, como la paloma muerta, que se convierte en su sello de identidad y en toda una declaración de intenciones de la búsqueda de lo “bonito” en lo desagradable y lo tétrico.
En estos siete actos poéticos han pasado una veintena de perfopoetas soltando todo aquello que les remueve por dentro. En las batallas líricas, es el público quién decide quién gana, en enfrentamientos de uno contra uno, en los que el ganador pasa a la siguiente fase hasta que sólo queda un único vencedor. “Eso tiene relación directa con ese mundo del éxito en las artes, es el público quien decide quién toca la gloria, pero eso no te convierte en un mejor o peor artista, solo en uno más conocido o apreciado por el gran público… Pero en sí, la base de las batallas líricas es sobre todo una fórmula para que mucha gente, entre artistas y público, se lo pasen bien con la poesía escénica, siendo a la vez todos parte del espectáculo...”, apunta Rubén. Con o sin batallas, en Actos Poéticos no hay juicio respecto a lo que uno idea e interpreta, hay absoluta libertad creadora y se percibe ese respeto por lo que cada artista decide hacer.
Rubén, maniatado y encapuchado, le prometía amor eterno a una chica que no paraba de arrearle una hostia tras otra. La esclavitud del amor llevada al extremo, sentida desde la experiencia real del dolor. Una de sus performance favoritas es la que ideó Tali Serruya en la última batalla lírica, basada en su número ‘La femme comme viande mort’: “tan sencillo como ella con una cinta adhesiva en la que primero se envolvía férreamente para luego luchar por liberarse de ella. Era algo que te podría haber dicho mucho o no haber dicho nada, pero durante su número podías ver su convencimiento, su compromiso por lo que estaba haciendo. En su expresión y sus movimientos podías ver una lucha ardua por vivir, por conseguir una victoria vital personal y eso lo estabas viendo allí mismo, en un escenario.”
Leo escenificó su propio velatorio, desnudo y rodeado de flores, mientras sus amigos iban pasando uno a uno a despedirse, un futuro que la mayoría seguramente hemos imaginado alguna vez, pero allí estaba, materializado. De los perfopoetas que han pasado por los ciclos, el que más le ha gustado es Nilofar Rezai: “busca una belleza a través de llevar su cuerpo al extremo, lo cual encaja bastante bien en el concepto de Actos Poéticos. Luego artistas como Joselito Ramone que es asiduo y donde se puede encontrar mucha influencia literaria, por ejemplo, en una liturgia que dio en el mes de abril sobre Burroughs. O recuerdo una actuación muy sentimental de Marcos Serrano, que es quien ha diseñado el cartel de este mes, que compatibilizaba recuerdos muy arraigados en él con estrellar figuritas chinas, creando una imagen con la que enseguida empatizabas.”
Leo y Rubén también han sido los responsables de Retroalimentación Artística, en la que pintaron un lienzo vomitando pintura, tras varios días ingiriendo sólo leche con tinte alimentario. A Rubén no le salía nada por la garganta y terminó por hacerse un corte en el brazo para dejar su parte en el cuadro. “Uno de los mayores instrumentos en la performance es tu cuerpo, conoces tu cuerpo y esperas que reaccione de determinada manera, pero a veces un cuerpo humano puede fallar o comportarse como no esperabas, pero eso es parte de lo singular y bello de la performance, que cabe el error o lo inesperado… Para mí, el fin es en ese momento lo más importante, por encima de lo estético o por encima de mi integridad física”. A veces también es el público el que puede fallarte. A Marta Núñez Pouzols, se le ocurrió hacer una performance leyendo un texto que tuvo mucho eco en las redes, por su contenido machista, de lo que se supone que es “una loca del coño”, ataviada con una camisa de fuerza. Pero su auditorio, lejos de ver la crítica, tomó aquello como un macabro monólogo cómico, a lo que ella preguntó incrédula “¿pero de verdad os hace gracia?”.
Es imposible no enamorarse de su ímpetu, de la valentía de mostrarse delante de otros. De la violencia y la autenticidad con que se empieza a vivir la vida cuando se empieza a vivirla. “Es cierto que creo que algunos, por que otros apenas pasaron la adolescencia hace un par de años, hemos recuperado cierto espíritu adolescente de no estar de acuerdo, luchar por diferenciarnos y decir las cosas de una forma diferente… creo que en eso radica un espíritu que no renace, si no que creo se despierta y siempre ha estado ahí. Pienso que son esas ganas de expresarnos de una forma más “poética”, de hacer llegar a la gente a ciertas conclusiones o a vivir ciertas experiencias, desde un camino muy distinto, lo que tenemos en común los artistas que formamos Actos Poéticos. Cuando te sometes a ser un instrumento artístico para hacer sentir y vivir a la gente algo así se perciben esas experiencias desde una pasión visceral muy pura”. Ellos seguirán organizando ciclos siempre que puedan, aunque la entrada voluntaria que cobran no les dé ni para pagar la cartelería, y cuando el espacio que les acoge asume los gastos, repartan la recaudación entre los ganadores de las batallas. Les pueden las ganas y la furia del espíritu adolescente que sale a escena y estalla.
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