"PANORAMA // EL 28 DE SEPTIEMBRE ECUADOR VOTO LA NUEVA CONSTITUCIÓN DE LA ""REVOLUCIÓN CIUDADANA"""
Nueva Constitución para Ecuador

Tras la consulta popular para la aprobación de la nueva Constitución, Ecuador y en especial la ciudad de Guayaquil muestran una clara
polarización social sin precedentes en el país.

02/10/08 · 0:00
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APOYO POPULAR. Rafael Correa conserva una alta popularidad en casi todo el territorio ecuatoriano.

La campaña del referéndum constitucional
ha tenido un elevado tono
de enfrentamiento durante los
meses de agosto y septiembre en
Ecuador. A pesar de que el ex presidente
Lucio Gutiérrez, principal
figura de la oposición a nivel nacional,
anunciara sospechas de
fraude en el referéndum, el propio
jefe de la misión de observadores
internacionales de la OEA, Enrique
Correa, lo desmintió públicamente:
“No existen indicios de
fraude electoral en el Ecuador,
aunque sí hemos asistido a una
campaña basada en la lógica de la
confrontación basada en la descalificación
del contrario”.

El 28 de septiembre, el proceso
de transformación social que vive
Ecuador, conocido popularmente
como la “revolución ciudadana”, se
jugaba el todo por el todo.
Con la aprobación de la Constitución
se pone en marcha uno de
los catálogos de derechos más extensos
del mundo, con sus correspondientes
garantías, que llevan a
convertir incluso a la naturaleza
en sujeto de derecho, algo hasta
ahora insólito en los tratados
constitucionales.

Esta nueva Constitución sienta
las bases para una democracia participativa,
con la posibilidad, por poner
un ejemplo, de poder destituir
al jefe de Estado por votación popular.
El texto incorpora derechos fundamentales
entre los que destaca el
derecho al agua, a la alimentación,
los derechos de las mujeres embarazadas,
de los adultos mayores o
de los pueblos indígenas.

La nueva Constitución de Ecuador
rescata un término kichwa, el
sumak kawsay (traducido al castellano
como “el buen vivir”), y lo
convierte en el principal objetivo
del poder público.
Horas antes de que se abrieran
las urnas, el presidente Rafael Correa
definía la situación por la que
pasa el país: “Estamos ante un
momento histórico. Es una oportunidad
maravillosa para construir
el nuevo Ecuador, por el que
hemos venido luchando durante
muchas generaciones”. De igual
manera declaraba a DIAGONAL
Manuela Gallegos, titular de la
Secretaría de Pueblos, Movimientos
Sociales y Participación Ciudadana:
“No tiene viabilidad el
proyecto de transformación social
que se está desarrollando en
el Ecuador si el pueblo no aprobase
la Constitución. Por fin las
minorías étnicas se ven reflejadas
en la carta magna en toda su
magnitud. Por fin las mujeres, los
indígenas, los negros…, se empoderarán.
Este proceso de cambio
ya no tiene freno”.

Las élites, intranquilas

La Iglesia ha sido uno de los actores
claves de la oposición durante
la campaña por el ‘no’ a la Constitución.
Monseñor Arreguí, cura de
origen vasco y miembro destacado
del Opus Dei, así como presidente
de la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana, se manifestó claramente
en contra de la Constitución.
Sus motivos: “Esta Constitución
atenta contra los principios
de la Iglesia. Es abortista, da pie al
matrimonio entre parejas del mismo
sexo, y en su preámbulo invoca
el nombre de Dios junto al de la
Pachamama”.
De igual manera, manipulando
y tergiversando los contenidos
del proyecto constitucional, la oligarquía
y extensos sectores empresariales
llamaban a votar por
el ‘no’, indicando a través de múltiples
vocerías que la nueva Constitución
atenta contra el principio
de la propiedad privada, que
es comunista, que se ha hecho a
través de asesores extranjeros financiados
por el presidente venezolano
Hugo Chávez, que no
permitirá las inversiones extranjeras
en el país...
Walter Larrea, trabajador de la
cadena comercial AKI, con múltiples
establecimientos en diversas
ciudades de Ecuador, declara a
DIAGONAL: “En nuestros puestos
de trabajo, nuestros jefes nos amenazaron
con el despido si votábamos
‘sí’ a la Constitución. Mi hermano
y mis primos, que trabajan
en negocios que nada tienen que
ver con el mío, también fueron
amenazados”.

Ecuador se ha caracterizado por
ser un país razonablemente tranquilo,
a pesar de que Rafael Correa
sea el sexto presidente de la República
en tan solo 12 años. Muchos
de sus antecesores fueron derrocados
por movimientos populares, así
como por procesos judiciales.
Según declara a DIAGONAL el
sociólogo Jon Avatares: “La sociedad
ecuatoriana se ha caracterizado
por no haber vivido grandes
procesos de represión política, los
militares no protagonizaron dictaduras
del estilo de las que existieron
en el Cono Sur, y el nivel de
enfrentamiento político ha tenido
habitualmente un perfil relativamente
bajo dentro del contexto social”.
Y prosigue: “Sin embargo esto
está cambiando, la campaña para el
referéndum constitucional es un
claro ejemplo de ello. Nuestra sociedad
se está polarizando entre
quienes están a favor o en contra de
Correa, y este fenómeno se da de
manera especial en Guayaquil”.


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JAIME NEBOT. El alcalde de Guayaquil en un mitin.

“No jodas a Guayaquil”

El alcalde de Guayaquil,
Jaime Nebot, se transformó
en el vocero fundamental
de la campaña por
el ‘no’ a la Constitución.
Bajo el lema “No jodas a
Guayaquil”, puso en marcha
gigantescas brigadas
‘puerta a puerta’ por toda
la ciudad, con el fin de
convencer a sus ciudadanos
de que la Constitución
es centralista y negativa
para la ciudad que él dirige.
Guayaquil es la ciudad
más poblada de Ecuador,
con dos millones de habitantes,
y se ha convertido
en el bastión de la oligarquía
tradicional ecuatoriana.
Nebot, histórico militante
del Partido Social
Cristiano, es el portavoz de
esa oligarquía y, de hecho,
junto con la provincia de
Zulia en Venezuela y los
territorios de la ‘medialuna’
en Bolivia, Guayaquil es
socio fundador de CONFILAR,
la Confederación que
agrupa a los territorios
secesionistas de América
Latina. El presidente
Correa ha alertado varias
veces sobre el peligro de
que se dé en Guayaquil un
proceso de características
similares al de Santa Cruz
en Bolivia. Correa advertía
sobre las declaraciones
autonomistas de Nebot
durante la campaña: “Lean
bien lo que quiere decir
esa oligarquía. Nos quieren
convertir en otra Bolivia
donde, pese a que Evo
Morales saque el 68% del
apoyo popular, la oligarquía
separatista de Santa
Cruz quiere destrozar a
Bolivia porque nunca se
sintieron bolivianos”.

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