Sólo los anarquistas son hermosos

La contracultura impregna mensajes, emblemas y lucha de clases. ¿Qué queda cuando descodificamos nuestra herencia cultural?

31/07/12 · 0:00

El sonriente Rufus Walls, flamante
representante black panther
de su sección de Illinois,
se creía un tipo listo, o al menos
eso parecía cuando, ante la muchedumbre
que abarrotaba el
Coliseum de Chicago no dudó
en reconocer que estaba a favor
del “pussy power”
(pussy quiere
decir “gatita” y es también el
equivalente de “chochito”). Lo
dijo así, con soltura y sonriendo.

Entre los asistentes, activistas
de una enorme organización
llamada Estudiantes por una
Sociedad Democrática –entonces
a punto de implosionar en
distintas facciones y tomar
el camino de la violencia política–,
muy pocos fueron los que
escucharon con claridad el comentario:
no era posible haber
escuchado aquello. Las feministas
reclamaron su piel arrancada
a tiras.
Walls hablaba al estilo
black panther: las frases salían
imparables, arrastrando cada sílaba,
y las ideas brotaban como
por arte de magia. También, por
supuesto, existía algo de complejo
entre los activistas blancos,
un sentimiento de inferioridad y
retribución entre quienes habían
tirado de la militancia negra
para rodearse de un halo de irreductibilidad. Pero todo aquello
se desmoronó cuando aquella
frase, abrupta y pronunciada a
la velocidad de un rayo, salió disparada
hacia el auditorio.

En un primer momento, el comentario
penetró tímidamente,
pero luego estallaron los reproches.

Un reportero que cubría el
evento –de los que habían logrado
acreditación al haberse prohibido
la entrada a la “prensa
burguesa”– calificó la reacción
del auditorio como un auténtico
“pandemonium”. Walls, en el
papel del general Custer, acababa
de ver la silueta de cientos de
indios en lo alto de una montaña.
La emboscada perfecta.

Las feministas lograron hacerse
escuchar y Walls, incrédulo,
no tuvo más remedio que
escuchar sus alegatos. Sin embargo,
lejos de apaciguar los
ánimos, Walls respondió afirmando
que “Superman fue un
frustrado porque nunca pudo
follarse a Lois Lane”.
Una vez
caliente, la máquina semántica
negra resultaba arrolladora.
Un colega suyo, Jewel
Cook, también black panther
y seguramente también herido
en su masculinidad, tomó
el relevo y se sacó de la chistera
una frase que atribuyó al
revolucionario Stokeley Carmichael,
quien al ser preguntado
acerca de la posición que
ocupaba la mujer negra en el
movimiento revolucionario
respondió que “boca arriba”.

La montaña cayó sobre nuestro
hombre. Y Custer fue cazado
y despedazado.

El negro mordía el polvo. Las
feministas ardían bajo el lema
“burn baby burn”.
Fue hace
tiempo, en 1969, pero los ecos
aún retumban en las calles de
esas ciudades que, cada cierto
tiempo, parecen derrumbarse
en conatos de protesta y
revuelta.

Cada cierto tiempo suelo
asistir al espectáculo de los
imitadores de gente como
Walls, pero como casi siempre
sucede los fans suelen ser peores
que sus ídolos, tomando de
éstos sus aspectos más histriónicos
y rentables. También he
de admitir que resulta todavía
más frecuente encontrarse a
un Walls oculto en cada hombre
pretendidamente sensible
con este tipo de cuestiones,
lo
que es todavía peor. Walls, las
feministas y hasta Superman y
Lois Lane nos sirven para recordarnos
que entonces la lucha
era por el dominio del lenguaje.
Y quizás lo siga siendo.
En el caso que nos ocupa, al
deconstruir el lenguaje del
poder (¡lo negro era hermoso!),
éste adquiría el significado
de una revancha ante la
ominosa situación que vivía la
comunidad negra.

A finales de los ‘60, todos los
movimientos, grupos y organizaciones
radicales de EE UU y
de buena parte de Inglaterra tomaron
al negro como la figura
más irreductible; su lucha se situaba
en una vanguardia inalcanzable.
El negro y lo negro,
como paradigma del último
salvaje, era algo loable y hermoso.
Lo de Walls no fue un
ejemplo aislado y fueron frecuentes
las actitudes machistas
y paternales por parte de la
militancia masculina.
No resultaba
una operación sencilla
desmitificar al negro como portador
de una rebelión que no
llegaba o, cuanto menos, que
contaba con pocos voluntarios
para llevarla a cabo. Aquel mito
se mantuvo durante años,
aunque las feministas –el último
movimiento político en el
que creyó el filósofo Herbert
Marcuse– siguieron denunciando
el machismo de los “defensores”
del “pussy power”.

Todo esto responde a un
mismo mecanismo en las relaciones
que se establecen entre
la cultura hegemónica y la
subcultura. La cultura popular
está generalmente construida
a base de un collage formado
por citas, imágenes y emblemas muchas
veces imprecisos.
Walls, en este caso, nos sirve
para avanzar en el tiempo. Su
torpeza, al fin y al cabo, contribuyó
a crear nuevas citas,
imágenes y emblemas.
Pero
para ello fue necesario que el
periodista Tom Wolfe asociase
a los panteras con el radicalismo
chic.

El negro era pop

Cinco años después del evento
en el Coliseum, en 1974, Malcom
McLaren y Viviene Westwood
difundieron, por vez primera, un
manifiesto político en forma de
camiseta. Lo llamaron Un día te
levantarás y sabrás en qué lado
de la cama estás.
Un enorme listado
de nombres de cantantes,
activistas, actores, políticos y revistas
se dividía en un sinfín de
“amores” y “odios”.

Existía una delgada línea
entre el radicalismo chic de
Wolfe y la sociología de la desviación convertida en negocio
de McLaren y Westwood.
Ambos eran productos de la vulgarización
y del acceso a la cultura
popular por parte de la rebelión
sesentayochista y lo que
de ella surgió. Era la época de
los comunicados de los numerosos
grupos armados que aterrorizaban
al mundo, en especial
EE UU, Japón y Europa, pero lo
que demostró este hecho fue, entre
otras cosas, que la rebelión
podía resultar rentable y que las
subculturas emergentes podían
jugar con la violencia política.

Nadie salía “herido”.

Nada se tambaleaba.

La camiseta-manifiesto se
vendió entre cientos de jóvenes punks. Entre toda aquella multitud
de nombres “bendecidos” figuraba
el de Point Blank!, un pequeño
aunque activo colectivo
que funcionó entre 1971 y 1973

y que tuvo su base en San
Francisco, donde produjo una
multitud de panfletos. Universidades
como la de Santa Cruz, en
California, se publicitaban como
la cuna de los ideales progresistas
tras el paso de la contracultura
y el movimiento hippie. Santa
Cruz explotaba la mitología de la
lucha estudiantil de lugares como
Berkeley y, por esta razón,
cuando un grupo formado por
tres o cuatro personas –futuros
miembros de Point Blank!– decidió
desplegar todo tipo de tácticas
de agitación dentro de la universidad,
fueron considerados
como una célula anarquista, un
grupo de enragés y bichos raros.

El grupo siguió la estela de los
situacionistas, convertidos ya en
un fenómeno de imitación, a pesar
de la resistencia a la recuperación
por parte del propio Guy
Debord. No fueron los únicos.
California fue colonizada por
una gran cantidad de grupos, la
mayoría minúsculos, herederos
del discurso situacionista. Lo primero
que hicieron fue hacer circular
un panfleto que reproducía
fragmentos del texto situacionista
Sobre la miseria del medio
estudiantil.
Luego publicaron
un pequeño periódico llamado
Black Flag Bulletin, donde criticaban
duramente a los estudiantes
y a la misma izquierda, al que
le seguirían otros panfletos como
Todos los estudiantes son
yonquis. Todos losprofesores son
policías.

Completamente aislados
en el seno de la universidad
y en medio de la descomposición
de la nueva izquierda, aquellos
amigos decidieron constituirse
en un grupo ácrata de inspiración
netamente situacionista al
que llamaron Point Blank!,
un
nombre que posiblemente tomasen
de la genial película dirigida
por John Boorman en 1967. En
la época en que salía a la calle
la célebre camiseta-manifiesto,
Point Blank! desapareció como
grupo, aunque sus miembros inauguraron
nuevos proyectos que
continuaron la labor emprendida.
Fue en este punto cuando su
discurso se volviómás criminal y
salvaje, influenciando aMcLaren
(que conocía el grupo gracias a
su amigo Jamie Reid) y a los futuros
punks.

Tras publicar los pósters que
ilustran estas páginas, editaron
un panfleto bajo el título de Viaje
espacial: una guía oficial para
los conductores de San Francisco,

en forma de carta falsa firmada
por todos los directores de
los transportes públicos de la ciudad
y dirigida a los conductores
de autobuses. “No vamos a ningún
sitio, sino de la casa al trabajo”,
afirmaba el texto. Según la
falsa guía, gracias al frecuente
vandalismo se desenmascaraba
la alienación del hombre moderno
en las ciudades modernas. El
texto incluía los dibujos de varios
autobuses a los que les habían
sustituido los destinos por las
palabras “Aburrimiento” y “Ningún
lugar”.

La segunda camiseta-manifiesto
producida por McLaren y
Westwood fue la conocida como
“Anarchy Shirt” (1976). Distintas
frases e imágenes se repartían
por la superficie de la camiseta,
que llevaba impresa en
stencil una frase que decía lo siguiente:
“Sólo los anarquistas
son hermosos”. También incluía
una imagen de Marx y referencias
a Black Hand Gang, un
nombre que McLaren tomó de
la célebre banda anarquista de
Andalucía de finales del siglo
XIX,
así como de un efímero
grupúsculo, que tomó aquel
nombre, vinculado a King Mob
y surgido en torno a 1968/1969.

Varios años antes, en 1971,
Point Blank! publicó un cómic
desviado al estilo situacionista titulado
Las dialécticas de la sexualidad,
obra de Chris Wink,
uno de sus más activos militantes,
quien tiempo después alcanzó
cierta fama como el tercer
componente del grupo de performance
Blue Man Group (aún
en activo). El cómic original era
un ejemplo de literatura para
adolescentes, pero al desviar los
diálogos el tebeo adquiría otro
sentido totalmente distinto. El
resultado era una pieza feminista
que, haciendo uso de una brillante
ironía, atacaba la hipocresía
de revolucionarios como
Walls y tantos otros.
“El amor no
es posible en esta sociedad (…).
Lo que quieren todos los hombres
es tu cuerpo”, decía uno de
los personajes. “Decir que el
amor no es posible es contrarrevolucionario”,
le contestaba una
segunda chica, que añadía que
“todos los revolucionarios son
hermosos”. McLaren hizo uso de
aquella frase, pero desviándola
hacia otros fines; cambió el “todos”
por el “sólo” y la mención
genérica a “los revolucionarios”
se convertía en únicamente “los
anarquistas”: “Sólo los anarquistas
son hermosos”.

Justo al final, a modo de advertencia,
el cómic afirmaba lo
siguiente: “Recuerda, hermana,
no permitas que tus jefes, policías,
curas, profesores o militantes
te jodan. Haz el amor
con revolucionarios”.

Nada más y nada menos.

Sólo los anarquistas son
hermosos.

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comentarios

0

  • |
    sin
    |
    10/02/2014 - 9:00am
    Diagonal, hablando de pussy, ¿qué me decós de un reportaje sobre las Pussy Riot? La cosa está que arde...
  • |
    Javi
    |
    09/02/2013 - 9:16am
    Bueno, utiliza la coletilla "en especial". Teniendo en cuenta a la Brigada George Jackson, la Black Liberation Army y los Weathermen (USA), la RAF y las Células (Alemania), las Brigadas Rojas (Italia) o los grupos terroristas japoneses post-Zengakuren... creo que es correcta la afirmación, sin que de ello se infiera que nada sucedía en Latinoamérica.
  • |
    Chiwy
    |
    08/01/2013 - 9:00am
    Dice el articulo: {"Era la época de los comunicados de los numerosos grupos armados que aterrorizaban al mundo, en especial EE UU, Japón y Europa"} una vez mas se deja al olvido el tercer mundo donde abundaban los movientos armados, que mal.
  • |
    Ortzi
    |
    08/10/2012 - 9:00am
    Por sacar conclusiones, la mas clara es que puede verse como el sistema ideológico americano (¿solo el americano?) reduce la oposición radical a posturas inútiles politicamente y contraproducentes para los propios movimientos revolucionarios: Gana las mentes, y ganarás las acciones; y las mentes que no puedas ganar, confódelas para que se enfrenten entre ellas. El sexismo que impregna la cultura anglosajona (principalmente esta, las demás por asimilación y exportación) es el principal obstáculo para que hombres y mujeres puedan estar unidos en la tarea de alumbrar una contracultura revolucionaria, y terminen enfrentados el uno al otro por cuestiones de roles sexuales, con la ceguera que supone la concepción del dominio sexual de unos sobre otros, y no su complementariedad como facetas de una misma humanidad. Al final, todo queda reducido a un enfrentamiento de individuos. Así, el anarquismo queda reducido solo a una visión artústica (lo hermoso) y queda capado de cualquier posibilidad de cambiar las cosas de una manera efectiva, confundiéndose la ética con la estética. Porque, si se trata de ir mas allá, de subvertir el orden establecido que solo sirve para el enriquecimiento de unos pocos a costa de la miseria de una mayoría, está claro que debemos armarnos de otro tipo de ideas que nos lleven a conseguir la conjunción unitaria de voluntades mas amplia posible, en lugar de aquellas que nos lleva a encerrarnos en guettos ideológicos, en apariencia hermosos, pero inútiles mas alla de la simple confrontación contra los diferentes, y que buscan sustituir el debate por el enfrentamiento. Confrontación que al final es entre nosotros mismos, y contra nosotros mismos. Siempre hay que saber dilucidar quienes salen ganando con ello. Y a buen seguro que estarán detrás de ello. Las ideas no surgen por casualidad.
  • |
    Mara
    |
    08/05/2012 - 9:00am
    Tambien LAS anarquistas son HERMOSAS! Haz el amor solo con anaquistas! :D
  • |
    Fran
    |
    08/01/2012 - 9:00am
    ¡Magnófico!
  • |
    Roi
    |
    08/01/2012 - 9:00am
    No entiendo muy bien la respuesta negativa al comentario de "pussy power". Supongo que por incluir la palabra malsonante. Hoy en día esto no sería así, no? Con la contrasexualidad a la orden del día, el pussy power es algo más que necesario en un anarquismo con cierto toque punk en cuanto a la reivindicación del propio cuerpo. Quizás el feminismo de entonces, como dice el artículo, jugando a la lucha por las palabras sintió como un ataque a la mujer el hecho de reducir su totalidad al sexo, al coño. Aún así, me sigue pareciendo ridícula la recepción de ese comentario, claramente propio de una cultura afro, muy sexual y tradicionalmente machista, que no deja de ser transgresora con el puritanismo aún hegemónico en los países anglosajones. Qué crees?
  • |
    psŽ udn y mo
    |
    08/01/2012 - 9:00am
    creo que machismo fue lo de los gilipollas de sol abucheando la pancarta de "será feminista o no será"... eso fue machismo y no la frase de walls.. buen artículo y muy de acuerdo con los comentarios
  • Tienda El Salto