Elecciones federales en Alemania el 22 de septiembre
Competitividad y precariedad en Alemania

El autor, periodista residente en Berlín, repasa los índices económicos de Alemania que han generado, también, pobreza en muchos sectores sociales.

, Berlín (Alemania)
19/09/13 · 7:56
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VUELTA DEL TRABAJO. La economía alemana ha crecido, pero también la precariedad. / David Fernández

El Gobierno del excanciller socialdemócrata Gerhard Schröder introdujo hace más de una década una serie de reformas conocidas como Agenda 2010. Unas reformas alabadas a nivel internacional sobre todo por instituciones conservadoras, pero no sólo: partidos socialdemócratas han tomado algunas de esas reformas como ejemplo de lo que hay que hacer para ganar competitividad y volver a la senda del crecimiento. No en vano, con los datos macroeconómicos en la mano, Alemania ha soportado mejor que otros países europeos la Gran Recesión que sacude la economía global y especialmente la del Viejo Continente desde hace más de un lustro. Sin embargo, y como es sabido, los datos macroeconómicos no siempre se traducen en una mejora de la vida de los ciudadanos de un país. Y en Alemania eso no es diferente.

El candidato  socialdemócrata Peer 
Steinbrück reconoció que el mercado laboral alemán se ha vuelto más precario e injusto, pero que ése era el precio que había que pagar por una tasa de desempleo moderada
Entre las reformas que introdujo el excanciller Schröder, con el apoyo de los Verdes, destacaron la revisión del Estado del Bienestar, el consecuente recorte del gasto público y la flexibilización del mercado laboral. Esta última medida ha sido incluso blandida por la actual canciller durante la campaña electoral para defender el curso económico mantenido por su Gobierno: en el primer y único debate televisivo celebrado entre los dos grandes candidatos a la cancillería, la candidata cristianodemócrata y el líder del partido socialdemócrata, Peer Steinbrück, reconoció tácitamente que el mercado laboral alemán se ha vuelto más precario e injusto, pero también dijo sin reservas que ése era el precio que había que pagar para que el país mantuviera una tasa de desempleo (oficial) moderada (actualmente ronda el 7% de la población activa, ello sin contar a los parados de larga duración).

El precio a pagar

Veamos entonces cuál es el precio que ha tenido que pagar la masa laboral de la locomotora económica del Viejo Continente, tal como apunta el libro recientemente publicado La quinta Alemania. Un modelo hacia el fracaso europeo, alrededor de ocho millones de asalariados en el mercado laboral alemán trabajan en minijobs o en condiciones laborales precarias; el sector de trabajo a tiempo parcial ha escalado del 14 al 29% entre los años 1991 y 2010. Esa neoliberalización del modelo económico alemán ha provocado, en definitiva, una dualización del mercado laboral: hay millones de asalariados, de sectores donde el sindicalismo mantiene una cierta capacidad de negociación colectiva, que pueden vivir de sus sueldos, cotizan y construyen con sus aportaciones a la caja de la seguridad social una jubilación digna.

Precariedad laboral

Sin embargo, también hay millones de trabajadores que no pueden vivir dignamente de sus sueldos (que deben ser completados por ayudas estatales en lo que es una clara subvención pública a las empresas), que tienen contratos precarios con salarios tan bajos que ni siquiera cotizan y cuyo futuro en la vejez es incierto. De hecho, la pobreza en la tercera edad es ya una realidad en Alemania: en las calles de Berlín y de otras ciudades no es inusual ver a ancianos en busca de botellas de vidrio y plástico, con cuya devolución ingresan unos euros que les ayudan a completar sus insuficientes pensiones. Una pobreza que el Estado alemán podría y debería combatir.

Unos ocho millones de asalariados en Alemania trabajan en minijobs o en condiciones precarias Los defensores de ese modelo alegan que en una economía ferozmente globalizada, Alemania, fuertemente orientada a la exportación, debe contener los costes de producción y los salarios para poder competir con emergentes como China, India o Brasil. Sin embargo, no parece que esa contención salarial afecte a todos por igual. Un dato inapelable ofrecido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) apunta en esa dirección: el salario del 10% de la población alemana más rica creció un 1,6% durante los últimos años, mientras los salarios más bajos crecían (por decir algo) un 0,1% en el mismo periodo. Alemania es así uno de los países industrializados donde las diferencias salariales han crecido más.

En resumidas cuentas, más de una década después de la introducción de la Agenda 2010, la economía alemana es más competitiva, pero también ha generado más precariedad y desigualdad. Las economías europeas en problemas, como la española o la italiana, se miran ahora en el espejo de Alemania en busca de recuperar la senda del crecimiento sin darse (o tal vez dándose) cuenta de que esas reformas podrían tener para los países meridionales, con un Estado del bienestar bastante menos desarrollado que el alemán, un coste social devastador.

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