Reforma o ruptura

La crisis económica y política que vive el Estado español se manifiesta en Catalunya de una forma sui géneris. Así, la oleada de nacionalismo de carácter reaccionario que asola Europa desde que comenzó la crisis en Catalunya toma un carácter democrático. Demo­crático en cuanto a la exigencia del derecho a decidir. Se puede llegar a comprender que ante tantas noticias negativas relacionadas con la crisis, que vemos cada día en los medios y en nuestro propio entorno inmediato, mucha gente quiera ilusionarse por algo y, en este caso, soñar con un país nuevo y mejor.

, Militante del Procés Embat
07/10/13 · 8:25
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La crisis económica y política que vive el Estado español se manifiesta en Catalunya de una forma sui géneris. Así, la oleada de nacionalismo de carácter reaccionario que asola Europa desde que comenzó la crisis en Catalunya toma un carácter democrático. Demo­crático en cuanto a la exigencia del derecho a decidir. Se puede llegar a comprender que ante tantas noticias negativas relacionadas con la crisis, que vemos cada día en los medios y en nuestro propio entorno inmediato, mucha gente quiera ilusionarse por algo y, en este caso, soñar con un país nuevo y mejor.

En ciertos ambientes de la propia Catalunya se toma a veces esta oleada independentista como algo impulsado desde las instituciones, como un hecho inducido desde arriba. Yo discrepo de esta opinión, ya que aunque de alguna manera las instituciones –municipios, funcionariado, consejos comarcales, partidos, Iglesia, etc.– participan también en esta creciente marea aportando financiación y llenando sus espacios de propaganda independentista, es innegable que existe un impulso masivo de una parte importante de la población. Son cientos de miles las personas que se llevan movilizando desde hace años en consultas municipales, manifestaciones y otros actos simbólicos –como colgar banderas en sus balcones– y que desean una ruptura democrática con España. Decir que toda esta gente está manipulada no es real. Hay una numerosa base social que actúa fuera del actual marco institucional y del juego de los partidos políticos. Al contrario, son los partidos y las insti­tuciones quienes han tenido que re­colocarse y adaptarse a la nueva situación que le impone la sociedad catalana –o la parte movilizada–.

Independentistas de hoy

A estos independentistas de hoy se les echa en cara que no se mueven para otra cosa, ya que las manifestaciones de “lo social” no son tan numerosas ni de lejos. A muchos les basta con colgar una bandera y salir una vez al año a manifestarse. Pero no deja de haber una buena parte de participantes en estos actos que también se movilizan para detener la privatización de la sanidad, defender la educación pública, en las huelgas generales... Una cosa no quita la otra.
Se denuncia la “transversalidad”, el interclasismo típico de los movimientos nacionalistas, pero quizás se obvia que irremediablemente se nos está colocando ante una dicotomía: o el Reino de España o la Re­pública catalana. No tomar partido por ninguno significa en estos momentos quedarse fuera de juego.

Lo que se plantea en esta fase no es si se quiere la Independencia o no, sino el propio derecho a decidir como pueblo. Se trata del derecho de autodeterminación que si se aprovecha puede abrir la puerta a otros debates que vayan más allá de la simple elección entre España o Catalunya. Se abre el camino a un debate constituyente sobre el modelo político y social de este nuevo país. Y nuestro papel en este debate público es lograr acercarnos a un escenario propicio para una ruptura que deje fuera de juego a la derecha neoliberal que gobierna Catalunya y que ponga a su vez al Estado español contra las cuerdas.

Desde las élites catalanas se le tiene miedo a este debate. Para esta élite, o Catalunya se integra en la Unión Europea y en el euro –no nos han hablado aún de la OTAN–, o no hay independencia. Una parte de CiU no es independentista y otra buena parte que ahora dice serlo lo hace por oportunismo. La sociedad ha cambiado y exige posicionamientos claros.

¿Habrá más derechos y libertades en la Catalunya independiente? ¿Mejorarán los intereses de la clase trabajadora? La respuesta es que si hay movilización y organización suficientes entonces se abrirá un escenario desde el que se pueda avanzar en lo social. Sólo así tenemos una oportunidad. Si no hay movilización y organización no habrá ni independencia ni derecho a decidir. Lo que es necesario es que no se quede el derecho a decidir circunscrito a Ca­talunya y a la cuestión nacional. Queremos que decidan todos los pueblos, grupos humanos y personas. Queremos decidirlo todo. Siempre. Ésta es la clave de la ruptura.

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