ABUSOS LABORALES, ATENTADOS ECOLÓGICOS Y PERSECUCIÓN SINDICAL
Coca-Cola es así

La imagen de marca de Coca-Cola, uno de los principales
inversores en publicidad en los medios de comunicación,
apenas se ve cuestionada. Sin embargo, Coca-Cola
presenta un historial marcado de abusos e impunidad.

01/03/07 · 0:00
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“Una Coca-Cola y una sonrisa, la vida
se ilumina, una Coca-Cola para
compartir, así quiero ser, yo quiero
ver al mundo entero sonreír también...
¡Coca-Cola!”. Más que la cuña
de un anuncio, ésta es la melodía
de un juego infantil que las niñas de
hace una década entonaban en sus
recreos. Es una muestra de lo que
Coca-Cola Company, la empresa fabricante
de refrescos, se propuso hacer
desde que naciera hace 120 años
y de lo que todavía hoy sigue haciendo
con mucho éxito. Porque más
allá de que la Coca-Cola sea un simple
refresco, su nombre se ha constituido
en un logo con entidad propia,
en una imagen global, muchos
dirían incluso que en un estilo de vida.
No en vano, este gigante empresarial
invierte un cuarto de sus
beneficios anuales (cerca de 5.000
millones de dólares en 2003) en publicidad
para transmitir una imagen
limpia, social y verde; y para
convencer de que su refresco tiene
un sabor único, una receta mágica,
y un valor altamente refrescante y
saludable.

Pero en la historia del refresco
más conocido del mundo no todo
son sonrisas. La multinacional hace
frente a constantes denuncias,
escándalos y juicios sobre violaciones
de derechos humanos, laborales
y ecológicos. Ahora, su márketing
tiene que contrarrestar la mala
publicidad que le da, por ejemplo,
ser nombrada una de las diez peores
empresas del mundo, galardón
que le adjudicó la Multinational
Monitor en 2001 y 2004.

La fórmula secreta

Coca-Cola ha construido un imperio
comercial a nivel planetario:
vende cerca de 400 marcas de bebidas
(entre refrescos, agua, zumos,
té y café) en más de 200 países, controlando
el 50% del mercado mundial
de gaseosas. Sus beneficios en
2005 alcanzaron los 15.000 millones
de dólares. Y cada día se beben
en todo el mundo más de mil millones
de latas o botellas de Coca-
Cola, 12.500 cada segundo.

La fórmula: uno, ser la empresa
que más dinero se ha gastado en la
historia en publicidad; dos, rodearse
de poderosos aliados, tanto de
lobbies empresariales como de la
clase política (en 2004 Coca-Cola
Company y Coca-Cola Enterprise
donaron 550.000 dólares para la
campaña electoral estadounidense:
un 70% para el partido republicano
y un 30% para el demócrata);
y tres, delegar toda la responsabilidad
social a sus empresas subcontratadas
(embotelladoras y distribuidoras)
sin asumir las acciones
realizadas por éstas ni establecer
códigos de conducta.

Los abusos y violaciones de derechos
humanos y laborales se denuncian
en escenarios diversos.
Como describe el Observatorio de
Corporaciones Transnacionales
IDEAS, la compañía es criticada
“por su política de reducción de
costes a base de la subcontratación
de mano de obra, la eliminación de
las organizaciones sindicales y la
concentración de la producción en
un número mínimo de envasadoras”.
Por ejemplo, en la planta de
Auburndale (Florida) los salarios
están por muy por debajo de lo que
se paga en el sector, no existen planes
de pensiones y el seguro sanitario
es cuatro veces más caro que
el de otras empresas. Además, los
contratos temporales están eliminando
a los indefinidos (en 2005
fueron sustituidos un 24%) y no tienen
seguro sanitario. A estas denuncias
se suman las de acosos a
sindicalistas. Tanto directa o indirectamente,
se acusa a Coca-Cola
de intimidar, amenazar, extorsionar
e incluso asesinar a sus trabajadores.
Algunos ejemplos: en Turquía
14 transportistas de la empresa
y sus familias denunciaron en
2005 haber sido intimidados y torturados
a manos de una rama especial
de la policía por orden de Coca-
Cola; en Punjab, Pakistán, los trabajadores
fueron despedidos en
2001 por protestar por la falta de
personal (y posteriormente readmitidos
por orden judicial); en
Nicaragua, el Sindicato Único de
Trabajadores de la Empresa de
Coca-Cola denunció en 2005 que a
sus empleados de la embotelladora
de Coca-Cola PANAMCO se les negó
el derecho a organizarse, amenazó
y despidió ilegalmente.

Asesinatos de sindicalistas

El caso de Colombia es de una crudeza
especial. El Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Industria
Alimentaria de Colombia (SINALTRAINAL)
denuncia que la empresa
Coca-Cola intimida y tortura a
sus sindicalistas mediante escuadrones
de la muerte a través de sus
envasadoras subcontratadas. Desde
1990, ocho empleados de las embotelladoras
de Coca-Cola han sido
asesinados por los paramilitares,
48 trabajadores se han visto obligados
a esconderse y otros 65 han recibido
amenazas de muerte.

Por otro lado, se multiplican las
protestas sobre los delitos ecológicos
de la multinacional y sobre la
insostenibilidad de sus envases.
Para producir un litro de Coca-
Cola se necesitan tres litros de
agua, lo que ha empujado a la empresa
a controlar acuíferos en todo
el mundo. Estas reservas subterráneas
pueden ser de varios kilómetros
cuadrados y a veces constituyen
recursos vitales para muchas
comunidades. Es el caso de la India
(en Estados como Kerala y Rajastán),
donde Coca-Cola ha sido
acusada de causar el desabastecimiento
de agua en zonas ya castigadas
por la sequía, provocando la
deshidratación de las comunidades,
la sequía de los pozos y la destrucción
de la agricultura local. Por
ejemplo, en la comunidad de Plachimada
en Kerala, Coca-Cola extrajo
1,5 millones de agua subterránea,
siendo acusada por las comunidades
colindantes no sólo de
agotar sino también de contaminar
el agua en la zona. En esta línea,
también en Panamá han sufrido la
contaminación del agua a causa de
las actividades de las plantas embotelladoras:
en 2003 Coca-Cola
fue condenada a pagar una multa
de 300.000 dólares por contaminar
el río Matasnillo y la bahía de
Panamá con 1,5 metros cúbicos de
tinte rojo, el utilizado en la producción
de sus zumos de frutas.

Además, los envases de un solo
uso suponen un grave problema ecológico
mundial por la cantidad de residuos
sólidos que producen, más
aún si se trata de latas de aluminio
(lo que corresponde al 34% de sus
productos en el Estado español), por
ser uno de los procesos industriales
más contaminantes o de botellas de
plástico no recicladas.


¿El principio del fin?

El imperio Coca-Cola también
encuentra oposición en
todos los rincones. Los
eventos que la empresa
organiza y patrocina (como
la FIFA o los Juegos Olímpicos
de Invierno de 2006),
en los que muestra su cara
más sana y amable, son
ensombrecidos por manifestaciones
y protestas ciudadanas.
Los informes de
ONG y movimientos sociales
denunciando “la otra cara”
de Coca-Cola también se
publican por todo el mundo;
y las acciones de protesta y
boicot contra sus productos
crecen, provocando no sólo
un daño en la imagen de la
marca sino también consecuencias
reales a sus cuentas.
Porque Coca-Cola ha
perdido contratos de ventas
en al menos cinco universidades
estadounidenses,
entre ellas la Universidad de
Michigan y la Universidad
de Nueva York, donde se ha
prohibido la venta de sus
productos por los abusos
cometidos en Colombia y la
India. En este país, la multinacional
ha visto cómo se
cerraba una planta envasadora
a causa de la presión
de movimientos campesinos
y de mujeres. También
en Europa encontramos
ejemplos: la Red Italiana
del Nuevo Municipio, que
engloba a más de cien
municipios, ha excluido la
presencia de productos
Coca-Cola de todos los distribuidores
en la Administración,
escuelas, institutos y
comedores. Por todas partes
surgen personas, redes
ciudadanas, municipios,
foros y caravanas que
optan por otro tipo de consumo
y que se han propuesto
no ponerle las cosas
fáciles a Coca-Cola. La lista
continúa y es larga.

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