Mira Fornay
Directora de cine
"Quería entender por qué hay gente que odia a otra gente"

Mira Fornay presenta My dog killer, su segundo largometraje, en la décima edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla. La directora eslovaca nos introduce en la vida de un joven skin-head.

18/11/13 · 12:35
Mira Fornay, foto Peter Prochazka

My Dog Killer, una obra de cinematografía delicada y contemplativa, nos cuenta la historia de Marek (Adam Mihal), un skin-head de dieciocho años que expresa su frustación mediante el boxeo y el adiestramiento en la violencia de su perro Killer. Al descubrir que tiene un hermano gitano (Libor Filo), Marek se enfrentará con partes de su identidad que entran en conflicto con su ideología. Esta película eslovaca muestra cómo el racismo de una sociedad se hace explícito en sus zonas deprimidas, donde encuentra entre jóvenes y adolescentes su expresión más abierta y visible. Esta historia de iniciación con retazos de realismo social, interpretada por los lugareños de la zona, no sólo prescinde de sensiblerías, sino también de acusaciones o defensas. Su tono frío y neutro supone uno de los aspectos más interesantes de la obra a la par que una ambigüedad que puede levantar controversia.
 
My Dog Killer fue premiada en el festival de Rotterdam y es la cinta candidata al Oscar por Eslovaquia. El SEFF la incluye en la sección EFA (European Film Academy), seleccionada por los miembros de la Academia de Cine Europeo. Mira Fornay, nos habla de cómo concibió y desarrolló este largometraje, el segundo en su carrera, del origen y los efectos del racismo y de la necesidad de la confianza a nivel humano, tanto entre director y actores como entre distribuidoras y público.
 
En una ocasión explicaste que el título de Little Foxes (2009), tu primer largometraje, se refiere a los zorros que viven en el centro de Dublín, que se alimentan de deshechos. De esta manera el título sirve como metáfora para la situación de los inmigrantes, que ejercen los trabajos que nadie quiere. ¿Se puede entender el título de My Dog Killer como una metáfora también?
 
Eso lo debe decidir cada espectador. Los directores no deben explicarlo todo, es mejor que cada uno lo averigüe por su cuenta. A mí me gusta el título porque capta mi atención, si viese ese título en una cartelera iría a verla. En Estados Unidos el título ha traído problemas porque se piensa que es una película en la que se matan perros, y obviamente, la película no tiene nada que ver con matar perros. Pero en Europa el título funciona.
 
¿Por qué decidiste rodar esta película en 35 mm? ¿ Piensas que se debe reclamar el celuloide ante el avance digital?
 
Cada proyecto necesita un medio específico, y este proyecto necesitaba 35 mm, aunque también usamos una cámara digital para las escenas nocturnas. El medio digital no puede superar de ninguna manera al celuloide. Rodar con una cámara digital puede ahorrarte dinero, pero también puedes hacer un rodaje económico utilizando 35 mm. El alquiler de la cámara nos costó muy barato porque hoy en día ya nadie rueda con este tipo de cámara. Tampoco soy estricta en cuanto a esto ni pienso que el celuloide deba ser la única posibilidad. Se podría rodar una película incluso con un teléfono móvil, si esto fuese lo más adecuado para la historia que se cuenta. No hay que obcecarse con nada. Para mí el celuloide es genial y me encantaría seguir trabajando con él, pero siempre hay que considerar si la historia o la manera de contar la historia lo requiere.
 
Ninguna de las personas que interpretan My Dog Killer es actor o actriz profesional. ¿Por qué tomaste la decisión de no trabajar con actores? ¿Cuál es la diferencia entre trabajar con actores y dirigir a personas que no se dedican a la interpretación?
 
Al principio mi único requisito es que la película estuviese en cierto dialecto. Así que me puse a buscar a personas con este dialecto. Estuve buscando entre actores y entre los que no lo son. Los primeros que encontré fueron el protagonista (Adam Mihal) y el niño pequeño (Libor Filo), y como ellos no son actores, decidí trabajar sólo con gente que no fuese profesional. Trabajar con ambos tipos de actores es muy difícil y resulta agotador, así que descarté a los profesionales. No hay muchos directores que se atrevan a combinar ambos tipos, y he visto muchas películas en las que esta combinación simplemente no funciona. Hay quien ha pensado que la madre de Marek en la película es una actriz profesional, pero no lo es. En realidad trabaja como masajista, aunque tiene mucho talento actuando. Me gusta trabajar con personas que no son actores porque llevan su propia historia en el rostro. Aunque no se interpreten a ellos mismos, poseen una experiencia vital que la historia en particular requiere. No encontré a actores profesionales ni en Eslovaquia ni en la República Checa con la experiencia vital que buscaba, así que busqué esta experiencia vital entre gente de a pie.
  
¿Crees que el proceso de participar en la película cambió en algo a las personas del reparto?
 
No lo creo. Creo que sólo los cambió en cuanto a que en cierta manera les dio más confianza en ellos mismos. Pero no intenté descubrir sus traumas, no soy el tipo de director que psicoanaliza a la gente con la que trabaja, creo que eso sería abusar de ellos.
  
¿Por qué decidiste hacer una película sobre racismo?
 
En efecto, My Dog Killer  trata sobre el racismo y los prejuicios. Estas dos cosas están muy relacionadas, porque el racismo surge de unos prejuicios muy profundos. Por lo general no entiendo los prejuicios, aunque sé que algunas veces los tengo, todo el mundo los tiene, pero no entiendo por qué la gente es intolerante. Con esta película quería entender por qué hay gente que odia a otra gente. El racismo contra los gitanos está todavía muy presente en mi país, pero el racismo ocurre en cualquier parte: la gente es racista contra todas las minorías. Empecé a sentir fascinación por la intolerancia porque me afecta negativamente mucho, incluso físicamente. Cuando empecé con este proyecto traté de dejar de lado mis emociones, calmarme y empezar a documentarme y a analizar. Después de la documentación siempre escojo las posibilidades más descabelladas para la historia, y las decisiones más ilógicas que mis personajes podrían tomar. Creo que lo ilógico es interesante, te abre muchos espacios que antes no podías ver.
 
Durante el rodaje, ¿se produjeron tensiones relacionadas con el racismo?
  
Yo ya había trabajado con ellos durante mucho tiempo, y por eso ellos ya conocían mi punto de vista. Sabían que yo no los juzgaba porque ellos juzgasen a otros. De esta manera rompí la cadena: al no juzgarlos yo, ellos dejaron de juzgar. Estas personas sabían claramente que a mí no me gustaban sus ideas políticas, que la película era una película anti-racista, y que aún así yo los respetaba. Y creo que esto también funciona en la vida. Cuando la gente ve que tú no juzgas a nadie, se da cuenta de que existe la posibilidad de no juzgar. Quizás ellos hayan vuelto a hacerlo ahora, no lo sé. Durante el rodaje a todo el mundo se le respetó por igual. Creo que con esto entendieron que en ciertos aspectos todo el mundo es igual. Las tensiones que vivimos estaban relacionadas con el bajo presupuesto: vivimos las tensiones que aparecen en la creación de cualquier película independiente, pero no vivimos tensiones políticas.
 
¿Estás contenta con la recepción de My Dog Killer?
 
La recepción ha sido buena. El problema es que algunas distribuidoras piensan que la gente ya no puede enfrentarse a películas duras, lo cuál no es verdad. Lo que ocurre es que el público no sabe que existen estas películas. Al menos en mi país, la gente no sabe que existe la posibilidad de ver películas como las que estamos haciendo. Las distribuidoras no ponen este tipo de películas en los cines porque dan por hecho que nadie las va a ir a ver. ¿Por qué no dejan decidir al propio público? No me gusta criticar a las distribuidoras porque para ellas supone correr un riesgo, necesitan dinero y atravesamos momentos difíciles, pero debe haber un espacio reservado para el cine de autor. Es una cuestión cultural, sin este cine se llega a un desequilibrio. Aunque respete a las distribuidoras, creo que el gran público es lo suficientemente inteligente para ver estas películas. Cuando he enseñado mi película a gente corriente, gente alejada del mundo del arte, la entendieron y la disfrutaron. Se emocionaron con ella. La encontraron densa pero la entendieron perfectamente. Hay que confiar en el público, enseñarles algo diferente.
 
Para terminar, ¿nos puedes hablar del proyecto en el que estás trabajando ahora?
 
Estos meses he estado documentándome para él y hace poco que me senté a escribirlo. Lo único que te puedo decir es que tratará sobre la violencia doméstica. 

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comentarios

1

  • |
    Jorgito
    |
    Mar, 11/19/2013 - 16:19
    La gente odia por dos razones: Por miedo o por ignorancia.
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