Lo que nos deparará el futuro... de la literatura especulativa

La antología 'Terra Nova' nos pone sobre la pista de los nuevos aires que corren en la literatura especulativa. Los límites de la ciencia ficción explotan para abrir un frente en el que los sentimientos y los afectos tienen más peso que los cachivaches tecnológicos.

29/03/13 · 8:46
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Aunque una antología no sea más que una colección de piezas escogidas, sin especificar en base a qué criterio, siempre esperas que incluya las mejores o más representativas de lo que se antologice. En el caso de la selección realizada por Mariano Villarreal y Luis Pestarini en Terra Nova: Antología de ciencia ficción contemporánea, la calidad de los relatos –en algunos casos casi novelas cortas– es incuestionable. Pero de ninguna manera se pueden considerar productos típicos del género de la ciencia ficción. O quizá todo dependa de qué entendamos como tal.

La distinción entre ciencia ficción hard y soft es siempre muy compleja y casi tendenciosa. En muchos casos, de forma más o menos consciente, se asocia la hard a escritores y público masculino y adulto, a su mundo y valores, mientras que la soft se pierde en la frontera con la fantasía y se relaciona con un público más juvenil o infantil en el que, por asociación, entran las mujeres. Esta asunción se refuerza teniendo en cuenta las disciplinas de las que bebe una y otra. Mientras que la soft recurre a las ciencias sociales y las humanidades, fuertemente feminizadas en la universidad actual, la hard se basa en los conocimientos técnicos y científicos estudiados en carreras masculinizadas como las ingenierías.

Obviamente las cosas no son tan sencillas. Sin entrar en debates eternos y, sinceramente, algo aburridos y estériles, siempre he echado de menos dentro de las historias que incluyen “tecnologías, fenómenos, escenarios y situaciones que son práctica y/o teóricamente posibles” (traducción de hard scifi para la Wikipedia) aquellas que especulan con cierto rigor sobre una sociedad igualitaria. En ocasiones parece que trastocar los roles de género, las formas actuales en que se encasilla a todas las personas en hombres o mujeres y las expectativas que eso genera resulta más complicado y menos plausible que las branquias de alquiler o los coches voladores.

Los ocho relatos que componen esta antología se mueven, en palabras de sus impulsores, en la zona franca entre las fronteras del mundo de la ciencia objetiva, fría y racional y la ficción subjetiva, humana y poética. Cinco son textos originales en castellano, seleccionados de entre más de 190 propuestas recibidas. Los tres restantes se han traducido por primera vez desde el original en inglés y dos de ellos (los de los autores norteamericanos Ken Liu y Ted Chiang) han sido galardonados y finalistas de los premios Nebula, Hugo y Locus, entre otros.

“Zoo de papel”

El relato que abre la antología pone en la pista de lo que será un leitmotiv más o menos explícito a lo largo de las 342 páginas de Terra Nova: la importancia de los afectos, de los sentimientos que, como seres sociales, tejemos con nuestros semejantes, incluso aunque estos difieran en cuanto a la naturaleza física. Además, El zoo de papel, de Ken Liu, difícilmente puede considerarse ciencia ficción, a pesar de haber ganado los premios Nebula, Hugo y World Fantasy. Su relato ni siquiera se ajusta cómodamente a la etiqueta de fantasía, levemente a ficción especulativa. La voz de un narrador frágil, con dudas, que no se muestra orgulloso de los actos que relata, entronca con esa maravillosa línea de escritores de lo inesperado, incluso con más resonancias de las metáforas y símbolos de Cortázar que de la inquietud macabra de Dahl o el coqueteo con lo sobrenatural de Gaiman.

Los relatos Deirdre (Lola Robles), Memoria (Teresa P. Mira de Echeverría) y El ciclo de la vida de los objetos de software (Ted Chiang) entran de lleno en uno de los temas inagotables y universales de la literatura: el amor y el sexo. La identidad ligada a la sexualidad. Los mandatos sociales sobre a quién se puede amar y a quién no, con quién se puede tener una aventura pero nunca formar una familia, con cuántas personas y de qué género y especie se puede construir un hogar. Y hasta qué punto somos libres al experimentar estos deseos y cuánto de humanos maduros y racionales al actuar en función de ellos.

Especialmente Memoria es un canto al amor en su sentido más extenso. Una apología no apologética, sino melancólica y por momentos resignada del poliamor. Una historia de amor que rompe con los tabús de la relación interespecie y polígama. Una nueva forma de amar tan potente que es capaz de romper no sólo la distinción entre pasado, presente y futuro sino el destino de todo un planeta.

Lola Robles continúa en Deirdre el hilo subterráneo de su desgraciadamente no tan extensa  obra y, una vez más, consigue introducir una mirada diferente –no androcéntrica, no heterocéntrica y fuertemente pacifista, en su sentido más amplio– en un relato de ciencia ficción que no por tocar una temática clásica resulta menos entretenido. No es necesario hacer literatura militante para ofrecer otros referentes.

En El ciclo de la vida de los objetos de software, Ted Chiang lleva la problemática ontológica asociada a la inteligencia artificial un poco más allá. O, más bien, un poco más acá, al terreno de lo cotidiano, de los afectos no pasionales, de los provocados de forma casi inevitable por el roce. Asistimos al nacimiento y proceso de maduración a lo largo de varios años de formas de vida consciente completamente digitales. De las interacciones entre ellas y los humanos van surgiendo las grandes dudas sobre los límites entre humano, animal o producto y sus consecuencias sobre la responsabilidad sobre los propios actos... incluidos los sexuales.

Un día sin papá, del británico Ian Watson, es una respuesta lúcida y aterradoramente realista a la gestión de la vejez en la actualidad, impregnada por la obsesión con la vida eterna. Al igual que en el clásico Ubik, de Philip K. Dick, Watson se pregunta qué ocurre cuando se pueden mantener vivas consciencias ajenas en otros cuerpos. No sorprende que las personas que se hacen cargo de sus mayores, en formato inmaterial, sigan siendo sus viudas, hijas, nietas, etc. Pero, ¿cómo se compagina llevar a tu suegro literalmente en la cabeza con tener una aventura extramatrimonial?

En Terra Nova también abunda la aventura. Donde está más presente es en Cuerpos, de Juanfran Jiménez, un thriller digno de una adaptación hollywoodiense lleno de sentido del humor y reflexiones sobre la privacidad en la red, los límites del cuerpo y el papel del Estado y las mafias. Además, resulta muy refrescante leer historias no costumbristas ambientadas en los paisajes y gentes globalizadas del Madrid actual.

Quizá la pieza más disonante sea Enciende una vela solitaria, del prolífico Víctor Conde. Con un estilo literario que parece bailar el ritmo psicoelectrónico de los ‘90 propio de la estela cyberpunk, se plantea esta distopía sobre la influencia de las redes sociales y el pensamiento único del me gusta/ no me gusta. Las consecuencias de lo que Jaron Lanier denomina “rebaño digital” llegan a ser tan reales y corpóreas como las peores pesadillas del cine inicial de David Cronenberg.

Los Recuerdos de un país zombie, de Erik J. Mota, se sitúan en un escenario muy diferente al que acostumbra a reflejarse en las historias del género Z. Aunque en este caso, el holocausto de unos muertos vivientes muy particulares es la excusa para reflexionar en el sentido más clásico de la ficción especulativa sobre la realidad social y política de la Cuba y buena parte del mundo actuales.

Precios populares

Villarreal y Pestarini, en su intento por acercarnos estas muestras originales y pioneras de una nueva sensibilidad en la ficción especulativa, atienden también al proceso de distribución y a la situación actual del mercado. Después de la polémica en torno al precio de venta de las últimas entregas de Canción de Hielo y Fuego, se agradece enormemente la estrategia comercial de la pequeña editorial Sportula. El precio de la edición en rústica es de 16 euros y para e-book, de 2,99 euros. Antes de ponerse a la venta, se podía realizar una pre-compra por el precio de 15 euros, que servía además para apoyar el proyecto.

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