"MÁRKETING VERDE // LA MULTINACIONAL PODRÍA ""COMPENSAR"" SU CONTAMINACIÓN DE AGUA EN LA INDIA"
Coca-Cola se inspira en el mercado de emisiones para limpiar su imagen

Inspirándose en los mecanismos de mercado del
Protocolo de Kyoto, Coca-Cola propone compensar su
sobreexplotación de los recursos hídricos de la India
invirtiendo en proyectos ‘sostenibles’ en otros lugares.

06/03/08 · 0:00
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COCA COLA GO BACK. Manifestación de protesta en la India contra la multinacional norteamericana / Kevin Smith

La lógica sobre la que descansa el
sistema del mercado de emisiones y
de compensaciones nos dice que una
tonelada de dióxido de carbono en el
Norte es exactamente lo mismo que
una en el Sur. Es decir, que si es más
barato reducir la contaminación en
la India que en el Reino Unido, se
pueden lograr las mismas mejoras
climáticas, pero de forma más rentable,
reduciendo las emisiones sólo en
la India. La atractiva simplicidad de
esta lógica sólo se explica si se cierran
los ojos ante una serie de importantes
cuestiones –derechos territoriales,
desigualdades Norte-Sur, luchas
locales, poder de las grandes
empresas o historia colonial– y todo
se limita a una simple cuestión de
rentabilidad económica.

Así, cuando la organización neerlandesa
FACE Foundation planta árboles
en el parque nacional de Kibale,
en Uganda, para compensar las
emisiones de los vuelos comerciales,
olvida que estas tierras han sido escenario
de violentos desalojos en un
pasado no muy lejano, y que éste sigue
siendo un territorio reivindicado
por comunidades que vivían en él.
Cuando las empresas compran créditos
en el mercado de derechos de
emisión de la UE lo único que les importa
es lo baratas que resulten las
supuestas reducciones que han generado
dichos créditos.

Incluso siguiendo la lógica estrictamente
mercantil, el mecanismo de
mercado de emisiones desafía todo
sentido común. Abunda la documentación
sobre cómo los países pueden
usar el sistema de compensaciones
para evitar las responsabilidades
asumidas con respecto a los objetivos
de Kyoto, y sobre cómo empresas
insostenibles por naturaleza –como
Land Rover, British Petroleum y
British Airways– pueden utilizar este
mecanismo para ganarse una etiqueta
verde que no se merecen. Uno de
los hechos más inquietantes está en
cómo el sector empresarial está
echando mano de la creatividad con
el sistema de compensaciones para
seguir ampliando su agenda.
La corrosiva influencia de la ilógica
lógica de las compensaciones ni
siquiera se limita ya al ámbito del
cambio climático y de las emisiones
de dióxido de carbono. Coca-Cola ha
sido blanco de largas campañas organizadas
por grupos que luchan por
la justicia social en todo el mundo,
pero sus prácticas en la India han
suscitado una especial atención. En
2003, el Centre for Science and the
Environment, un instituto de investigación
de Delhi, publicó un informe
basado en ensayos de laboratorio
que demostraba unos niveles de pesticidas
e insecticidas entre 11 y 70 veces
superiores a los máximos fijados
por la UE para agua potable en toda
una serie de refrescos comercializados
por Coca-Cola en la India.

El India Resource Centre, institución
con sede en los Estados Unidos,
ha emitido varias acusaciones contra
la empresa, afirmando que es responsable
de la importante falta de
agua de muchas comunidades, y que
sus plantas embotelladoras contaminan
los terrenos y las aguas colindantes.
En marzo de 2004, las autoridades
de Kerala, un Estado al sur de
la India, clausuraron una de las plantas
embotelladoras de Coca-Cola,
acusada por comunidades y activistas
de la zona de haber agotado y
contaminado los recursos hídricos.
En agosto de 2007, mientras bebía
de una lata de Coca-Cola Light frente
al característico panda del Fondo
Mundial para la Naturaleza (WWF),
el presidente de Coca-Cola, Neville
Isdell, anunciaba que la empresa destinaría
20 millones de dólares a un
programa de colaboración con WWF
para “restituir cada gota de agua que
utilizamos en nuestros refrescos y en
su producción”. Además de reducir y
reciclar el agua utilizada, el programa
pretendía reabastecer recursos
hídricos. Pero este reabastecimiento
no se produciría en los lugares en
que se estaba utilizando y agotando
el agua, sino a través de diversos proyectos
ejecutados en otras partes del
mundo. Estamos hablando, en realidad,
de un sistema de compensaciones
con el agua.

Estos 20 millones de dólares (menos
del 1% del enorme presupuesto
para publicidad de Coca-Cola, unos
2.400 millones de dólares anuales) se
están utilizando para contrarrestar
toda la publicidad negativa que recibe
Coca-Cola por sus prácticas en la
India. La empresa ha mantenido una
enérgica campaña para denegar toda
responsabilidad sobre las catastróficas
consecuencias que han sufrido
estas comunidades, de manera
que, utilizando este sistema de compensaciones
hídricas, puede jugar a
ser la empresa buena de la película
en otras zonas del mundo sin siquiera
tener que reconocer los daños que
ha provocado en otras.

Las posibilidades del sistema de
compensaciones hídricas no sólo se
limitan a actos concretos que sirvan
para limpiar la imagen de las empresas.
Algunos comentaristas como
John Regan, proveedor de créditos
de derechos de emisión de Chicago
Climate Exchange, un programa para
la comercialización de gases de
efecto invernadero, considera que el
programa de Coca-Cola es un “indicio
alentador de la incipiente necesidad
de un régimen de comercio de
créditos de agua”. La idea es que si
una empresa no ha controlado lo suficiente
la contaminación de las
aguas en determinado lugar, deberá
comprar créditos a otra empresa que
sí haya cumplido los objetivos que se
le han fijado. Como sucede con el comercio
de emisiones, un sistema de
este tipo daría pie a una serie de oscuros
trámites contables y operaciones
para dar la impresión de que la
industria se está movilizando en el
terreno ecológico, y ocultar el hecho
de que, en realidad, se está haciendo
muy poco para abordar la degradación
medioambiental.

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