Debate en torno a Europa
El nuevo rapto de Europa en cinco grupos de trabajo

Los grupos de trabajo del Rapto de Europa hablan de los ejes de deuda, producción cultural, democracia, tecnopolítica y comunes y de las conclusiones que se adoptaron en este encuentro europeo.

10/05/14 · 8:00

La deuda o la vida

Recuperar el control de nuestras vidas pasa por el impago de la deuda

La financiarización, fase actual del capitalismo, supone un proceso de acumulación por desposesión en el que la deuda juega un papel principal. Sea a través de la deuda privada (sólo a través de deuda podemos acceder a una vivienda y cada vez más a los estudios superiores, la salud o las pensiones), sea a través de deuda pública (el ataque a las famosas primas de riesgo que hace que los países se endeuden a un altísimo precio), las finanzas han tomado el control de nuestras vidas en connivencia, por supuesto, con las élites europeas y nacionales 

Las instituciones europeas han sido un actor principal en el desarrollo de la financiarización en Europa y en el mundo. En ausencia de otras políticas de integración social, la creación de ciertas políticas comunes (como el euro y las políticas monetarias) ha generado importantes desajustes en la Unión. Por ejemplo, en países como España, el tener una moneda fuerte y no poder usar las políticas monetarias, en un contexto de grandes inversiones internacionales, favoreció el calentamiento de la economía y la burbuja inmobiliaria, sin que ninguna agencia europea manifestara preocupación ninguna. Ante la crisis mundial, las instituciones europeas no han reconocido ni estos desajustes provocados por la propia arquitectura de la Unión, ni los peligros de la extensión y la promoción del neoliberalismo, sino que han dado la espalda a los países con problemas y les han obligado a acatar duras políticas de austeridad que empobrecen a la población y reducen sus servicios y derechos sociales.

La deuda en este contexto sirve de excusa para aplicar políticas neoliberales de austeridad que a su vez aumentan la deuda. No podremos recuperar el control de la economía ni de nuestras vidas si no nos negamos a pagar estas deudas ilegítimas. La transparencia y la auditoría de la deuda es crucial para entender cómo se ha construido la deuda y su relación con el sistema financiero y fiscal, así como para decidir en consecuencia
qué deuda se pagará y cuál no.

Debemos construir movimientos fuertes a escala estatal y europea que presionen a los gobiernos para no aceptar el chantaje de la deuda y las políticas de austeridad y que apoyen a los países que decidan no pagar la deuda (como puede ser el caso de Grecia, si gana Syriza). Tenemos mucho que aprender de la crisis de la deuda de América Latina y de los impagos desarrollados por otros países antes que nosotros. Porque sí se ha podido y sí se puede.

Alianzas de producción cultural

Starting from the Ground. New Alliances in Cultural Production se planteó como un intento de repensar a escala europea los modos de colaboración entre instituciones artísticas, productores culturales independientes y movimientos sociales, más allá del marco invocado durante la última década: la apelación a un “nuevo institucionalismo” basado en el compromiso de ciertas instituciones artísticas auto-proclamadas “progresistas” de servir como terreno en el que la crítica institucional (del arte) se ensamblara con cuestiones sociales y políticas más amplias. La necesidad de repensar este marco surge ante el régimen actual de austeridad, privatización y fiscalización numérica de la cultura que hace urgente establecer nuevos tipos de alianzas mediante las cuales generar espacios comunes donde se valore el trabajo colectivo de las cuencas de producción cultural sin cooptarlo y donde, más allá de la representación de posturas “críticas” o “radicales”, estas se incorporen a las propias mecánicas institucionales, reclamando la propiedad común de la institución cultural a todos sus niveles.

Con este propósito reunimos a instituciones artísticas públicas y privadas con productores culturales independientes, proyectos artísticos colaborativos y centros sociales autogestionados, para discutir posibles procesos de democratización capaces de producir instituciones culturales del común que eviten tanto la lógica de la acumulación como la auto-explotación, cuiden las condiciones de sostenibilidad de los procesos y los recursos, y permitan la reapropiación y apertura de las instituciones, la toma de decisiones en su seno y las infraestructuras necesarias para este tipo de operaciones. E imaginamos, juntas, las posibilidades de colaboración para identificar las condiciones actuales, sus amenazas y límites en cuanto a la separación entre renta, trabajo y valor, la perversión de las reglas y la cooptación institucional.

Desde ahí se trató de establecer un horizonte de futuro basado en la reapropiación de las leyes, el valor del trabajo como parte de la vida buena y la autonomía de la producción y las instituciones culturales como territorios de radicalidad y experimentación social, identificando las herramientas de agenciamiento y colaboración existentes para esta transformación, como el uso creativo de las normas legales, el acceso abierto a los medios de producción, la cooperación entre instituciones y agentes sociales y el establecimiento de redes de coproducción.

Un nosotros siempre inacabado

Hablar de democracia en Europa significa, de entrada, discutir desde las muchas singularidades que componen el espacio europeo. Por esta razón, el taller de Democracia del Nuevo Rapto de Europa fue, en primer lugar, el intento de encontrarnos entre muchas y diferentes para establecer un punto de partida común para una Carta por la democracia en Europa. “Vivimos en diferentes partes de Europa, con distintos antecedentes históricos, culturales y políticos”, escribimos, “seguimos llegando a Europa y el nosotros del que hablamos siempre está inacabado”.

En Madrid aprovechamos dos intensos días de trabajo donde participaron activistas y actores sociales de 25 ciudades del continente, para definir algunas tensiones que consideramos fundamentales para compartir una lucha por la democracia en Europa.

Una democracia de la cual solo podemos reapropriarnos conjuntamente, por un lado, denunciando la negación de la democracia que se está dando desde arriba por parte de una gobernanza europea servil a los intereses corporativos y geopolíticos internacionales. Por el otro, afirmando que la crisis de la democracia representativa es también una crisis que viene desde abajo, desde las movilizaciones que han atravesado Europa y el Mediterráneo desde 2011, gritando sin incertidumbre alguna que la única manera de que la democracia sea real es que todas las que habitamos el espacio europeo, todos los que lo atravesamos, todas las que lo vivimos, seamos sus protagonistas.

Por esto, afirmamos, una nueva democracia solo se puede pensar desafiando las fronteras y reinventando la ciudadanía. Esto quiere decir, en segundo lugar, repensar qué significa “gobernarnos” y no ser el objeto sumiso de una gobernanza sobre la cual no podemos ejercer poder alguno. Tercero, reinventar desde abajo qué significa gobernarse es antes que cualquier otra cosa poner en crisis la manera en que el Estado ha construido lo público como política paternalista sobre nuestras vidas. Lo común es el punto de partida para establecer nuevas maneras de satisfacer deseos colectivos de liberación y emancipación. Es imposible pensar esta nueva democracia sin romper la jaula de la deuda y sin afirmar la renta básica como derecho universal.

Se trata ahora de seguir inventando esta carta para Europa, para Nuestra Europa. Por esto nuestro trabajo, desde múltiples lugares en Europa y fuera de ella, sigue virtualmente en la wiki www.chartereuropa.net.

Fomentando un nuevo ecosistema de prácticas enredadas

¿De qué hablamos cuando hablamos de tecnopolítica?

Quienes nos reunimos hemos hecho streaming y tuits desde las plazas de Sol, Catalunya, Syntagma y Taksim; en grandes manifestaciones en Lisboa, Reykjavik y Roma; acerca de procesos locales atravesados por lógicas globales en Helsinki, Zaragoza o Amsterdam... Hemos abandonado nuestros hacklabs y proyectos de contrainformación opacos o identitarios para abrirnos radicalmente a la participación del 99%. Sacudidas como las del 15M y Occupy nos han ayudado a avanzar desde el ciberactivismo del movimiento antiglobalización hacia algo llamado ‘tecnopolítica’. Se trata de desbordar las divisiones entre online/offline y activistas/cualquiera, ocupar las redes sociales comerciales y experimentar con las posibilidades de internet para organizarse en redes descentralizadas, en tiempo real. Este nuevo paradigma colisiona con las tradiciones de los movimientos sociales europeos y nos solemos encontrar con incomprensión a la hora de coordinarnos con compañeros de paí­ses donde no han vivido experiencias de desobediencia civil masiva o de colaboración fructífera con miles de personas desconocidas.

Nos parece urgente definirlo, explicar que desde las primaveras árabes hemos aprendido que, en lugar de crear estructuras organizacionales fijas, es más útil compartir prácticas, herramientas y procesos para fomentar lo que podría ser llamado “un ecosistema tecnopolítico”. Formado por nodos plurales y diversos, funciona como una red latente, capaz de emerger cuando hace falta: véase la red difusa que forman asambleas del 15M y “el barrio de internet”, que parece dormir pero se reactiva una y otra vez para apoyar movilizaciones como la Primavera Valenciana, Gamonal o las marchas 22M. Es un caldo de cultivo favorable a adoptar y replicar las ideas con más viralidad y, por ello, nuestra hipótesis es que no hacen falta crear grandes estructuras coordinadoras, sino lanzar propuestas a las redes para que sean éstas quienes filtren las que consideren más válidas y las adapten a contextos locales.

Este ecosistema afronta grandes retos derivados de sus debilidades: su propia naturaleza indeterminada, su dependencia de servicios comerciales, la posibilidad de censura o control gubernamental, la vulnerabilidad ante la propagación de bulos... por eso mismo, consideramos urgente compartir debates y conocimientos acerca de la tecnopolítica. En las próximas semanas se publicará un documento que recoge recursos y preguntas para este trabajo por hacer.

Las luchas por los comunes en Europa

Desde el ‘welfare’ al ‘commonfare’

La crisis, el proceso de saqueo financiero y de demolición de las estructuras de reproducción social, se encuentra en fase de desarrollo avanzado especialmente en el sur de Europa. Las conquistas sociales consolidadas durante las últimas décadas han sido puestas en el punto de mira por estrategias de acumulación por desposesión de la troika. Lo que está siendo “cercado” no son sólo los recursos naturales que nos pertenecen a todos y todas, sino también aquellos logrados a través de las luchas sociales del siglo XX que asumieron la forma institucional del Estado de Bienestar, subsumida hoy a la lógica capitalista.

A partir de diferentes luchas europeas por la defensa de la sanidad, educación pública o vivienda, emergen prácticas sociales de defensa del welfare como condición mínima de la democracia europea. Son la exigencia de un proceso de democratización profunda capaz de escapar a las contradicciones insolubles entre acumulación financiera y gestión estatal; un proceso que cabalga hacia el horizonte del commonfare, vinculando una verdadera democracia con la gestión del común productivo y reproductivo de las sociedades. Aunque buena parte de estas luchas exigen un proceso de desmercantilización que frene las privatizaciones apelando a “lo público”, no se refieren a lo público en su encaje estatal. Las mareas multicolor expresan una ruptura en esa cadena significante que relaciona derechos con Estado. Se reactiva así la historia de los bienes comunes debido a un cambio de actitud frente al Estado en un momento en que el acceso público universal decae y millones de personas son desposeídas de sustento.

Los comunes tratan de redes de apoyo que van más allá de la provisión individualizada o la supervivencia competitiva: un espacio de reapropiación de “lo público” que surge como alternativa tanto al régimen neoliberal como a la planificación capitalista estatal. La gestión ciudadana de viviendas, hospitales, energía o sistemas de agua potable son algunos ejemplos, formas mixtas de luchas para el acceso (servicios públicos) y por la autonomía (instituciones autogestionadas). Por ejemplo, en Grecia los servicios de salud pública han dejado a un 30% de la población sin cobertura sanitaria. Reaccionando a esa situación, existen un total de 30 Clínicas Sociales conectadas que intercambian información, medicamentos y organizan acciones para garantizar el acceso libre y universal a la sanidad. La autoorganización no es la única manera de proveer servicios de primera necesidad, pero luchas y prácticas como la red de Clíni­cas Sociales, donde se defienden los derechos y se reinventan las instituciones, nos permiten vislumbrar una hoja de ruta hacia el commonfare.

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