La lógica de lo ECO-Lógico es un libro que nos invita a reflexionar acerca del modelo de producción actual de los alimentos. Si comparamos realmente los costes reales de una producción ecológica con una convencional, podremos observar que no es sólo nuestro bolsillo el que se sacrifica. Sino que una mentalidad ecológica nos ayuda a respetar los ecosistemas y a potenciar una justicia social con los productores. En definitiva, nos ayuda a vivir mejor.
Cuál es el precio de una lechuga de producción convencional y cuál el de una lechuga de producción ecológica es un hecho fácilmente observable. Si atendemos sólo a este aspecto, el consumo de una lechuga ecológica resulta más caro. Pero, ¿qué pasa si nos preguntamos por todo el proceso de producción? En este caso el precio es sólo la punta del iceberg. Al preguntarnos por todo el proceso que ha vivido el alimento desde su siembra hasta su ingestión en casa, entran en juego muchas variables. Dónde se ha producido, cómo se ha hecho, cuánto dinero recibe la agricultora, quién lo distribuye, cuánto se lleva de beneficio el intermediario, y sobre todo cuál es más saludable. La respuesta a estas preguntas nos muestra que el precio y el valor no son lo mismo. Y como dijo aquel sabio es de necios confundirlos.
La Lógica de lo ECO-lógico es un libro de divulgación, elaborado por la Asociación de Educadores y Educadoras Ambientales El Enjambre Sin Reina, que responde a estas cuestiones de una manera clara, didáctica y sencilla. Para sus autoras, el libro, surge como necesidad de desmontar algunos falsos mitos que comúnmente circulan sobre la producción y consumo de alimentos ecológicos, y que en gran medida hacen que se vean estos productos como productos de élite. Para abatir estos mitos establecen concienzudas comparaciones entre los procesos de producción y distribución de alimentos producidos convencionalmente y los de producción ecológica. Una vez establecidas dichas comparaciones, las conclusiones son fáciles de sacar.
El consumo de productos ecológicos, locales y de temporada, bajo los cuales se han establecido relaciones equitativas de poder, no sólo es más beneficioso para la salud, pues no se utilizan fertilizantes químicos ni pesticidas en su producción, sino que además al consumirlos también apostamos por un nuevo sistema agroalimentario, basado en la agroecología, que implica una crítica a un sistema de producción de alimentos devastador para el medio ambiente y socialmente injusto.
Devastador para el medio ambiente, ¿por qué? La agricultura convencional busca una maximización de los beneficios utilizando para ello métodos industrializados que únicamente toman en consideración el espacio dedicado a la producción. Lo importante es el fruto, despreciando el entorno. Los sistemas basados en la agroecología, sin embargo, toman en consideración la noción de ecosistema, tratando a los espacios productivos como un sistema funcional en el que se dan relaciones conjuntas entre los organismos vivientes y el ambiente en el que habitan, buscan, por tanto, un equilibrio con el entorno físico y social.
Los aspectos relacionados con la justicia social están ligados a cuestiones de mercado.
La industrialización de los procesos de producción agraria conlleva la industrialización de su distribución, favoreciendo la aparición de monopolios que copan todo el mercado. Estas empresas facturan miles de millones a costa de pagar precios irrisorios a las agricultoras, llevándose unos márgenes de beneficio que en ocasiones superan el 200 % del precio pagado al productor. En cuanto a su distribución en el mercado, los alimentos de producción convencional, son transportados a largas distancias, en ocasiones a miles de kilómetros. Este hecho implica la utilización de combustible fósil, fuente de energía altamente contaminante y no renovable, que es costeado por los contribuyentes al estar subvencionado estatalmente. Por este motivo se apuesta también, por parte de las autoras del libro, por un consumo local y de temporada.
Consumir productos ecológicos que son transportados a largas distancias no resulta una alternativa real, y menos aún si se adquieren en grandes centros distribuidores de alimentos tipo Mercadona, Carrefour o el Corte Inglés. El consumo de productos ecológicos debe tener en consideración el factor del transporte, en la medida en que ha de procurar hacerse a través de canales cortos de distribución, lo que no sólo conlleva una menor contaminación sino que al evitar los grandes intermediarios, las agricultoras reciben un precio más elevado por sus productos, un hecho que implica una justicia social, pues se valora el trabajo y se dota a la productora de herramientas necesarias para continuar con su medio de vida.
En el libro, conscientes de la desinformación generalizada, se incluye un apartado en el que se citan diferentes iniciativas en este campo. Iniciativas que se dan en Andalucía en general y la ciudad de Sevilla en particular, con el fin de facilitar la tarea del consumo ecológico, local y de temporada o incluso la participación de las personas en iniciativas de autoabastecimiento de dichos productos.
En definitiva, La Lógica de lo ECO- lógico es una utilísima herramienta para luchar comiendo y disfrutar mientras se hace.
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