LA POLICÍA REALIZA REDADAS NOCTURNAS QUE ATEMORIZAN A LOS MIGRANTES
Los centros de estancia temporal... indefinida

Con una capacidad de mil
plazas, los Centros de Estancia
Temporal para Inmigrantes
(CETI) de Ceuta y Melilla
se han convertido en un
recurso más para controlar
la llegada de inmigrantes.

02/04/09 · 12:58
JPG - 12.1 KB
 
DE CEUTA A MADRID. Madrid, 28 de febrero de 2009, imagen de la protesta simultánea en Barcelona, Ceuta y Melilla.

Además de los nueve Centros de
Internamiento para Extranjeros
oficiales y de otros provisionales o
improvisados, el Gobierno español
recurre para la detención de extranjeros
y el control de los flujos migratorios
a los Centros de Estancia Temporal
para Inmigrantes (CETI) de
Ceuta y Melilla. Aunque inicialmente
estaban pensados para albergar a
los migrantes llegados a las ciudades
autónomas mientras se resolvían sus
solicitudes durante un período máximo
de seis meses prorrogables por
otros seis, en la práctica se han convertido
en centros cerrados.

“Aunque puedan salir por la ciudad
durante el día, no se les reconocen
sus escasos derechos como personas
migrantes, pues no pueden
empadronarse ni buscar trabajo”, señala
Paula Domínguez de la asociación
ceutí Elin. Como los accesos a
los puertos, principal forma de comunicación
con la península, están
fuertemente vigilados, no tienen forma
de salir ni de Ceuta ni de Melilla.

Se trata de una retención en un espacio
mayor y sin el régimen interno de
los Centros de Internamiento (CIE)
pero su estancia se puede alargar
años, durante los que, según Domínguez,
los migrantes sienten que
“malgastan el tiempo”. En este sentido,
apunta Enrique Mosquera, de la
asociación barcelonesa Papeles y
Derechos para Todos, “los CETI son
casi peor que los CIE, en los que hay
un máximo de 40 días de retención:
no es un régimen carcelario pero es
una estancia temporal... indefinida”.

El peso de Interior

Teóricamente los CETI de Melilla
(con 480 plazas más cien en tiendas
de campaña) y Ceuta (450 plazas)
dependen del Ministerio de Trabajo,
que los gestiona a través de las Delegaciones
Provinciales del Instituto
de Migraciones y Servicios Sociales
(IMSERSO) ya que las ciudades autónomas
no tienen transferidas las
competencias sobre dichos centros.
Pero en la práctica el Ministerio del
Interior, que tiene también competencias
a través de la Delegación de
Gobierno para la Extranjería y la
Inmigración, tiene mucho peso en la
toma de decisiones. Interior decide
quién sale o no de los CETI, ya sea
para ser deportados o para marcharse
a la península. El día a día en los
CETI es gestionado por ONG a través
de convenios de colaboración.

Durante su largo tiempo de estancia,
los inmigrantes viven, según denuncian
tanto ellos como diversas
asociaciones de derechos humanos,
una situación de tortura psicológica.
“Dentro están sometidos a una presión
policial muy fuerte y constantemente
coaccionados por la gente que
trabaja allí. Hay todo un servicio de
información que está detrás para saber
de dónde son [un paso previo para
poder expulsarles al país de origen]
y, de hecho, algunos de los que
salen es porque son chivatos. Que los
migrantes no se muevan o que no sean
reivindicativos, porque entonces
se van a tirar ahí un montón de tiempo
más”, señala José Palazón, de la
asociación melillense Pro Derechos
de la Infancia (Prodein). La estrategia
para mantenerlos allí e impedir
su paso a la península, cuando no
hay convenios de repatriación con
sus países de origen, es incoarles sucesivos
expedientes de expulsión.
“Hay chavales de 20 años de edad,
de India, que por esta situación se
han hecho alcohólicos en Melilla”,
remarca Palazón.

Son muy pocos los casos en los
que los inmigrantes abandonan el
CETI con papeles, la mayor parte
son repatriados.

La deportación como futuro

Antes son detenidos. La policía suele
hacerlo de madrugada, entre las cinco
y las seis de la mañana, por lo que
muchos de los migrantes pernoctan
a menudo fuera, en chabolas, en tuberías
o en los bosques colindantes.
Viven en un estrés permanente: “Por
la noche o de madrugada la policía
rodea el CETI por si saltan las vallas,
para cogerlos fuera. O entran en el
centro y van a los dormitorios a pedir
la documentación. Llevan una lista.
Se produce un caos tremendo y
es muy violento. En los CETI hay familias
con niños. Viven así meses o
años”, explica Palazón.

La forma habitual de ‘salir’, si no
es rodeado de policías, es con un permiso,
denominado laissez passer,
que permite viajar en barco a la península
para, teóricamente tras un
máximo de 15 días, volver al país de
origen. En la práctica esto les permite
llegar a la península pero les condena
a la irregularidad. Las administraciones
se ven obligadas a dejar salir
a algunos migrantes porque los
CETI se encuentran a menudo ocupados
muy por encima de sus posibilidades.
Por ejemplo, en Melilla la
ocupación supera frecuentemente
las 600 personas. “Abren una espita
usando criterios de oportunidad respecto
a las nacionalidades”, señala
José Alonso de la Asociación Pro
Derechos Humanos de Melilla.
Pero muchos migrantes permanecen
por tiempo indefinido en los CETI,
que se convierten así en la tumba
de sus ilusiones. Los motivos son diversos,
a juicio de las asociaciones
de derechos humanos. Por un lado,
las administraciones los retienen a
la espera de firmar acuerdos con los
países de origen para su repatriación.
Por otro, según apunta Enrique
Mosquera de Papeles y Derechos para
Todos, “el CETI tiene un aspecto
económico muy importante: el Gobierno
español destina por cada inmigrante
y día una cantidad que finalmente
el centro no gasta” en su
totalidad. “Es una fuente de negocio,
una fuente de financiación incluso
para la propia ciudad”. Y, sobre to-
do, y en esto coinciden numerosas
organizaciones, las administraciones
“quieren frenar el efecto llamada:
lo cual no quiere decir que frenen
la entrada sino que cambian la
ruta” señala Palazón. “Prefieren que
no pasen por aquí, que cojan una patera
y se ahoguen” remacha Alonso.

En el interior del CETI, Cruz
Roja y la Asociación Comisión Católica
Española de Migración (ACCEM)
gestionan el día a día de los
migrantes. ACCEM va asumiendo
cada vez más competencias y este
año, por segundo período consecutivo,
ha recibido una subvención
para trabajar en el CETI. Son “la
voz de la Administración y de
Interior”, según denuncian diferentes
fuentes: aparecen en los actos
reivindicativos de los migrantes
para disuadirles. Últimamente, los
listados de las personas agraciadas
con un ‘salvoconducto’, que suelen
colgarse en la puerta de la oficina
del CETI, han aparecido en hojas
con el membrete de ACCEM.

“Hay que forzar al Gobierno para que lo solucione”

El duro aprendizaje de la supervivencia

Berlusconi maquilla las miserias del CIE de Lampedusa

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

DE CEUTA A MADRID. Madrid, 28 de febrero de 2009, imagen de la protesta simultánea en Barcelona, Ceuta y Melilla.
separador

Tienda El Salto