Más de 300 toneladas de agua radiactiva al día durante dos meses
Vertidos de agua tóxica al mar procedente de Fukushima

El Ejecutivo japonés admite que se han vertido más de 300 toneladas de agua contaminada en los últimos dos meses. Sin embargo, Japón pretende activar dos reactores.

30/08/13 · 16:20
Depósitos de agua en Fukushima. / FOTO: Susanna Loof.

La Autoridad Reguladora de la Energía Nuclear (NRA) ha sorprendido a propios y extraños este verano con su actuación como nuevo regulador del sector en Japón. La agencia fue creada con el fin de convertirse en un órgano de supervisión independiente, al contrario que su antecesora, la Agencia de Seguridad Industrial y Nuclear (Nisa), perteneciente al Ministerio de Industria, Transporte y Energía, encargado a su vez de promover el uso de la energía nuclear. Sin embargo, las expectativas eran muy negativas respecto a su neutralidad, puesto que pertenece al débil Ministerio de Medio Ambiente y ha recibido fuertes presiones, incluso del propio Gobierno del primer ministro Shinzo Abe. Sin embargo, la NRA se ha convertido en los últimos meses en una espina en el costado de la Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco), la entidad gestora de la planta de Fukushima.

Filtraciones contaminantes

Después de que Tepco admitiera a principios de agosto que agua freática contaminada podía estar llegando al mar, tras mezclarse en los subterráneos de los reactores afectados con el agua utilizada para mantenerlos refrigerados y estables, la NRA declaró que existía una situación de “emergencia” y que Tepco mostraba un “débil sentido de crisis”. El propio Gobierno japonés salió al paso de la polémica para admitir que Tepco había estado ocultando una filtración de unas 300 toneladas diarias de agua radiactiva al mar durante los dos últimos años.

Reconociendo, por fin, que Tepco no estaba mostrándose capaz de gestionar la crisis en solitario, el Gobierno de Shinzo Abe se comprometió el 7 de agosto, por primera vez, a intervenir y aprobar fondos para que el Ministerio de Industria participara en las labores de retención del agua contaminada.
Cuando el 20 de agosto la Compañía Eléctrica de Tokio informó de que un tanque contenedor defectuoso había permitido el escape de otras 300 toneladas de agua fuertemente contaminada que podrían haber llegado al mar, la NRA declaró que se temía que el desastre iba más allá de la capacidad de Tepco y que sus inspecciones habían sido negligentes.

La agencia supervisora asignó al escape un nivel 1 (el más bajo) de “anomalía” en la escala internacional de accidentes nucleares (INES), otorgando una gradación en la escala a la instalación por primera vez desde que en el terremoto y tsunami de 2011 se le adjudicara el máximo nivel de 7. Días después, el 21 de agosto, la NRA ascendió el escape al nivel 3 de “incidente serio”. Se encontraron nuevos puntos de alta radioactividad días después que aumentaron el temor de que existieran más escapes en los más de mil tanques construidos apresuradamente tras el accidente de Fukusima I para almacenar el agua usada en la refrigeración de los núcleos afectados.

Nuevos reactores

La deteriorada imagen de Tepco va a hacer muy difícil que el Gobierno cumpla su objetivo de reiniciar otros reactores debido a que la NRA ha endurecido las exigencias de seguridad sísmica. Las nuevas exigencias incapacitan a varias plantas nucleares para ser reactivadas; asimismo, se exige más tiempo para realizar tests en el resto de plantas nucleares de cara a comprobar si se encuentran sobre fallas tectónicas activas de acuerdo con la nueva definición, que alarga de 120.000 a 400.000 años el tiempo en el que debe haberse producido un movimiento de la falla para que se la considere activa.

EL MOVIMIENTO NUCLEAR SIGUE ACTIVO

La sociedad japonesa mantiene una fuerte oposición al reinicio de los reactores nucleares y se suceden las concentraciones frente a la residencia del primer ministro, que siguen produciéndose puntualmente cada viernes, un año y medio después del desastre nuclear de Fukushima I en marzo de 2012. Aunque la asistencia a las protestas se ha reducido desde las concentraciones de verano de 2012, algunas con hasta 200.000 personas, es previsible que el movimiento antinuclear nipón resurja a finales de septiembre. Miles de japoneses se oponen la reactivación de los dos únicos reactores aún en funcionamiento, ambos en la central nuclear de Oi. Estos deberán detenerse para los controles habituales de seguridad en septiembre, momento en que Japón volverá a ser un país sin energía nuclear.

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