Pont Flotant
Compañía de teatro
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Después de una década de trayectoria escénica DIAGONAL habla con la compañía valenciana El Pont Flotant sobre su 'Trilogía del tiempo' y el nuevo montaje recién estrenado 'Yo de mayor quiero ser Fermín Jiménez'.

20/05/13 · 16:21
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De izquiera a derecha, Jesús Muñoz, Pau Pons, Joan Collado y Alex Cantó. // EL PONT FLOTANT.

Vuestro primer trabajo, What a wonderful war!, inspirado en Madre Coraje, coincide con las invasiones estadounidenses de Afganistán e Iraq y las movilizaciones ciudadanas contra la guerra. ¿Por qué elegisteis la gestualidad como expresión principal?

What a wonderful war! empieza a gestarse tras los atentados del 11-S y la consecuente invasión de Afganistán, que nos pilló con veinte y pocos años. Percibimos tan claramente los intereses, el negocio, la crudeza, la injusticia y lo inhumano de la guerra, que hizo que, poco a poco, se convirtiera en el tema de nuestro primer trabajo. Eran los comienzos del grupo y seguíamos un entrenamiento físico y vocal con el que experimentábamos las posibilidades expresivas del cuerpo y de la voz del actor.

Abordar Madre Coraje desde la gestualidad fue la manera más directa de darle una salida artística a todo aquel trabajo de experimentación. Elegimos las escenas y personajes más significativos de la obra, trabajamos sobre su esqueleto y nos pusimos a improvisar. Casi sin darnos cuenta, fuimos construyendo una gestualidad que rozaba lo animal y que nos ayudó a expresar la crudeza y los entresijos de la guerra, concentrados en cinco personajes que deambulaban por el campo de batalla buscando (se) literalmente la vida.

¿Por qué a partir de Como piedras comenzasteis a trabajar a partir de vosotros mismos?

Después de What a wonderful war! estrenamos nuestra segunda producción, en 2004, Tránsito, el viaje de Juanillo Cabeza, centrada en la manipulación del individuo en la sociedad, pero el resultado no transmitía cien por cien aquello que queríamos expresar; no sentíamos que aquella historia fuese necesaria. Le faltaba verdad. Nos dimos un tiempo de reflexión hasta que sentimos la necesidad de volver a nuestro espacio de creación sin prisas, sin la presión de estrenar en ningún festival y sin grandes pretensiones. Como piedras empieza a gestarse a finales de 2005. Elegimos el tema del paso del tiempo y la memoria –un tema tanto o más universal como el anterior– pero esta vez quisimos abordarlo desde nuestra biografía y de manera mucho más sencilla y directa.

Muchas veces, después de asistir a una obra, nos encontrábamos comentando cómo la excesiva teatralidad, las convenciones, la manera de “hablar / interpretar” de algunos actores tan grandilocuente o tan “externa”, etc., nos distanciaban del discurso y, sobre todo, de la emoción que pretendía trasmitir la pieza. En este sentido, teníamos la necesidad de trabajar desde un sitio mucho más cercano a nosotros mismos, con nuestro propio cuerpo y nuestra propia voz y manera de hablar. Acercar tanto como pudiésemos nuestra interpretación y el discurso de la obra a la realidad del espectador.

A través del juego llegamos a un punto sin retorno: si queríamos ser fieles a los principios que habíamos sembrado, en un momento determinado de la obra tendrían que salir nuestros padres –de verdad– y colaborar en la pieza sacándonos de una piscina hinchable llena de agua. Esta era la manera “real” de salir de la piscina cuando eras pequeño, que tu madre te tirase del brazo y te sacase a la fuerza mientras te decía “¡Pero si tienes los labios morados!” Así que, de esta manera tan “casual” introducimos tres elementos “reales” en la pieza, además de utilizar fotografías nuestras, vídeos, juguetes, etc.

Con Algunas personas buenas habéis concluido "una trilogía del tiempo". ¿Cuándo y cómo os surgió este planteamiento de un ciclo de obras?

Nunca hubo una idea de hacer una trilogía. Ha sido casual o inconsciente. Ha sido un proceso natural. Siempre hemos empezado las creaciones partiendo de la necesidad de reflexionar sobre algún tema que nos inquieta o que nos interesa y que está ligado a nuestro proceso vital como personas y como artistas.
Y Algunas personas buenas (2011) responde a otro momento vital, en este caso, al tema del compromiso social y el peligro de acomodarnos con el paso del tiempo. Y fue en plena fase de creación cuando nos dimos cuenta de que estábamos cerrando una etapa como personas, como grupo y como creadores.
Las tres propuestas tienen como eje el paso del tiempo: Como piedras hablaba del pasado, Ejercicios de amor (2009) de aprovechar el tiempo presente con las personas que amamos, y Algunas personas buenas, del futuro que nos podría esperar si nos acomodamos. Además, las tres están llenas de componentes autobiográficos que fusionan nuestras vidas con las de los personajes y juegan con la mezcla de lenguajes, el trabajo físico, la incursión de la realidad dentro de la ficción y la proximidad con el espectador. 

¿Por qué a partir de Como piedras y en la trilogía completa adoptáis la creación y dirección colectiva?

Realmente Pau siempre ha tenido mayor responsabilidad en el trabajo sobre la dramaturgia de cada obra, pero las propuestas han sido siempre colectivas. Los cuatro miembros del grupo coincidimos bastante en gustos y preferencias artísticas, pertenecemos a una misma generación y por encima de todo, somos amigos. Todo esto ayuda a que la creación colectiva sea fácil y enriquecedora. Somos capaces de ver mejores las propuestas de los compañeros que las nuestras propias. No nos cuesta trabajar como propias acciones, textos o discursos del otro. Hay plena confianza para asumir que no hay un autor, sino que las ideas acaban perteneciendo a todos un poco y a nadie en concreto. Todos nos llevamos, por igual, tanto el mérito como la decepción final, cosa que te libera también de responsabilidades y prejuicios durante el proceso ya que, no serás el único responsable de la creación, siempre vas acompañado en ese camino.

¿Cómo habéis trabajado en cada pieza de la trilogía? 

El proceso de creación colectiva en las tres piezas ha sido muy similar. Elegimos el tema entre todos y vamos recogiendo material sobre él: textos científicos, literarios, divulgativos; imágenes y vídeos; ideas para escenas e improvisaciones; etc. Como actores-creadores vamos poniendo parte de este material en pie: improvisando, leyendo un texto aquí, modificando otro allá, etc. Y llegado el momento en que hemos investigado y jugado bastante con él, se separan un poco los roles y es cuando Pau, con la ayuda de Jesús, va dirigiendo con más detalle el orden de las partes, el discurso que se va contando, limpiando escenas, etc.
Es el momento también en el que Joan se encarga de plasmar el espacio escénico definitivo y Álex va visualizando el diseño de luces. Es fundamental esta separación de roles llegado este punto ya que, desde nuestra experiencia, tenemos la necesidad de trabajar al final del proceso con un solo ojo desde fuera, una mirada que ordene y organice y centre el discurso. Si no todo acabaría siendo un caos de información, de múltiples miradas, de discursos inacabados o contradictorios.

¿Qué plantea vuestra nueva creación, Yo de mayor quiero ser Fermín Jiménez?

Nos planteamos la imposición –generalmente social– de dedicar más horas al trabajo que a cualquier otra actividad lúdica, familiar, etc. Cómo en la sociedad que vivimos no paramos de construir, de generar, de crear, cuando estamos rodeados de excedentes por todas partes, únicamente que mal repartidos.
Yo de mayor quiero ser Fermín Jiménez es una oda a vivir con tranquilidad, a no preocuparnos por si nos falta dinero o si llegamos a fin de mes, a la alegría y al buen humor. A tomarnos las cosas con filosofía, quitándole peso a la vida y disfrutando de las cosas que realmente valen la pena: los hijos, la familia, las aficiones que nos llenan, etc. Ser un poco más Fermín Jiménez, un amigo nuestro que vive la vida mucho mejor que nosotros. (Además de amigo, Jiménez es creador de los vídeos que integran las obras de la compañía).

Más información, en elpontflotant.es

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