Memoria histórica
Las luchas a los 100 no son las mismas que a los 20

Rafael Martínez Ruiz es de Córdoba y uno de los miembros más antiguo del PCA. El 25 de marzo cumple 100 años y sigue compartiendo luchas, debates y militancia con la misma ilusión que la del que está empezando.

, Redacción Sevilla
17/03/14 · 19:10

Hace poco más de 2 meses que escuché el nombre de Rafael Martínez Ruiz por primera vez y en solo dos encuentros se ha convertido en uno de mis referentes históricos, de esos de los que cada vez quedan menos por el inevitable paso del tiempo.

Ojos centenarios que han vivido y sentido en primera persona desde la dictadura de primo de Rivera, pasando por la segunda república, la guerra civil, la dictadura de Franco, el exilio y la emigración, la muerte del dictador, la vuelta a “casa”, la transición y hasta el pacto de IU con el PSOE para gobernar en la Junta de Andalucía. Y es que estos ojos son rojos y republicanos.

En el Ideal Andaluz (1915), Blas Infante escribía “Yo conocía aquellas incidencias de la vida jornalera. Me crié entre niños jornaleros, descalzos, hambrientos y casi desnudos”.

Rafael era un poco como esos niños, nació el 25 de marzo de 1914, y como el mismo dice “no tuve el placer de entrar un día a la escuela”. A los 7 años ya estaba buscándose la vida, cuidando marranos y trabajando por comida, a los 9 iba con su padre y su hermano a picar piedra para la construcción del tramo de carretera de Ecija a Montoro y para ahorrar dinero dormían en las alcantarillas que había en el camino.

Con 17 años se sacó el carnet del Partido Comunista en Ecija y desde entonces lleva militando más de 80 años sin descanso.

Ha tenido la suerte de escapar de la muerte por sus ideales políticos en más de una ocasión. A las 21 años salió por primera vez de Ecija para hacer el servicio militar, primero estuvo en Madrid y luego se fué como voluntario a Palma de Mallorca. La guerra civil le pilló allí, y estuvo 3 años bajo el mando de los fascistas, pero su capitán don José María Martín Cuevas “era valenciano y era más comunista que yo”. Así que al acabar la guerra volvió a Santaella, Córdoba, de donde es su familia de toda la vida.

Las dificultades económicas lo fueron llevando de un lado a otro de temporero en las siembras. “En Francia yo estaba como los inmigrantes de hoy en día, al principio no tenía papeles, por eso cuando veo a la gente criticar a los inmigrantes pienso, deberíais pasar por donde están pasando ellos y por donde he pasado yo, donde me han llamao español de mierda 40 millones de veces, que venís a quitarnos el pan, y yo no le he quitao el pan a nadie”.

Cuando ya obtuvo los papeles y vivía de manera permanente en Francia su actividad política creció. Ayudaba a otros trabajadores en sus derechos laborales, se encargaba del reparto y venta del periódico Mundo Obrero, organizaba excursiones y rifas para sacar dinero para las cuotas de los presos y hasta daba mítines en las plazas, alguna que otra vez los gendarmes se lo llevaron al cuartelillo y le preguntaban quienes eran los comunistas amenazándolo con mandarlo a la frontera con Franco, pero el decía “yo soy comunista, pero yo no se quienes son los comunistas, conozco a todos los españoles pero no se si son de izquierdas o de derechas...”

Confiesa que “estaba deseandito que se muriera Franco para poder volver a casa”, pero las cosas tampoco fueron fáciles a su regreso. Incapacitado a raíz de un accidente y con una pensión mínima, su mujer Ana Claro, recuerda la angustia que sentía al tener lo justo para comer, al no tener a nadie conocido cerca y al estar en un país que le parecía el suyo pero que le resultaba extraño “no empecé a sentar raíces hasta que no encontré trabajo”.

A pesar de las dificultades económicas, Rafael siempre ha tenido tiempo para militar políticamente por los ideales comunistas. Aún hoy, sus camaradas lo encuentran en las manifestaciones, y asiste a las reuniones de su barrio de la Fuensanta, donde se plantean resolver problemas como la restauración de los bloques para la incorporación de ascensores. Y es que, las luchas a los 100 años no son las mismas que a los 20, pero son igual de importantes.

Todas sus anécdotas me parecen pedazos que forman parte del puzzle de la historia invisible de un pueblo, y eso mantiene mi atención al máximo. Los que le rodean le quieren, le admiran, le homenajean, pero él, con su tremenda humildad y naturalidad se desdibuja de cualquier palabra que lo tilde de importante y se pregunta por qué tanta admiración y tanto requerimiento si además ni siquiera tiene el honor de haber defendido su bandera durante la guerra, “si yo estuve con los fascistas, estuve con los malos...” ¿y quién no está con los malos de una u otra manera? Las contradicciones nos salpican a todas.

Mientras charlo con Ana e intento retener los detalles de esta transmisión oral de una pequeña parte de nuestra memoria, escucho de fondo el tintineo de los platos en la cocina. Es Rafael, que friega las tazas del cafelito que nos hemos tomado, y es que, como dice uno de los mandiles de DIAGONAL, camarada, tu sitio también está en la cocina.

El PCA con motivo del 100 aniversario del nacimiento de Rafael va a rendirle homenaje en Córdoba y proyectará un documental realizado durante los meses de febrero y marzo con testimonios e historias que el mismo nos cuenta. Ver trailer

Fuentes:
Rafael Martínez Ruiz y Ana Claro Fuentes
Libro Rafael Martínez Ruiz y Ana Claro Fuentes: forjadores de la libertad. Ernesto Caballero Castillo. Editorial Puntoreklamo.
 

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